Unas semanas después de las últimas elecciones y unos días más tarde de que nos presentaran a los españoles la epifanía del nuevo gobierno progresista, su gran mentor, ese señor que dice pisar tierra firme, empieza a notar movimientos telúricos que le recuerdan la verdadera y única realidad factual: que no ganó las elecciones, que no preside un gobierno progresista, que casi nada a su alcance depende de él y que los hilos los mueve un tipo que se fugó de España dentro de un maletero para que no lo metieran en la cárcel. Antes de esto, turiferarios de Sánchez y monaguillos revestidos roquete y sobrepelliz, negociaron fuera de España el nacimiento de este gobierno que nos han dado a los españoles por la gracia de un señor que sólo quiere ser presidente. No le den más vueltas, está en la única razón de ser Sánchez, aguantar. Los hechos confirman que la persona inteligente se recupera pronto del fracaso, pero la que no lo es jamás se recupera de un éxito. Lo estamos viendo cristalino, que diría Iglesias en los tiempos de la coleta.
Gobierno pandemonio
Así pasa el tiempo y así le escriben la historia; cada legislatura un libro en forma de bodrio que nadie lee en su partido. Fuera, ha valido como gracieta y regalo en las cenas del amigo invisible. Es tal la falta de compostura y buen gusto que, con toda la normalidad del mundo, entrevistan con nombres y apellidos a la negra que le ha escrito el último libro, a la sazón asalariada del presidente. Los falsos escritores siempre acordaron con su negro el silencio y el anonimato por una elemental cuestión de dignidad y amor propio. Ahora entrevistan al que ha hecho el trabajo, pero no lo ha firmado. En estos tiempos el licenciado Fernández de Avellanada habría dado la cara sin ninguna vergüenza. Pero estos no son los tiempos de Lope de Vega, supuesto impulsor de aquel falso Quijote.
Casi medio año después de que Pedro Sánchez perdiera las elecciones para confeccionar un gobierno lo más parecido a un pandemonio, los asalariados del Grupo Socialista revientan la prensa regional con la gran denuncia, esa según la cual los partidillos que sostienen a Sánchez tras apoyar a un gobierno progresista se niegan ahora a convalidar políticas que van en esa dirección. La denuncia en forma de único argumentario sólo denota la enorme estulticia de aquellos que creyeron que Puigdemont era un avanzado de las políticas sociales. Cuesta escribirlo, pero los hechos son tozudos: el único que dice la verdad y actúa según lo anunciado es el prófugo del maletero. Podrían competir Puigdemont y Sánchez a ver quién es más mentiroso, pero Sánchez no tiene rival.
Oportunidad para Feijóo
Mañana el PP votará “no” a los tres primeros decretos de Sánchez. Hace bien Feijóo al no ofrecerse a blanquear el abuso de los decretos, que no es más que una vulgar manera de hurtar el debate parlamentario que causa urticaria al presidente. En la primera prueba los puchdemones se bajan del tren. En la primera parada, los de Podemos se lo piensan. ¿A dónde piensa ir este gobierno con semejante compañía?
Este es el momento en el que, desde el Gobierno, la versátil vicepresidenta primera mira hacia el PP y, con toda naturalidad y frescura, le reclama sentido patriótico. Esta señora, que declara sin rubor que el PP ha ligado su suerte a la de la extrema derecha; esta pizpireta ministra que asegura que nadie duda de que el PP, de haber podido, habría cedido y gobernado con Puigdemont; esta agitada señora que, muy andaluza ella, asegura que el PP es el partido de la política inservible, le reclama ahora lo que su gobierno no tiene: patriotismo constitucional.
Con su pan se lo coman. Quizá haya que recordar que el compañero es el de Waterloo y no el de la calle Génova. Conviene recordar que la etimología nos dice que compañero procede del latín “con pan” y por extensión se refiere a los que comparten el pan. El pan se lo ha dado Puigdemont en forma de gobierno; el pan se lo ha devuelto Sánchez con forma de amnistía envuelta en papel de estraza, y ahora la cosa se complica.
Tiene a su lado el insuficiente invento de Sumar, que ni en Galicia promete: cero escaños en la tierra de Yolanda Díaz. Y Podemos, de perfil
Igual que sucede en la segunda parte del Quijote y en el devenir de Cien años de soledad, la realidad va a apoderándose de la novela y los personajes van teniendo vida propia más allá de lo imaginado por Sánchez y su núcleo duro. ¿Qué pensaban? Cuando se hace política desde la ciencia ficción lo normal es que la ficción termine dominando la realidad.
Lo que mañana veremos en el Congreso, si Cerdán & Turull -lo más listos de clase-, no desatascan la situación, es la foto fija que salió de las últimas elecciones. Sánchez no las ganó y empieza a notar el sudor frío que trae la soledad. Tiene a su lado el insuficiente invento de Sumar, que ni en Galicia promete: cero escaños en la tierra de Yolanda Díaz. Y Podemos, de perfil.
Con Sánchez, verdadero alarife del muro con la derecha, no hay nada que pactar porque así lo ha querido él. Con otro PSOE, si es que lo hay, quizá
Feijóo es el líder del principal partido de la oposición, y de ahí, aunque la ocurrente vicepresidenta no lo crea, su obligación es hacer eso, oposición. No deberían esperar nada del PP si el chantaje nacionalista está presente. En realidad, el PP no tiene nada que hacer si no decae la amnistía, lo que de facto terminaría con el gobierno de Sánchez. Y en todo caso, Feijóo ya sabe con quién se la juega. Aunque en la Moncloa crean que la polarización les va bien, la realidad es que así es imposible aguantar cuatro años.
Con Sánchez, verdadero alarife del muro con la derecha, no hay nada que pactar porque así lo ha querido él. Con otro PSOE, si es que lo hay, quizá. Pero ya sabemos que es difícil que un socialista con escaño entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda. Por eso conviene recordarles en este momento el final de la novela de García Márquez, por si la ficción en la que se han instalado dejara de serlo: (…) “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Amen.
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