Lo cierto es que la carta del presidente Sánchez da mucha pereza, si no ocupase el cargo que ocupa podría ser la queja lastimera de cualquier niño al que no le han dejado hacer lo que quiere. En un análisis del discurso de urgencia, la carta sigue una estructura básica con estrategias retóricas como el Ethos (es un adalid de la defensa progresista), el Pathos (vuelve con su versión de la “fachosfera”, esta vez en forma de fango) y el Logos (naturalmente cualquier acusación es mentira). A esto se le une la emocionalidad y la impostada cercanía del hierático Sánchez. Lo dicho, pereza, sigue supurando polarización y revanchismo. Un país en vilo, un presidente reflexionando en su “dacha”, una Europa perpleja.
La perplejidad también la encontramos en la descomposición o, mejor dicho, en la implosión de nuestro sistema político y de nuestras instituciones. El espíritu constitucional, en buena medida, se fundamentaba en la lealtad a la democracia y a nuestro país. En cuanto las fuerzas populistas -aquellas que consideran la democracia como un instrumento- han alcanzado el poder, se ha visualizado que no hay un equilibrio real de poderes, que el Ejecutivo puede actuar con formas autocráticas y justificaciones esperpénticas. Pero no solo eso, llama la atención la velocidad de esta descomposición, en poco más de cinco años nos hemos dado de bruces con esta concepción personalista, polarizadora y mesiánica del poder, solo cinco años.
En este camino, de decreto a decreto y tiro porque me toca, ha vuelto a aparecer con fuerza ZP, lo sacan como cuando se saca a la virgen para que llueva, en su caso, para que tensione
Naturalmente, este proceso de perversión del sistema arrancó con Zapatero (el Revanchista), su inutilidad ante la peor crisis económica desde el Crack del 29 lo apeó del poder y se constató la ausencia de proyecto más allá de la retórica identitaria y el recurso constante a las dos Españas. Pero, Zapatero, en verdad, nunca se ha ido, parece que en sus sueños más húmedos se ve a sí mismo volviendo a Moncloa, sustituyendo a su discípulo Sánchez. Porque ZP, entendió y abrazó el proyecto, formas y maneras del populismo de la Internacional Populista que se extiende desde y por las américas, aquella que sabe que para alcanzar el poder deben dividir a la población, deben estigmatizar al contrario, deben medrar en la desesperación de la gente, deben crear situaciones límite de las que emerjan salvadores que hablen en nombre del “pueblo”.
Pedro Sánchez, desde aquella ignominiosa cortina que le aupó a la Secretaría General del PSOE, ha utilizado esa retórica populista, habla del “pueblo”, crea la sensación de estar ante una especie de alerta “antifascista” constante, desafía retóricamente a la justicia y al marco constitucional con una especie de “voluntad popular” por encima de las leyes. Y, en este camino, de decreto a decreto y tiro porque me toca, ha vuelto a aparecer con fuerza ZP, lo sacan como cuando se saca a la virgen para que llueva, en su caso, para que tensione, porque esta izquierda, como saben, siempre necesita tensión. En este contexto es dónde hemos de entender la carta de Sánchez, se crea tensión, se polariza, se crea un ambiente enrarecido dónde parece que hay un ultraderechista golpista detrás de cada esquina. Preocupante intencionalidad la que se puede deducir de lo que estoy diciendo.
Y, en esta ciénaga en la que se ha convertido la política nacional, en esta especie de cuenta atrás a ninguna parte, en este paripé nacional que bien podría ser un guion de Berlanga, aparece el llamado Grupo de Puebla, del que forma parte José Luis Rodríguez Zapatero, y, en un comunicado, dice:
“Ante la gravedad de las falsas acusaciones y la presión política a la que se ve sometido el Presidente Sánchez, desde el Grupo de Puebla condenamos enérgicamente estas prácticas que socavan la democracia y el Estado de derecho. Esto, en un contexto donde el acoso mediático y judicial se presenta como una herramienta de la derecha para atacar, a través de la judicialización de la política, a sus adversarios y desestabilizar gobiernos progresistas legítimamente electos como el de Sánchez.”.
Más allá de la contradicción en términos de pretender “defender el Estado de Derecho” pero negar el derecho a acudir a la justicia cuando se tienen sospechas de que se ha cometido un delito, vemos la coincidencia en la argumentación de Pedro Sánchez y los de Puebla. Ambos intentan justificar que hay una derecha antidemocrática que no acepta los resultados de las elecciones y unos progresistas que resisten por el bien del pueblo. Mucho me temo que esto va mucho más allá de una casualidad o de una toma de posición solidarizándose con Pedro Sánchez.
Veremos los próximos acontecimientos, me preocupan los llamamientos a la movilización, me preocupa que haya alguien que esté jugando a la acción-reacción
Podríamos estar viendo lo que se podría sospechar, básicamente que, como decía, en realidad, Zapatero nunca se fue. Que esa comunión de intereses con países que forman el Grupo de Puebla, con estrambóticos episodios como el llamado caso “Delcy-Gate”, formarían parte de una planificación para lograr desestabilizar a nuestro país, para crear el caldo de cultivo adecuado imitando lo que ha ocurrido en muchos países del otro lado del atlántico. Básicamente, deslizarnos hacia democracias iliberales dónde el poder ejecutivo tenga una preminencia sobre los otros dos poderes, un sistema dónde la polarización sirva para justificar su existencia, dónde se inventen -al modo orwelliano- enemigos inexistente, con tensión constante.
España no puede tolerar este tipo de escenificaciones, la política es algo muy serio, la reacción (forzada o no) del presidente no corresponde a su cargo, su mujer, igual que cualquiera de nosotros, debe estar sujeta a lo que diga la justicia y tiene todos los mismos derechos y obligaciones que cualquier ciudadano, esto es así para la esposa de cualquier presidente o su porquero. El daño-país está siendo enorme, la imagen de nuestra nación está por encima del cabreo de cualquier ciudadano, a no ser que Sánchez se vea a sí mismo como un líder escogido por y para la historia y no como un servidor público. Veremos los próximos acontecimientos, me preocupan los llamamientos a la movilización, me preocupa que haya alguien que esté jugando a la acción-reacción. Estemos atentos, una vez más, necesitaremos nervios de acero y no caer en las trampas del populismo.
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