El patio de cualquier colegio de España goza de más respeto, humanidad y responsabilidad de lo que lo hace en estos momentos el Congreso recién constituido. Un Congreso en el que ni siquiera se respetan las sillas, miro a Vox queriendo ocupar la bancada del gobierno porque habían ocupado sus escaños, ni se respeta a la institución monárquica que, guste o no, forma parte de este país. Aquellos que piden libertad y democracia parecen los menos democráticos de todos, a juzgar por sus actos. Que a los independentistas no les guste el Rey es respetable. Lo que no lo es, teniendo en cuenta que forman parte de la representatividad política de este país, es que en el inicio de su curso escolar y en su aula -el Congreso- se ausenten en la inauguración porque la preside el Rey.
El independentismo se parece más a una dictadura que a una democracia, porque en una democracia se respeta al contrario, se debate y se escucha
Todo es respetable menos la falta de respeto a las instituciones y a lo que ello representan. Y los independentistas deberían también darse un baño de humildad para no afirmar, como hizo Gabriel Rufián, que toda la sociedad catalana rechaza la Monarquía, cuando las encuestas no dicen lo mismo y cuando es obvio que difícilmente Rufián ha podido hablar con todos los catalanes. Una tendencia muy común la de tomar la parte por el todo. Al final, el independentismo se parece más a una dictadura que a una democracia, porque en democracia se respeta al contrario, se debate y se escucha.
Vivimos unos momentos políticos del postureo, de la gestualidad, del simbolismo, del espectáculo, de a ver quién dice la barbaridad más sonada para marcar la agenda política: Vox por ahora se lleva la palma. Y en este patio de colegio en el que se ha convertido la política firmo dos frases de dos mujeres que vale la pena tener en cuenta: “Algo no está bien en la democracia” de Manuela Carmena y "No estamos aquí para crear problemas que no existen ni para ocultar los que existen” de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.
El Rey y Junqueras parecen estar de acuerdo en que la única vía para resolver lo que la política y la justicia han destrozado es el diálogo
Parece obvio que algo falla en esta democracia cuando se pierde el respeto al adversario y cuando se olvida que no se está en política para hacer un servicio público y resolver problemas. Obvio, pero lo obvio a veces se convierte en extraordinario en unos tiempos para España en los que no hay normalidad política alguna y en unos tiempos en los que quienes son el principal partido de la oposición se empeñan en seguir llevando la política a los juzgados.
Ellos -Me refiero a Pablo Casado y equipo- que tanto valoran al Rey, quizás deberían seguir sus consejos de “diálogo” en todos los sentidos y con todos. Sin diálogo no se hace política. Curioso que Casado apueste por la represión y el azote, acudiendo día sí día también a los tribunales, mientras que el Rey y Junqueras están de acuerdo en que la única vía para resolver lo que la política y la justicia han destrozado es el diálogo. A ver si la cordura y la sensatez vuelven al patio de colegio del Congreso.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación