El problema de la maldad es que a veces es difícil de detectar. Sólo los ilusos piensan que el diablo se manifiesta con rabo y cuernos, pues la sinceridad no es un requisito para el maligno, que posee un armario repleto de disfraces. Cuando ocurre un suceso luctuoso, como el infanticidio de Tenerife, hay quien aprovecha el dolor de las víctimas y sus familias para ganar dinero; pero, claro, nunca lo reconoce, sino que lo camufla como puede. Los carroñeros mediáticos siempre utilizan la misma táctica: apelan al interés de los ciudadanos por la información de 'sucesos' para justificar su actitud carroñera y su afán por hacer negocio.
Se jactaba este jueves por la noche una gran televisión nacional de tener una exclusiva de gran interés. Eran las imágenes del traslado de las bolsas que contenían el cadáver de una de las pobres niñas asesinadas en Canarias. Fue en esa misma cadena, Antena 3, donde Nieves Herrero y Manuel Campo Vidal dieron una lección ejemplar hace 25 años de cómo se debe hurgar en la herida que genera en una familia la aniquilación de su hija.
Sucedió en Alcácer, donde una intrépida Olga Viza se coló en el domicilio particular de los afectados -con su permiso, claro- y mostró el momento en el que el padre y la madre de una de las víctimas se encontraban, tras tener noticia del crimen. Herrero dio clases en una facultad de Periodismo y Comunicación después de eso. A Viza le dieron un Premio Ondas en 1995. Y Campo Vidal fue presidente de la Academia de Televisión durante unos cuantos años.
El gusto de los medios por la sangre y las vísceras no es exclusivo de España, pero aquí ha tenido manifestaciones sorprendentes. Cuando el cadáver de Diana Quer se encontraba en un pozo, tras ser asesinada, hubo periodistas y tertulianos que especularon con la posibilidad de que se hubiera fugado con un novio. Otros, analizaban la situación personal de sus padres y de su hermana como si eso importara. No mucho después, el niño Julen Roselló cayó a un pozo y eso requirió la movilización de sofisticados medios para sacarlo. Mientras se sucedían las labores, algunas televisiones difundieron mensajes del tipo: “A 8 metros de Julen”. Los medios digitales enviaron varias alertas al teléfono móvil de sus lectores para informar de la distancia que separaba el cadáver del equipo de rescate.
Fue una tarde de viernes, cuando la audiencia se suele resentir y cuando este tipo de noticias suelen impulsar ese dato. Nada es casual.
Los buitres mediáticos
En este momento de desnorte absoluto, han sido varios periodistas los que se han realizado conexiones en directo desde barcas para informar sobre las últimas novedades de este crimen. Otros, incluso se han permitido comentar que el supuesto asesino no aceptaba la relación de su expareja con su novio belga. Y, en otros casos, se han llegado a publicar titulares del tipo: “¿Cómo murieron las niñas de Tenerife? Los investigadores creen que su padre las asfixió en casa, las lastró en el mar y después se suicidó”.
Hubiera sido sencillo ceñirse a las labores de las fuerzas de seguridad y a las cartas que la propia madre difundía entre la prensa, pero, quien no va un paso más allá, corre el peligro de obtener menos audiencia y ganar menos dinero.
A la incesante labor de los medios de comunicación por servir de altavoz de los detalles más escabrosos de este crimen se ha unido, en este caso, el oportunismo de algunos políticos -y voceros- por sacar rédito de todo lo relacionado con la violencia machista y familiar. La ministra de Igualdad, Irene Montero, escribió el jueves por la noche el siguiente mensaje en sus redes sociales: “No hay palabras para acompañar a Beatriz en estos momentos de terrible dolor. Esta violencia que se ejerce contra las mujeres madres para golpear donde más duele es una cuestión de Estado. Estamos aquí para lo que sea necesario”.
Si Satán apareciera en la Tierra, quizás lo haría como portavoz parlamentario o como reportero de una televisión
Es la misma persona que, hace unas semanas, cuando Telecinco estrenó el documental sobre Rocío Carrasco, escribió un tuit de apoyo incondicional a la protagonista, previamente a reconocer que no tenía ni idea del recorrido judicial del caso. Cuando una versión me interesa, le pongo la etiqueta de 'verdad absoluta' sin comprobar que, realmente, el relato sea cierto.
En el otro extremo se encuentra un habitual de la agitación en las redes sociales, quien hace las delicias de la derecha populista más desnortada. Es Alvise Pérez. Veamos: después de que trascendiera el hallazgo del cadáver de una de las niñas, Pablo Echenique publicó un tuit propagandístico muy similar al de Irene Montero. Al poco, Alvise, que conoce bien lo que quiere su parroquia, le recordó que “el 70% de filicidios lo cometen mujeres”. Su mensaje lo terminó con dos palabras: “miserable basura”.
Resultaría agotador debatir sobre los argumentos de ambas partes. Dios nos libre de sumergirnos en esos barros. Entre otras cosas, porque aquí la clave no se encuentra en las cuestiones políticas y sociales relacionadas con la violencia, sino en el crimen cometido por un monstruo que, cegado por la maldad más absoluta, asesinó a sus hijas para convertir en un infierno la vida de su exmujer.
El resto son consideraciones de carroñeros, buscavidas y desalmados que buscan su minuto de gloria y, sobre todo, llenar su bolsillo. Si Satán apareciera en la Tierra, quizás lo haría como portavoz parlamentario o como reportero de una televisión.
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