La actualidad informativa es una masa informe que hace esmerarse mucho a quien quiera ordenarla y darle sentido. Hubo un tiempo no muy lejano en que eso lo hacían bien los periódicos de papel, pero desde que los papeles coinciden con sus ediciones digitales, la actualidad se muestra temblorosa y lábil. Demasiados días y a primera hora de la mañana, las portadas del papel y de la edición digital son tan distintas que uno llega a creer que está leyendo cabeceras diferentes. Y así, resulta imposible de digerir eso que los periodistas clásicos llamaban la crónica de la actualidad. Decía Ramón Gaya que los críticos (los periodistas) entienden de lo que no comprenden. Puede que sea eso.
No hay un argumento, son cientos los que se cruzan y relacionan entre personas de forma dispar e inesperada. Cuando cree uno que ha encontrado una explicación para compartir con el lector, aparece una nueva historia que, por vieja, la deja atrás y sin interés. Les confieso que en eso estaba mientras pensaba en la última tomadura de pelo de la vicepresidenta dos, a la que unos cuantos amiguetes, pocos, poquísimos, le han hecho coordinadora de un proyecto político que tiene la fuerza de una apnea.
Pero de vez en cuando la actualidad te regala una trama informativa en la que uno se dice así mismo, pero ¿cómo no había dado con ella? ¡Era de cajón! Y así, como si fuera un milagro de la actualidad ayer lunes de Pasión aparecieron relacionados los nombres de Luis Rubiales y Koldo García. He aquí, me digo, la vida bien encajada y sin necesidad de muchas explicaciones. ¿Qué puede haber cuando se unen semejantes marcas de la España más rocambolesca y casposa? Pues hay eso que usted y yo hemos pensado cuando hemos visto la noticia adelantada por los compañeros de El Confidencial.
Después del 23J, la primera vez que se presentó Sumar a unas elecciones autonómicas, Díaz consiguió cero escaños y hoy es una fuerza mínima, apenas un aliento moribundo que reposa en la geografía extraparlamentaria
La lógica informativa que soporta el matrimonio Rubiales-Koldo no la encuentro en otros lugares. Ese encaje de pillos llega al mismo tiempo que la esperada asunción de Yolanda Díaz al liderazgo de algo tan evanescente como es Sumar. La vicepresidenta segunda ha llegado a donde ha llegado a base de casualidades y traiciones reiteradas. Toda ella es una aliteración en regla. Sorprenden mucho sus ataques a Feijóo y su insistencia en que ella lo conoce bien, muy bien, repite mirando al patio de butacas. Y el patio de butacas bobalicón y torpe, como el de todos los mítines, rompe en aplausos y emociones, quizá porque eso es más fácil y cómodo que reparar que a quien conocen bien en Galicia es a ella: después del 23J, la primera vez que se presentó Sumar a unas elecciones autonómicas, Díaz consiguió cero escaños y hoy es una fuerza mínima, apenas un aliento moribundo que reposa en la geografía extraparlamentaria, allí donde habita lo estrafalario y friki. Qué alguien con este bagaje nos dé de vez en cuando la martingala con sus sueños disparatados, como dicen en La Mancha, resulta cansino, muy cansino.
Cuando no hay nada que coordinar
En uno de esos zigzags tan naturales en la vida de un periodista -y les pido disculpas por hablar de uno mismo-, recurrí al consejo de uno de los periodistas más sabios y generosos que he conocido, Manuel Martín Ferrand, quien tenía a bien regalar sus conocimientos en situaciones en las que claramente él notaba la presencia de una cierta injusticia cuando no de una gran estulticia. En aquel entonces se trataba de alguien que creyó inventar la radio y terminó cerrando toda una cadena de emisoras. Para quitarme del medio, esa alma bendita me ofreció el cargo de coordinador, y entonces se lo conté a Manolo. No lo cojas, me dijo. De ninguna manera lo aceptes, sentenció. Que te nombren director o nada. O jefe o nada. El de coordinador es el cargo más desgraciado que uno conoce. Si alguien quiere cesarte lentamente sin que se note mucho, te nombra coordinador y deja que el tiempo pase y haga su trabajo. Si coordinas no mandas, pero las tortas -no dijo tortas, claro-, te vienen todas juntas como si mandaras. Pide la cuenta y vete de ahí cuanto antes. Manolo acertó una vez más, y todavía hoy le sigo agradeciendo aquella advertencia.
La primera presidenta del Gobierno de España
Eso es lo que hoy es Yolanda Díaz, la coordinadora general de un partido que no quiere ser partido, que resulta anecdótico y sólo necesario para Sánchez y su cálculo de supervivencia. Coordinadora de un soporte sin aliento sin oficina abierta en Valencia, Cataluña, Madrid y Aragón, aunque puede que sí esté presente en Ceuta y Melilla. Eso es lo que va a coordinar esta señora que hace poco nos dijo que iba a ser la primera presidenta del Gobierno de España.
En realidad, es la coordinadora de un engendro de intereses cruzados que ha salido adelante con una participación del 11,6% de los inscritos, el resto ha pasado de votar. Me cuenta un amigo que es un logro esa cifra si tenemos en cuenta que hasta ahora, para ser inscrito, no había que pagar cuota de militantes. Cuando sea obligatoria, será peor, me decía.
Quizá se comprenda mejor que Urtasun no se ruborice cuando asegura que en este Gobierno es Sánchez quien encesta los tiros libres mientras Yolanda mete los triples
La coordinadora de Sumar tiene siempre quien le aplauda y quien le rece en el Vaticano. Cuando no se deja ver con el Papa de Roma, tiene siempre cerca al ministro que sueña con superar el marco colonial de nuestros museos. Este ministro, diplomático de formación, cree que lo que Díaz tiene en sus manos es el alma del Gobierno. Dicho esto, quizá se comprenda mejor que Urtasun no se ruborice cuando asegura que en este Gobierno es Sánchez quien encesta los tiros libres mientras Yolanda mete los triples. ¡Con lo que cuesta sacar la oposición al cuerpo diplomático y terminar diciendo estas simplezas!
Quizá la coordinadora general no lo sepa, pero Urtasun sí sabe que Sumar no puede caminar sólo ni nació para enmendar la plana a Sánchez, por la sencilla razón de que es un invento del presidente. ¿A quién quiere engañar Díaz? Pues al que se deje. Por lo demás, el Gobierno no tiene alma, ni tiempo, ni ideología, pero sí una señora que ya no puede engañar a nadie y que le sienta bien al señor que vive en la Moncloa. La mantendrá mientras crea que ella es el alma del Gobierno y le sirva para apaciguar el espacio de la extrema izquierda que Podemos dejó para el arrastre.
Ahora le han hecho coordinadora de algo que no se sabe si es un partido, un movimiento, una agrupación o una coalición. Coordinadora de la nada, que diría Alfonso Guerra.
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