Opinión

Ante una nueva crisis de deuda, soluciones imaginativas

Se requiere una combinación de nuevas políticas económicas de medio y largo plazo, además de una reforma radical de las composiciones del capital y de los órganos rectores, como el FMI, Banco Mundial, OMC o G-20

La economía global ya no da más de sí. De nuevo el neoliberalismo, como sistema de gobernanza, rehén de sus incongruencias. Solo sabe sobrevivir generando burbujas de activos, alimentadas y financiadas, obviamente, con la creación de la correspondiente parte alícuota de deuda privada, para su posterior transformación, cual mago Houdini, en deuda soberana. Porque todas las burbujas financieras estallan, produciendo una recesión de balances. ¡Es la hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman Minsky!

Pero la inversión productiva ni está ni se le espera; los salarios no aumentan; la productividad de los factores continúa cayendo; el sistema bancario mundial es profundamente frágil; y la inestabilidad financiera elevada. Y es en este contexto donde los Bancos Centrales anuncian que ya no habrá una expansión cuantitativa adicional. En Román-Paladín, no harán compras nuevas de deuda, pública y/o privada, en mercado secundario. Si a eso añadimos un margen de política monetaria nulo en la eurozona, y que los absurdos e increíbles criterios de Maastricht impiden el uso de la política fiscal como instrumento de política económica, básico en recesión de balances, la segunda fase de la Gran Recesión está servida y con ella las turbulencias que amenazarán de nuevo la sostenibilidad del Euro.

Las empresas no financieras de medio mundo se adentraron en un nuevo lodazal, un río de deudas de su propia creación

En un blog previo avisamos de que de nuevo una crisis de deuda privada se avecina, que podría además activar una crisis de deuda soberana en aquellos países que carecen de soberanía monetaria, como el nuestro. Las empresas no financieras de medio mundo se adentraron en un nuevo lodazal, un río de deudas de su propia creación. Han estado impulsando los precios de sus acciones con adquisiciones empresariales y/o recompras sin fin de sus propias acciones, ambas financiadas con préstamos con tipos de interés bajos y emisiones de bonos basura. Junto a bancos zombis, ahora tendremos además corporaciones zombis. Si en la primera fase de la Gran Recesión la porquería la esparcieron los bancos sistémicos por medio mundo vía CDOs, acrónimo en inglés de una Obligación Colateralizada por Deuda (Collateralized Debt Obligation), ahora lo han hecho vía CLOs. En un entorno global de bajos tipos de interés, la búsqueda de rentabilidad halló una nueva fuente comparativamente atractiva, la deuda corporativa emergente estadounidense, que posteriormente se trasladó al resto de áreas geográficas, en la forma de títulos con garantía sobre préstamos CLO, su acrónimo en inglés (Collateralized Loan Obligation).

Propuestas de alternativas económicas

Pero hay que estar preparados y ofrecer una hoja de ruta alternativa a un sistema de gobernanza finiquitado. Desde estas líneas nos hemos explayado en ofrecer las bases de una nueva política económica. Obviamente la solución óptima pasa por revertir los pilares básicos del neoliberalismo. Se requiere una combinación de políticas económicas de medio y largo plazo; y la implementación de ciertas políticas transitorias que permitan corregir los efectos más negativos de las políticas actuales –marginalidad, exclusión, y pobreza- hasta que se alcance los objetivos de medio y largo plazo.

La inversión productiva ni está ni se le espera, los salarios no aumentan, la productividad continúa cayendo y el sistema bancario mundial es profundamente frágil

En primer lugar debemos recuperar el objetivo de pleno empleo, asumido durante la edad de oro del capitalismo y abandonado a su suerte tras la puesta en marcha de la agenda neoliberal (Consenso de Washington). Para ello es fundamental entender el concepto de soberanía monetaria, la base de la Teoría Monetaria Moderna, y el instrumento básico vinculado a la misma es la propuesta de trabajo garantizado (0% desempleo). Asociado a esta propuesta será de vital importancia un New Deal alrededor de una nueva política energética asociada al cambio climático. Me refiero a la propuesta de “Green New Deal” de la nueva flamante congresista estadounidense Ocasio-Cortez y del senador Bernie Sanders. Frente a las propuestas de impuestos ecológicos de Macron o Sánchez, que de nuevo castigan fiscalmente a las clases más desfavorecidas, es una propuesta de generación de empleo verde inclusiva para todos.

En segundo lugar se debe incrementar el salario mínimo. Uno de los dogmas asociados a la flexibilidad del mercado de trabajo es que no debe haber salario mínimo. Ya hemos argumentado hasta la saciedad que la historia no encaja con los hechos. En tercer lugar, es necesario revertir parte de los procesos de privatización de los servicios públicos, desde la educación, sanidad, hasta la dependencia, pasando por los servicios sociales. Finalmente, hay que rediseñar el sistema impositivo que bajo el principio de equidad redistribuya la riqueza de los más acaudalados a los más pobres sin castigar la actividad productiva. Si se hiciera adecuadamente daría margen amplio para bajar los impuestos al factor trabajo, al factor capital, y permitiría reducir de manera ostensible ese impuesto tan injusto que se ceba especialmente sobre los más débiles, el IVA.

Supervisión pública de los centros financieros

Tras el estallido de la nueva burbuja generada durante los últimos años se producirán quiebras empresariales. Como condición necesaria, aunque no suficiente, se debe reducir el tamaño del sistema bancario occidental acorde a la economía real, mediante una reestructuración del mismo a costa de gerencia, propietarios y acreedores. Este proceso lleva asociado implícitamente una restructuración de la deuda global: quitas de deuda. Los mecanismos de reducción de deuda, limpieza de balances, y de reordenación del sistema financiero ya se implementaron con éxito en el pasado. Pero hace falta todavía mucho más.

Es necesario de una puñetera vez limitar el proceso de financiarización asociado al neoliberalismo. Por un lado, se deben poner bajo supervisión pública los principales centros financieros internacionales. Por otro, se debe restablecer la ley Glass-Steagall de separación entre banca de inversión y banca comercial. Finalmente, teniendo en cuenta el impacto del ciclo de materias primas en el crecimiento económico de productores y consumidores, es necesario volver a prohibir la participación en el mercado de derivados de la energía y de productos agrícolas a aquellos especuladores que no tienen posiciones físicas alrededor de los mismos, especialmente las mesas de trading de bancos que toman posiciones propias y que hacen que los precios estén sujetos a la avaricia y miedo de los inversores. Con la energía y los productos agrícolas no se juega a la ruleta.

Es necesario revertir parte de los procesos de privatización de los servicios públicos, desde la educación, sanidad, hasta la dependencia y los servicios sociales

Pero además, un sistema monetario internacional centrado en la economía real requiere de una nueva moneda de reserva global. El método más sencillo es el de transformar los derechos especiales de giro (DEG) en este nuevo instrumento monetario global, con la participación de las  monedas de las principales economías en la cesta de definición de su valor -dólar estadounidense, Euro, yen, yuan, rublo ruso, real brasileño, rand sudafricano, y el oro-. El objetivo deseable de la reforma del sistema monetario internacional  es crear una moneda de reserva internacional que esté desconectada de naciones individuales concretas y que puede permanecer estable en el largo plazo, eliminando así las deficiencias inherentes causadas por el uso de monedas de naciones cuyo crecimiento se basa en el crédito.

Finalmente es necesaria una reforma radical de las composiciones del capital y de los órganos rectores de las principales organizaciones mundiales (FMI, Banco Mundial, OMC, Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, G-20), que debe incorporar a las nuevas potencias emergentes (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, o Méjico).

No cabe duda que todas y cada una de estas propuestas serán inicialmente despreciadas por el establishment. Solo la cruda realidad y la presión de los votantes permitirían cambiar la actual realidad distópica. Mientras tanto, nueva ración de sufrimiento para la inmensa mayoría.

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