China lleva meses en boca de muchos políticos, empresarios y académicos, tanto en España como en el resto de Europa, por las dudas que provocan las ingentes inversiones que están acometiendo empresas de este país en el viejo continente, y que pueden representar riesgos para la seguridad en algunos sectores estratégicos.
Tras la reciente visita del presidente chino Xi Jinping a España, el Gobierno español ha rechazado unirse a la Nueva Ruta de la Seda, el ambicioso proyecto geoestratégico de China que suele verse como el deseo del gigante asiático de dominar el mundo por los efectos geopolíticos y económicos que conlleva; la decisión de Italia, que sí ha decidido formar parte de ese proyecto, ha sido acogida con bastante recelo por el resto de los miembros de la Unión Europea.
Y es que la inversión directa de China en la Unión Europea se ha multiplicado por seis en los últimos veinte años; esa inversión se ha concentrado en el sector tecnológico y, muchas veces, desde empresas públicas o vinculadas al Estado chino de alguna manera. Ese es el principal motivo por el que el Parlamento Europeo apoyó en febrero la creación de un instrumento europeo de control de la inversión extranjera directa: garantizar la protección de sectores estratégicos.
Aumenta la preocupación en toda Europa porque el gobierno chino pudiera usar la tecnología de Huawei para espiar a otros países
Una de las empresas chinas que desempeña un papel principal dentro de este tablero de juego geopolítico es Huawei, el proveedor líder global de soluciones TIC y que da servicio a un tercio de la población mundial.
Esta circunstancia genera una lógica preocupación en toda Europa, porque el gobierno chino pudiera usar la tecnología de Huawei para desarrollar ciberataques o espiar a otros países.
Y no sólo Europa se preocupa. La CIA acaba de acusar a Huawei de haber sido financiada por el aparato de seguridad chino. De hecho, el pasado diciembre de 2018 se arrestó en Canadá, a petición del gobierno estadounidense, a la hija del fundador de Huawei y su directora financiera, Meng Wanzhou, acusada de fraude para violar las sanciones comerciales de Estados Unidos a Irán.
Desde que, debido a ese arresto, Huawei saltó (aún más) a la palestra mundial, muchos países debaten si excluir a esta compañía de sus redes de infraestructuras 5G, necesarias para transmitir gran cantidad de datos a gran velocidad y, con ello, poder conectar permanentemente objetos a la red (el “Internet de las Cosas”).
¿Supone Huawei un peligro para la seguridad nacional de los países europeos? ¿Están seguros los datos de los consumidores europeos al utilizar infraestructura de Huawei?
Las agencias de inteligencia norteamericanas ya recomendaron el año pasado no usar productos ni servicios de Huawei, porque esta empresa podría estar actuando como agente en labores de espionaje para el gobierno chino, dados los vínculos entre la compañía y Pekín.
Pero ya no es sólo Estados Unidos: altos cargos de las instituciones europeas, líderes de gobiernos europeos, servicios de inteligencia, representantes de la industria y académicos en el viejo continente ya están cuestionando si Huawei debe implicarse en las infraestructuras para el 5G.
Dura advertencia
El Centro Nacional de Ciberseguridad de Reino Unido acaba de lanzar una dura advertencia a Huawei por sus componentes de software defectuosos, y mostró su preocupación por la seguridad de los datos de los clientes.
Importantes jefes de gobierno como la canciller alemana, Angela Merkel, han puesto en duda las intenciones de Huawei en la construcción de la red 5G, pidiendo garantías para que no suministre datos al Estado chino.
Igualmente, el gobierno francés debate si tomar medidas para limitar la presencia del gigante tecnológico Huawei.
El primer ministro checo ordenó a su gabinete dejar de utilizar móviles de Huawei después de que la agencia checa de ciberseguridad apuntara a esta compañía como una amenaza para la seguridad.
Y, por último, los servicios secretos de Polonia han afirmado tener evidencias de que Huawei está espiando para el gobierno chino.
La inversión directa de China en la UE se ha multiplicado por seis en los últimos veinte años, concentrándose abiertamente en el sector tecnológico
Tal es la incertidumbre y preocupación en la Unión Europea, que el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable del Mercado Único Digital, Andrus Ansip, afirmó que Europa debería estar preocupada por Huawei debido a los cada vez mayores riesgos para la ciberseguridad, y denunció que China exige puertas traseras obligatorias, lo que le permite evitar los sistemas de seguridad de un dispositivo; de ahí que advirtiera que “pueden poner algún chip para tener acceso a nuestros secretos”.
El problema es que hay países, empezando por China, que obligan legalmente a sus compañías a compartir información con los servicios secretos de su gobierno y, de ese modo, pueden desvelar inteligencia de la Unión Europea.
Por esta razón es necesario que la UE complete su valoración de las potenciales amenazas a la seguridad, dado que numerosos países europeos planean ya emitir licencias 5G próximamente. Adicionalmente, como expuso Ansip, cualquier debilidad en las redes 5G o ciberataque a las futuras redes de un Estado miembro afectaría a toda la UE.
A pesar de que en la cumbre bilateral que la UE y China mantuvieron el 9 de abril ambas partes intercambiaron halagos por el progreso en el diálogo y la cooperación tecnológica con respecto al 5G, la realidad es que China sigue imponiendo importantes restricciones a las inversiones europeas, y la tarea de garantizar la protección de la información sensible de los Estados, así como la seguridad de los datos de los ciudadanos, aún está pendiente.
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