Opinión

Contra el progreso postdemocrático

¿Cuál es la utilidad de las instituciones que colapsan? Cuando colapsa la Universidad deja de ser útil para la generación y difusión de conocimiento de alto nivel, deja de ser

¿Cuál es la utilidad de las instituciones que colapsan? Cuando colapsa la Universidad deja de ser útil para la generación y difusión de conocimiento de alto nivel, deja de ser útil para el cultivo -es decir, para la cultura- de la inteligencia natural. Cuando colapsa el Periodismo deja de ser útil para el conocimiento por parte de las personas de todas aquellas cosas que necesitan conocer en el desenvolvimiento cotidiano y sano de su propia vida, que es vida social compleja. Cuando colapsa el estado de derecho, el estado deja de ser útil en la defensa de las personas en condiciones de libertad, igualdad, dignidad y justicia. Quienes han llevado al colapso a estas instituciones lo han hecho a conciencia y con objetivos concretos entre ceja y ceja. Si la Universidad ya no sirve para fundamentar sobre los cimientos de los distintos saberes los procesos civilizatorios, sirve para todo lo contrario, para que Occidente destruya su propia civilización que es la única que puede llamarse así con alguna propiedad. Si el Periodismo ya no sirve para disponer de conocimientos fiables y verdaderos sobre el convulso mundo, es que sirve para todo lo contrario, para propagar infundios, confundir, desinformar, esconder conocimiento de interés para la gente. Un estado de derecho colapsado sirve para amedrentar, controlar y agredir a los individuos a quienes obliga a financiar las herramientas de su propia tortura. Resumen y conclusión provisional: estos colapsos son plenamente funcionales en proyectos totalitarios denominados progresistas.

Tal estado de cosas bien lo podemos llamar postdemocracia, esto es, una fase en la que, a partir de democracias más o menos imperfectas, se instauran, bajo la batuta de poderes supranacionales, toda clase de mecanismos que van limitando la libertad, el conocimiento, la verdad y los derechos humanos. En buena medida, coincido con el diagnóstico del profesor Jesús G. Maestro en torno a lo que denomina “fracaso de la democracia en el S. XXI”.

Progreso es el nombre de la salsa con la que hacer tragar los engrudos totalitarios cada vez más indigestos. Ingredientes de la salsa progre: buenismo, tecnología, innovación, transformación social, descolonización, diversidad, inclusividad, yugo 2030, multiculturalismo, fluidez identitaria, identidad digital, etc. Esta salsa tiene componentes muy contradictorios y no es más que un conjunto de sofismas destinado a enjaular el imaginario de la gente que se deja. Cuando oyes a los afectados, que parecen robots programados, surge la cuestión de si es más barato o más caro ese adoctrinamiento que los implantes de control neuronal de Elon Musk. Tendrán que consultar a los oráculos de la IA.

Demasiados siervos universitarios siguen sin entender que, por muchos favores que hagan en pro de la degradación de su propia institución, cada vez serán más prescindibles

No puedo evitar darle vueltas al bochornoso espectáculo que protagonizan algunos políticos muy progres quienes, ante preguntas de algunos pocos periodistas que cumplen con su obligación, se quedan completamente mudos. Es mala educación, pero lo más importante es que, en realidad no tienen nada que decir, pues saben que ni sus seguidores se creen nada a estas alturas. Los últimos vídeos de Vito Quiles con políticos son la evidencia inapelable del colapso del Estado de Derecho y del Periodismo. Espero que haya aún profesores que se dignen ponerlos en facultades de Comunicación y de Derecho. La parte colapsada de la Universidad es ya mayoritaria. Demasiados siervos universitarios siguen sin entender que, por muchos favores que hagan en pro de la degradación de su propia institución, cada vez serán más prescindibles. Hay medios más baratos y eficientes, conocidos como cultura transmedia, para la estupidización de masas que es el objetivo real de quienes mandan de verdad. El poder no está en los izquierdistas que corretean por los laberintos del nihilismo, está en las grandes empresas y en los fondos de inversión del tecnocapitalismo. El profesor J. G. Maestro los denomina, con razón, “amigos del comercio”.

Y el asunto del colapso debe inquietar tanto en las empresas como en la Academia pues hace escasos días un catedrático de una universidad gallega escribió un artículo que se envió a los profesores de la cosa comunicativa y también ha sido publicado en un blog, que, de forma elocuente, se llama “Valor de cambio”.

El artículo lleva el muy progresista título de “(Re)imaginar el periodismo inteligente” y comienza así: “La próxima ola de innovación tecnológica, que parecen liderar la IA y el blockchain, no sólo anuncia oportunidades de inversión en diversos sectores, entre los que está la comunicación, sino que promete un nuevo escenario social y comunicativo muy diferentes a los que hemos conocido.” Casi todo lo que sigue se ha dicho ya en congresos y revistas académicas desde hace al menos cinco años. En lugar de abordar la colosal pérdida de credibilidad prefiere el eufemismo progre de “ha perdido sintonía con los entornos social-comunicativos”. Tampoco tiene en cuenta que las sociedades democráticas ya están dejando de serlo debido a la drástica reducción de la libertad. De eso no habla. Permítanme aquí un par de pinceladas sobre historia del Periodismo. Hay dos tipos de entidades para las cuales el Periodismo es imprescindible: el poder político y los mercaderes. El primer diario lo creó Julio César en el siglo I a. C., el Acta diurna, que se colocaba en el foro para granjearse una buena opinión por parte de los romanos. En el S. XVI, en Ámsterdam, mercaderes avispados vendían hojas manuscritas con los precios de las mercancías (Price-Currents). En la comercial Venecia del XVII, páginas con variada información, se vendían por una “gaceta”, que era una moneda de cobre. A partir del XVIII, el Periodismo se concibió como una herramienta al servicio de la libertad, el conocimiento, el entretenimiento, la lucha política y los negocios.

Cambio de paradigma

Durante el S.XX, mal que bien, el Periodismo rindió buenos servicios a las democracias. Ahora, un catedrático de Universidad dice que hay que “re-imaginar” el Periodismo sobre la base de que hay un “cambio de paradigma de nuestra sociedad de la mano de la nueva revolución tecnológica anunciado en el año 2016 bajo la etiqueta de cuarta revolución industrial por Klaus Schwab, el fundador del Foro de Davos.” Imagínense ustedes dónde nos lleva este progreso.

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