En 1973, el profesor Burton Gordon Malkiel publicó el libro Un paseo aleatorio por Wall Street. En él explicaba que, para comprobar si los aciertos de los expertos eran o no aleatorios debía hacerse, según él, un concurso entre profesionales y una elección de acciones completamente al azar. La metáfora de esta selección fortuita consistía en imaginar un mono con los ojos vendados lanzando dardos a la página con la lista de acciones del The Wall Street Journal. Luego se compararían los rendimientos de las carteras de ambos contendientes. Los redactores del diario estadounidense cogieron el guante lanzado por este prestigioso economista. Lo sorprendente es que cuando se comparó el comportamiento anual de la cartera de valores elegida al azar por el mono con el de los fondos de inversión referenciados al mercado estadounidense, la cartera del mono había superado al 85% de los fondos, además de haber superado al comportamiento de los principales índices del país.
Este experimento se realizó durante 14 años y en el largo plazo las recomendaciones de los profesionales sí que batieron claramente a las del mono aunque sumando comisiones de gestión el resultado fue muy similar. No hablamos de acertar la tendencia sino en qué activos invertir. Con esto no se quiere decir que un mono vaya a ser mejor que nosotros en los mercados, pero sí que el futuro no lo conoce nadie y que hacer previsiones es un juego divertido pero nada más que un juego porque el azar puede acertar tanto o más que cualquiera. Al final lo más probable es lo que suele suceder, y por estadística todos los años hay sustos bursátiles pero la mayoría de ellos la bolsa sube. Por ello es fácil hacer previsiones optimistas y pesimistas y tener uno o varios momentos estilo “eso ya lo dije yo”.
Muchos personajes se hicieron famosos porque acertaron la crisis de 2008, y aún viven de ello. Lo que no está claro es si acabaron acertando de tanto insistir (algunos llevaban profetizando que ocurriría años antes, y en inversiones el timing lo es todo) o porque hay personajes que dicen tantas cosas, que al final en alguna aciertan. Tampoco nadie se acuerda de los que dijeron en 2009 o en la segunda mitad de 2020 que había que comprar bolsa por ejemplo, porque las predicciones positivas, y más las que se alinean con los comportamientos más habituales, no tienen el tirón suficiente como para ser noticiables. Cada año es igual, siempre hay riesgos pero muy pocos se materializan, en muy escasas ocasiones ocurre algo realmente inesperado que lo trastoca todo…y no olvidemos que algo así ha pasado recientemente con la primera pandemia mundial del siglo en 2020 y con el estallido inflacionista posterior… y aquí seguimos. Y es bueno ser conscientes de los riesgos, y conocer las opiniones “contrarias” que se alejan del discurso oficial siempre-optimista pero no hay que obsesionarse con las predicciones, ni siquiera con las propias.
Si alguno tiene la tentación de tomarse en serio lo que medios y analistas dirán sobre 2024, práctica habitual cada fin de año, basta con que consulten en Google lo que decían hace un año de 2023… o en diciembre de 2019 sobre 2020, algo que es aún más curioso. Todos tenemos una opinión, todos los que invierten en los mercados tienen un escenario pero es nuestro deber no empecinarnos en él, aparcar el ego y ser flexibles y adaptarnos al mercado en cada momento. Conseguirlo será el mejor regalo para nuestros bolsillos.
No soy optimista con el Ibex porque creo que los bancos ya no tienen motivos para seguir mejorando sus cotizaciones (porque ahora viene otro ciclo de tipos a la baja y por tanto reducción de márgenes)
Dicho esto, mi opinión para 2024 es que la bolsa está ya demasiado cara como para que merezca le pena arriesgarse con la renta variable, sobre todo porque me parece más atractiva la inversión en renta fija. Para ser más claro, creo es más factible que mejore un 10% más la rentabilidad del bono a 10 años que el que suba la bolsa en el mismo porcentaje. El consenso para el año entrante es menor crecimiento económico que en 2023, lo que afectará a los resultados empresariales, y reducción de los tipos de interés (ha empezado con la deuda por las expectativas y acabará siendo confirmada por los bancos centrales) por lo que es mejor comprar bonos que acciones. No soy optimista con el Ibex porque creo que los bancos ya no tienen motivos para seguir mejorando sus cotizaciones (porque ahora viene otro ciclo de tipos a la baja y por tanto reducción de márgenes), y no creo que el valor con más peso en el índice, Inditex, tenga ya mucho más recorrido al alza, una vez que la economía global ralentiza su crecimiento.
Tampoco me fío del confuso y bronco panorama político nacional. Algo similar me pasa con la mini burbuja que se está montando con la Inteligencia Artificial, creo decepcionará tanta fe en ella. Por otra parte, como el primero que reducirá tipos seguramente sea la Fed, y no el BCE, es lógico pensar que el dólar se debilitará respecto al euro. En cuanto al oro y el bitcoin, y a pesar de la fuerte subida de los últimos meses, es posible que repitan patrones anteriores y sigan aumentando sus precios a la par que se descuentan bajadas de los tipos de interés pero el riesgo de estar comprando en máximos es tan grande que no puedo aconsejar lo que no haría con mi propio dinero. Y ya que estoy “jugando” a hacer predicciones, dos inesperadas a las que les doy alguna posibilidad de cumplirse, una positiva (la guerra en Ucrania se acabará de repente a lo largo de este año ante la imposibilidad de victoria de ninguno) y otra negativa (China atacará Taiwán para tapar su mal desempeño económico y aprovechándose de la debilidad estadounidense por las elecciones presidenciales). Feliz 2024.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación