De ir con Sánchez a ir sin él va un mundo. Esa es la gran diferencia entre el viaje a Paiporta de SSMM los reyes con el presidente del gobierno, que salió por patas cobardemente ante la reacción totalmente adversa de los paisanos, al de Chiva en el que han acudido solos con el presidente valenciano y, exceptuando algún que otro grito de “Mazón dimisión”, no pasó nada.
Todo eran gritos de “¡Viva el Rey!” y un estallido de emoción al ver los afectados por la terrible hecatombe de la DANA que Don Felipe y Doña Letizia estaban con ellos. Y eso, en sí, es mucho, porque en palabras de Doña Letizia a nuestro compañero Carlos Alsina “Hemos venido a escuchar, hablar, compartir”. Escuchar, verbo que ni Sánchez ni su gobierno saben conjugar. Los de siempre pretextan que estos viajes son un brindis al sol o pura propaganda.
Hay mucho tonto por metro cuadrado en España. Don Felipe no puede gobernar, cierto, pero una llamada suya, una recomendación, una petición, una sugerencia, pueden mover montañas de solidaridad y ayuda entre los que sí tienen capacidad de aportar medios a los afectados. Discretamente, lejos de los focos, con ese patriotismo que, a fuer de discreto, lo es más.
Todo eran gritos de “¡Viva el Rey!” y un estallido de emoción al ver los afectados por la terrible hecatombe de la DANA que Don Felipe y Doña Letizia estaban con ellos
En Chiva la monarquía parlamentaria ha revalidado su papel como eje y contrapeso de los intereses políticos de unos y de otros. Lejos de banderías, Don Felipe ha dicho tajantemente “Hay que mantener la ayuda y el apoyo”, asegurando que tanto él como la reina volverán. “Hay que estar cerca de los ciudadanos”, insistía el Rey en tono de advertencia a navegantes. Tiene pelendengues que sea el monarca quien insista en eso, mientras que quienes se jactan de izquierdosos están a por uvas. Aunque quizá no sea tan extraño, porque jamás se vio en nuestra democracia unos gobernantes tan alejados de la calle, de la realidad social, de los problemas de los ciudadanos.
Sánchez se pega la vida padre viajando con su mujer en la valija diplomática sin hacer el huevo – en todos sus años de gobierno Sánchez solo ha convocado un Debate el Estado de la Nación, por vía de ejemplo de lo que este sujeto entiende por dar cuentas al conjunto de la nación –, cada vez aumentan los rumores acerca de las terribles decisiones de Teresa Ribera con la presa de Forata permitiendo que se desaguaran siete mil millones de litros de agua, la parálisis gubernamental los hace más dependientes que nunca de separatistas y demás ralea y este jueves veremos si Aldama cantará o no acerca del círculo de presunta corrupción que rodea al presidente y a sus allegados y colaboradores.
Mientras tanto, los voceros gubernamentales se pasan el día mintiendo como bellacos, lanzando botes de humo para disimular el estado de abandono en el que vivimos e intentando salvar sus gloriosas posaderas, prebendas y cargos. No es de extrañar que Sánchez no quiera mancharse de barro porque vive sumido en el suyo propio. De ahí que los vivas al Rey sean mucho más que una muestra de adhesión o simpatía hacia el monarca. Es el grito de un pueblo que sabe de quién ha de fiarse y de quién no, de quién puede esperar que se enfangue para estar a tu lado y de quién prefiere la moqueta del Falcon. Claro que, como escuché con estupor el otro día a una youtuber, la gente de los pueblos afectados por la DANA que vitorean a Su Majestad son todos de VOX. El sanchismo es algo peor que una doctrina dañina. Es una patología de difícil curación. Por eso sus afectados están enfermos.
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