De ahora en adelante, cuando algún socialista de cargo y relumbrón o perteneciente a las épocas en que socialismo y decencia no tenían por qué ser conceptos antagónicos nos diga que le preocupa tal o cual cosa hecha por Sánchez les ruego que lo envíen al guano. Cordialmente, educadamente, con simpatía, pero al guano, al profundo guano, al maloliente y nauseabundo guano, el único lugar al que es posible enviar a esa tropa de pancistas cobardones. Todo ese ir y venir de los últimos meses, esas indignaciones de señoritas decimonónicas tomando té, esos gestos pretendidamente admonitorios tipo "Ay como vaya y te pille", se han quedado en nada.
Todos los barones socialistas, incluso esos a los que algunos califican como gente con sentido del estado, han callado como puertas y nadie se ha atrevido a decirle ni mú a Sánchez. Ni Guerra ni nadie de la vieja guardia. Y de Felipe qué les voy a contar. Ha acudido con ese aire de abuelito sensato para sancionar con sus palabras y presencia lo peor que ha tenido el socialismo en estos últimos años. Normal en un movimiento caudillista que nos ha pretendido vender como congreso lo que no ha sido más que un acto de marketing, porque las encuestas pintan bastos, menos las de Tezanitos, y hay que fingir unidad, tortas y pan pintado. Ni primarias, ni candidatos alternativos ni leches. Todo el poder al soviet de Su Sanchidad y a culpar a la derechona de todo lo que vaya mal.
Como el habitante de Moncloa consiga ponerle la guinda a la lista de pactos con el PP acordando la renovación del CGPJ será la descojonación
Y todavía hay quien celebra el nuevo clima de acuerdo existente entre Sánchez y Casado. Es para ciscarse en el sínodo de Londres. Como el habitante de Moncloa consiga ponerle la guinda a la lista de pactos con el PP acordando la renovación del CGPJ será la descojonación. Yo no sé quien asesora al líder popular ni tampoco me interesa demasiado saberlo, pero sea quien sea debería pasarse por Alain Afflelou y revisarse la vista. Porque no ve nada. El balón de oxígeno que supone pactar con la banda es una torpeza política de primera magnitud, máxime si tenemos en cuenta que, en paralelo, los populares aprovechan la menor oportunidad para denostar a VOX, el único socio imprescindible y necesario que tienen. Es decir, lo que viene siendo pegarse un tiro en el pie cada día.
Con este tipo de oposición que, a pesar de todo, crece a cada encuesta porque la gente siente que o se cambia de gobierno o este país va a acabar en Wallapop a precio de saldo, no se puede llegar demasiado lejos. Pero con el PSOE, que hace de su congreso una inmensa falla en la que quemar lo poco que le quedaba de presentable, léase Felipe González, tampoco puede avanzarse nada. Y eso hemos visto en este aquelarre de aplausos, besitos, abrazos, unidades inquebrantables y pléyades de carguitos inasequibles al desaliento. También hay que decir que al personal todo esto le importa un higo chumbo. La gente está pendiente de pagar los recibos, las hipotecas, los colegios, o, más crudo todavía, como llenar la cesta de la compra diaria. Porque la única política económica de estos falleros de la rosa y el puño consiste en pegarnos un hachazo a los autónomos con unas subidas espectaculares, reducir las deducciones por planes de pensiones – recuerden, acabarán formando parte de las rentas de capital – y, ya de paso, pegar un catastrazo de padre y muy señor mío. Es decir, patada en la boca a la clase media y a seguir, que aquí no ha pasado nada.
Una falla total. La diferencia con las auténticas es que aquí, los quemados somos los que estamos fuera de ella.
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