El morbo ahora en España es el crimen en Génova 13, que parece el castillo del conde Drácula. En realidad es un crimen sin resolver. El vampirismo va camino de convertirse en una tragicomedia política. Esta, nuestra política, es pura literatura. Ayuso aparecía ante las cámaras el jueves negro con su chaqueta blanca inmaculada. A mí me fascina la caza de Ayuso (montería en la que participan desde los periodistas hasta los políticos del partido propio y de la oposición sin descanso), porque, literaria como una es, ve ya en Ayuso un personaje novelado, un animal político de raza, una pura sangre que ha conseguido elevarse y zafarse de todos sus enemigos, por el momento.
Ha logrado eludir las acusaciones de populismo franquista que le achacaba la izquierda con cintura torera, con elegancia, para lanzarse después a la gresca con su propio partido. Hoy Ayuso es considerada una política indeseable para su partido, un aura de malditismo la persigue. La calle está con ella, porque no teníamos más salvación que la de un PP vampirizado y cuando la patria parece secuestrada por políticos a derecha e izquierda, uno hace patria de su juventud, de sí mismo, de la presidenta de su comunidad autónoma, de su Cibeles y de Paco Umbral. La derecha ahora somos los señoritos perdis de la hermandad isabelina, los golfos de casa bien, los anarquistas de derechas.
Queriendo ser presidenciables, han convocado la caza de Ayuso que, como siempre, sale impoluta de cualquier acusación. Casi parece que Ayuso podría haber previsto el guión de este sainete de Berlanga y haber orquestado la cacería, dejando esparcir los rumores por las habitaciones de Génova 13. El murciano cree que ha inventado la política, cuando ocurre que la política les ha inventado a ellos. No se han enterado de que la reina de corazones ha acabado ya con unos cuantos rivales, y es la mejor estratega de su oficio. La política vampiresca es una política barroca, de la fuerza, frente a la política de Ayuso, que opta por la seducción. Es la política antigua, arcaica, de élites cerradas que no escuchan lo que ocurre fuera de los muros de Génova, frente a una política que participa y se ocupa de la calle, de los madrileños, que no deja de utilizar esta carta a su favor. Tanto el PSOE como Génova 13 la han subestimado, y con ello han construido un ídolo y una mártir. Han construido al mejor personaje político de lo que llevamos de siglo.
Estamos ya a un salto de quedarnos sin PP, con Génova 13 destartalada, con todos los muebles estorbando como viejos aparadores en el castillo, y nadie sabe qué hacer en medio de este psicodrama
En Génova 13 no les vuela ni una mosca dentro de la sala de reuniones, pero fuera, en la calle, cada vez hay más moscardones, los fans de Ayuso. Los calaveras madrileños, hacia 1830, eran señoritos que resolvían de puertas afuera sus conflictos, nada de esconderse bajo las sábanas. ¡Menudos somos los madrileños! El jueves negro un estilo de política saltó por los aires. Estamos ya a un paso de quedarnos sin PP, con Génova 13 destartalada, con todos los muebles estorbando como viejos aparadores en el castillo, y nadie sabe qué hacer en medio de este psicodrama.
Yo propongo que la derecha no vuelva a subestimar a una rival cuando muestra sus dotes de estratega y tiene el respaldo de la ciudadanía. La seducción, ese arma de las mujeres siempre ignorada por las feministas, es la fuerza que domina hoy la política. Los enemigos íntimos de Ayuso pensaban salvar a España sacrificando a su mejor pieza, la reina. Verdaderamente, parece que la política que se asemeja a una tribu primitiva, la gorilería y los papiones, tiene los días contados. El morbo ahora, para las cenas del sábado, es el crimen de Génova 13. Lo que el personal quiere es sangre, un incendio y unos mariachis cantando música de fondo, una canción que rinde tributo a una bella mujer. Yo ya avisé de que Ayuso era una mujer de armas tomar.
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