La casualidad ha querido que la puesta de largo del informe Fundamentos para una estrategia nacional a largo plazo. España 2050, que va a presentar oficialmente Pedro Sánchez este jueves, haya coincidido con la mayor crisis entre nuestro país y Marruecos desde que hace 45 años Hassan II, padre del actual monarca Mohamed VI, aprovechará la debilidad que vivíamos en plena agonía de Francisco Franco para invadir la antigua colonia española del Sáhara Occidental a través de La Marcha Verde.
Duro golpe de realidad que nos ha hecho despertar de golpe -a Sánchez el primero- de esos sueños respecto a una economía verde y digital, hidrógeno limpio y coche eléctrico sobre los que escribía este lunes en El País el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, para resituarnos en lo inmediato; es decir, lo urgente, lo importante: que el principal desafío al que nos enfrentamos a corto plazo es el hambre de África y la determinación del vecino fronterizo a la hora de explotarlo y sacar rédito político, diplomático y económico frente a España; nos guste o no escucharlo.
Lo que estamos viviendo desde la madrugada del domingo al lunes no es (solo) un episodio más del pleito de soberanía por las dos últimas ciudades españolas en el continente africano; lo que ha vuelto a poner de relieve la enésima crisis migratoria -me niego a llamarlo invasión, sería hacerle el juego a Mohamed VI- con el asalto de miles de magrebíes y subsaharianos a la frontera sur de Europa es la vulnerabilidad de nuestro confort occidental.
La diferencia de renta per cápita a uno y otro lado de la verja es de diez a uno, 24.000 euros en España por 3.000 en Marruecos; mucho menos todavía en los países del África central... hablemos claro: El rey del país vecino tiene carne de cañón de sobra, como hemos visto en cada uno de los cientos de niños, jóvenes y no tan jóvenes que yacían exhaustos en la playa del Tarajal después de haber recorrido, en muchos casos, miles de kilómetros a pie. Porque el hambre no sabe de economías descarbonizadas, España hará bien en prepararse para una avalancha en sus dos ciudades africanas tan o más grande que la que vive Estados Unidos en sus 3.000 kilómetros de frontera con México.
Sánchez ha protagonizado una inédita visita presidencial a Ceuta y Melilla en 40 años de democracia y eso después de avisar que defenderá la integridad territorial “con todos los medios necesarios”... a buen entendedor
Ni la más que cuestionable y polémica atención médica “por razones humanitarias” al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali -después de que Alemania se negara-, justifica semejante represalia diplomática marroquí jugando con las vidas de miles de sus nacionales y de vulnerables de otras nacionalidades, ni el Gobierno podía ponerse de perfil, como ha ocurrido en tantas otras ocasiones en casi medio siglo desde la Marcha Verde para no provocar la ira marroquí.
Sánchez ha protagonizado una tan inédita como tumultuosa visita a Ceuta y Melilla en calidad de presidente -todos sus antecesores se escabulleron por no airear el viejo conflicto de soberanía-, y antes tuvo que avisar que defenderá la integridad territorial “con todos los medios necesarios”, es decir, también los militares, en un mensaje que previamente había comunicado al Rey Felipe VI y al líder de la oposición, Pablo Casado;... a buen entendedor.
No le quedaba otra al jefe del Ejecutivo menos pro marroquí de cuantos ha habido en España -éste de coalición entre el muy ambiguo PSOE en éste espinoso tema y el muy pro saharaui Unidas Podemos- que exhibir músculo, legionarios y blindados en la frontera ante un Mohamed VI venido arriba desde que Donald Trump decidiera reconocer por intereses puramente comerciales y geoestratégicos en los estertores de su mandato en la Presidencia de los EE.UU. nada menos que la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Una inoportuna y extemporánea decisión de Trump -que Joe Biden ha enfriado-, la cual contraviene el referéndum auspiciado por la ONU al que se aferra España y que amenaza con agitar el avispero norteafricano y las relaciones de Marruecos con la Unión Europea.
El respaldo de la Unión Europea
Tiene Sánchez la ventaja de que juega, en esta ocasión, con el respaldo de una UE, empezando por Alemania, que no parece dispuesta a ceder ante los intereses estadounidenses y de la Familia Real marroquí así como así. Y con el hecho, no menor, de que el mundo entero ha visto de lo que es capaz de hacer Mohamed VI con su pueblo cuando de intereses se trata.
Pero las circunstancias internas de su mandato no se lo van a poner fácil, no; a la dura derrota electoral en Madrid, de la que el PSOE todavía no se ha recuperado, se une una crisis diplomática con el vecino del sur- esperemos que se quede en eso- cuando lo cierto es que Sánchez no tiene en el Congreso una mayoría parlamentaria segura da siquiera para una prórroga del estado de alarma por la covid o una Ley de Pandemias, como re le reclamaba el PP.
Vamos a ver cómo evolucionan los acontecimientos en la frontera de El Tarajal en los próximos días y en Melilla, ojo, el otro frente caliente en la orilla de enfrente; y, sobre todo, vamos a ver qué dicen los socios del PSOE, empezando por Unidas Podemos y siguiendo por ERC y Bildu, tan pro saharauis y contrarios a una política mano blanda con el vecino marroquí. Bien hará el presidente del Gobierno y su principal asesor en preparar un manual alternativo a esa España 2050 idílica, público o secreto, me da igual -que la inteligencia no es cosa para andar aireando-, y pactarlo con quien puede ser su sucesor en La Moncloa, Pablo Casado; podría llamarse en perspectiva: Marruecos 2050... (por dar ideas).
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