Opinión

Contigo no, facha

Ojalá la media España acostumbrada a cargar con carros y carretas por temor al cansino estigma franco-fascista sepa sacar orgullo y responda con desparpajo y seguridad: ¡contigo no, bicho!

Los vídeos e imágenes virales son ya algo más que asentado en nuestra cultura, tanto que su capacidad para permanecer en la memoria es inversamente proporcional a la velocidad de su propagación. Los millennials éramos todavía adolescentes cuando comenzó el fenómeno y, por tanto, sí tenemos grabados en nuestras retinas los primeros vídeos que nos hicieron reír. Más que su comicidad esencial, provocaba carcajadas la novedad del clip espontáneo. Recuerdo el caso del famoso “Contigo no, bicho”.

En él unos chavales con resaca se partían la caja escuchando a su colega relatar lo ocurrido la noche anterior: había sido desplantado por una chica de forma fulminante. La humillación recibida y el alcohol que aún le quedaba en sangre volvían bastante locuaz y dicharachero al muchacho. ¿Qué te ha llamado Belén hoy?, inquirían los amigos con sorna. Por lo visto, al acercarse a la muchacha con intenciones inequívocas, ésta le había soltado a bocajarro un “contigo no, bicho” que le sentó como un cubo de agua fría.

Nuestro prota, ardido de rabia y despecho, reconstruía lo que podía haber pasado, ¡lo que debería haber pasado! Enlazaba argumentos y aseveraciones que iban desde la exigencia de un poco de consideración por parte de la muchacha, hasta llegar a repudiarla a posteriori, llamándole Chewbacca, “esa bestia parda”:

<<Me ha dicho que “contigo no, bicho”. Y delante de seis amigotes. Increíble. No solo te dice que no: te dice “contigo no, bicho”. Te hace pensar, ¿eh? Podía haber sido un poco elegante y decir “no, estoy cansada” o “no me gusta este juego” o “me voy a casa”. No. Le faltaba alejarme con un palo o con un spray de pimienta. A esa tía, y ya no quiero crispar -pero voy a tener que hacerlo- en su puñetera vida le ha entrado nadie con amor. Yo no le prometía amor, solo un poco de cariño, ¡un cochino beso! Pero no. De repente la muy hija de p. saca dignidad, orgullo o qué cojones saca y… contigo no, bicho>>

La derecha me recordaba al prota del vídeo, buscando a toda costa agradar a quien taxativamente no quiere nada con él, y lo dice abiertamente a la cara: fachas, con vosotros no, bichos

No recordaba con exactitud el diálogo hasta que he vuelto a él para escribir el artículo. Más allá de saber que al tío le habría caído entero el Ministerio de Igualdad si se hubiera viralizado hoy el vídeo, lo que tenía yo en mente de forma difusa antes de verlo de nuevo era que la derecha me recordaba al prota del vídeo, buscando a toda costa agradar a quien taxativamente no quiere nada con él, y lo dice abiertamente a la cara: fachas, con vosotros no, bichos. El eterno “cara gano, cruz pierdes” de la izquierda que siempre cae de pie, como los gatos.

Con el diálogo completo a la vista he tenido que repensar la columna. No cambia aquello de creer que la clerecía secular del progrerío de izquierdas no se saldrá nunca del guion del “contigo no, bicho”, por más que la derecha dizque moderada trate de agradarles constantemente (aunque esto implique una equidistancia que roza lo inmoral). Sin embargo, volver al vídeo me ha dado una nueva perspectiva: ojalá una no-izquierda, un no-progrerío que -como Belén alias “Chewbacca”- tenga las cosas claras y le estampe en la cara al pensamiento dominante un “contigo no, bicho” bien plantado.

Delante de esos seis amigotes -independentistas and company- que, junto con el prota PSOE, piensan que nadie mirará con amor en su puñetera vida a la derecha, que debería sentirse agradecida si se le acercan pidiendo un poco de cariño. Un puñetero beso. Una firmita aquí, un mirar para otro lado por allá. Ojalá la media España acostumbrada a cargar con carros y carretas por temor al cansino estigma franco-fascista sepa sacar orgullo -y sabemos bien de dónde podría sacarlo- y diga con desparpajo y seguridad: ¡contigo no, bicho! En las urnas, en las redes, en los bares, en la calle y donde haga falta.

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