El equipo olímpico de opinión sincronizada se ha lanzado de cabeza al Atlántico para ayudar al PSOE a ganar las elecciones gallegas a costa del accidente de un barco. Los mismos que hace un par de semanas despotricaban contra la exalcaldesa de Pamplona por asegurar que preferiría fregar escaleras a gobernar junto a Bildu -”mi madre también fregó escaleras”, dijeron todos, con una coordinación sorprendente- ahora lamentan la negligencia del Ejecutivo gallego ante el “vertido” de pellets de plástico en el océano, en un intento de asociar este asunto con el del Prestige, a sabiendas de que en aquel entonces le sirvió a la izquierda para medrar.
Escuchar estos días el cruce de acusaciones entre las diferentes administraciones causa sonrojo y vuelve a ilustrar sobre un hecho difícil de ocultar, y es que en la España autonómica nadie resiste la tentación de echar las culpas al otro cuando la cosa se tuerce. Generalmente, por causa de la incompetencia.
La Xunta de Galicia afirma que recibió el primer aviso oficial del vertido el 3 de enero, mientras que el Ejecutivo expresa que el 21 de diciembre tuvo constancia del accidente y así lo comunicó a la Administración autonómica. Ésta, a su vez, dice que ese mensaje no fue oficial y, por tanto, que lo restó importancia, en un argumento tan difícil de entender como lo es que el Gobierno fuera consciente del accidente del barco liberiano tan pronto y no moviera un dedo.
A los habitantes de los municipios que se encuentran junto a las playas afectadas seguramente les interese mucho el saber quién es más responsable de todos. Sea como sea, aquí surge una pregunta cuya respuesta resulta muy ilustrativa: ¿por qué no actuó con más decisión el primero que se dio por enterado? ¿Quizás porque infravaloró la amenaza o quizás porque en realidad no era tan grande como la izquierda ahora la quiere definir?
Es difícil saber quién tiene razón aquí, a priori, pero los opinadores oficiales del sanchismo ya se han decantado al respecto: la culpa es del PP, al igual que en 2002, cuando se hundió el Prestige y provocó un desastre natural gigantesco. Así que en los últimos días la Brunete sanchista ha redoblado esfuerzos para transmitir estos mensajes a los cuatro vientos, hasta el punto que las críticas a la Xunta han aparecido en todos los telediarios y programas de debate. En TVE no han escatimado medios. García Ferreras se ha puesto la capa -las tres en realidad- de periodista corajudo y no hay programa en el que no aborde el tema.
El doble rasero
Llama la atención porque estos mismos colaboradores de Moncloa –porque es lo que son- despotricaban hace cuatro años contra ‘la derecha’ por politizar otro 'suceso imprevisto', como fue la pandemia de covid-19. ¿Y qué era ‘politizar’, a su juicio? El cuestionar las decisiones de un inexistente Comité de Expertos –dirigido por Fernando Simón- que, entre otras cosas, permitió las manifestaciones del 8-M cuando era evidente que la infección vírica constituía una amenaza mundial.
Esos mismos redefinieron las fronteras de la ‘ciencia’ para adaptarlas a lo que le interesaba a Moncloa; y despotricaron contra las mascarillas –“sólo son necesarias en hospitales”- o defendieron su obligatoriedad en función de lo que le viniera bien al PSOE. A la vez, la emprendieron contra la prensa conservadora por expresarse crítica con las decisiones del Gobierno en un momento en el que tocaba “remar juntos” para vencer al enemigo invisible. Esos que apelaban a que el periodismo fuera ‘comprensivo’ y responsable en un momento de emergencia, ahora intentan utilizar un accidente para ganar unas elecciones. Porque no lo hacen por otra cosa.
Es lo de siempre: puro oportunismo. El mismo que demuestra ese equipo tan bien engrasado con el dinero de las tertulias, que está conformado por los opinadores oficialistas, que sin ningún rubor, y con la panza llena, se expresan cada vez de una forma más evidente en favor de su padrino cada vez que éste lo necesita.
Todos estos organizaban debates contra las fake news en su día y llamaban “negacionistas” a todos los que disentían de la versión oficial –y no sólo a los memos que desconfiaban de la existencia del virus-. Ahora, hay alguno que ha difundido la imagen de un pez de Sri Lanka al que en 2021 encontraron con la boca llena de bolas de plástico… y al que han querido acercar a las costas gallegas. El BNG hizo lo mismo con unas bolas de plástico que se fotografiaron en Texas. Pero ya se sabe: la verdad es la primera gran sacrificada cuando estalla una guerra y aquí... hay quien ha utilizado este desastre natural como casus belli contra el PP.... y va a por todas.
Es evidente que se ha producido un accidente y que la casa quedó varios días sin barrer, por unos y/o por otros. No creo que ni el PP ni el Ejecutivo sean ni mucho menos inocentes ni ejemplares en este asunto. También es palpable que las playas del norte de España han vuelto a sufrir las consecuencias de un vertido, que –es entendible- se investigará a partir de ahora. Eso sí, mientras tanto, los pescadores y mariscadores critican el excesivo alarmismo que han generado los políticos por razones electorales.
A lo mejor hubo quien, en la Xunta, se asustó ante el primer aviso y quiso imitar la estrategia del avestruz. Es una opción. Pero lo que parece claro es que en Ferraz hay quien ha visto la oportunidad de hacer daño al enemigo con este asunto y ha puesto en marcha a toda su maquinaria propagandística –inmensa- para tratar de conseguir votos a costa del malestar de los afectados: los ciudadanos. Es lo de siempre: puro oportunismo. El mismo que demuestra ese equipo tan bien engrasado con el dinero de las tertulias, que está conformado por los opinadores oficialistas, que sin ningún rubor, y con la panza llena, se expresan cada vez de una forma más evidente en favor de su padrino cada vez que éste lo necesita.
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