En los últimos días, varios subalternos del presidente del Gobierno en funciones han ironizado sobre la pretensión lógica y legítima de Núñez Feijóo de intentar obtener la investidura en el Congreso de los Diputados. Así, hemos visto a Bolaños –“el ministro tiene que subir”- y a MJ Montero -la ministra saltimbanqui- reiterar que al líder del PP no le salen las cuentas, refiriéndose a que no dispone aún de los 176 votos que otorgan la mayoría absoluta para ser investido presidente en la primera vuelta.
La pregunta es obligada: ¿Y a Sánchez si le salen? De momento tampoco. Cuenta ya con el apoyo de Sumar, su socio de Gobierno hasta ahora, y parece claro que contará también con el de sus socios parlamentarios -no reconocidos- de la última legislatura, Bildu y ERC. Pero aún le falta negociar el precio del arrendamiento de los votos del PNV y, sobre todo, establecer el grado de la genuflexión que hará ante el prófugo Puigdemont. De manera que con las cuentas de Sánchez por salir no se entiende la forzada ironía de Bolaños y Montero. Tal como pretenden ridiculizar a Feijóo debieran también, y por el mismo motivo, ridiculizar a su propio líder. Pero ya se sabe que los actuales dirigentes socialistas, aún siendo expertos en pocas cosas, aplicando la ley del embudo son unos artistas.
Es posible o no que a Sánchez le salgan finalmente sus cuentas, dependerá de Puigdemont y de las tragaderas del líder del PSOE -ya se sabe, muchas muchísimas- para claudicar ante las exigencias del residente en Waterloo. Pero mientras no le han salido, están de más las ironías del ministro trepa -tiene que subir- y de la
ministra saltimbanqui.
Se socavará nuestro Estado de Derecho mediante una amnistía o indulto que liberará de rendir cuentas ante la Justicia a todos aquellos independentistas que prevaricaron o malversaron durante el procés
Lo que sí parece claro es que si finalmente a Sánchez le salen las cuentas a quien no le van a salir es a España. Solo imaginar el nivel de concesiones que habrían de hacerse a los independentistas para que aquel resultara investido da auténtico pavor: se socavará nuestro Estado de Derecho mediante una amnistía o indulto que liberará de rendir cuentas ante la Justicia a todos aquellos independentistas que prevaricaron o malversaron durante el procés.
Se abrirán nuevos cauces que alimenten y alienten la anticonstitucional causa secesionista catalana con instrumentos diseñados ad hoc para contentar a los independentistas. Se cometerá una injusticia financiera entre los españoles a favor de los que residan en Cataluña y en contra de los demás, condonando deudas a la Generalitat y/o estableciendo un sistema de financiación autonómica pre independentista …
Así las cosas, es obligado traer a colación lo expuesto por Felipe González cuando dijo que si no eres capaz de conformar una mayoría parlamentaria alternativa debes dejar gobernar al partido más votado, frase que yo suscribiría literalmente si se añade el término “digna” a la reseñada mayoría alternativa. Aplicándola al caso que nos ocupa, y dada la indignidad no ya del posible pacto con los huidos de la Justicia sino incluso del intento de lograrlo, el PSOE debiera dejar gobernar a Feijóo. Pero es mucho esperar que Sánchez actúe dignamente, pues su biografía política constituye una glosa a la indignidad. De modo solo quedan dos opciones, o Sánchez se rinde a Puigdemont o nuevas elecciones.
Los españoles tendremos que seguir sufriendo las consecuencias de las políticas del Gobierno sanchista, y entre las que se incluyen las económicas
La hipótesis de repetición electoral incorpora las incertidumbres propias de cualquier nueva consulta, pero con una más que probable transferencia de votos al PP procedentes del nuevo Vox, reconducido como está a una suerte de neo falangismo trasnochado. Ante semejante perspectiva, ni harto de vino optará Sánchez por repetir elecciones, lo que nos conduce a una única salida: Sánchez se va a rendir. Su rendición tendrá para los españoles los costes antes citados, pero él podrá seguir al frente del Gobierno, su única y exclusiva aspiración política.
Una vez rendido, los españoles tendremos que seguir sufriendo las consecuencias de las políticas del Gobierno sanchista, y entre ellas las económicas, como tener el mayor importe que nunca tuvo la deuda pública, sufrir un déficit público muy por encima del límite admitido por las reglas fiscales de la Unión Europea, ser los líderes europeos del desempleo, haber sufrido el mayor empobrecimiento reciente de la población entre los países de la UE, ser víctimas de un aumento inclemente de la exigencia fiscal …en fin, las otras cuentas de Sánchez.
Confieso que esta noche tuve una pesadilla. En un callejón sin salida me topé con un bandolero que encañonándome con una pistola me espetó: Si quieres salvarte tienes que elegir qué cuentas de Sánchez prefieres, las políticas o las económicas. Tras meditarlo solo unos segundos respondí convencido: ¡Dispara!
Juambo
Si el PP se hubiera tomado estas elecciones tan en serio como el PSOE, ahora Feijoo sería presidente del bloque de la derecha por mayoría absoluta. Pero Feijoo ha actuado como si fuera Ayuso sin ser Ayuso, o como Bonilla sin estar en Andalucía, o como si estuviéramos en 2011, cuando no estaba Vox, Ciudadanos competía con un exiguo UPyD, o Bruselas exigía recortes. O sea, un desastre. En jerga futbolística, Feijoo sería un buen entrenador, pero estando dirigiendo el equipo, éste no ganaría nunca un título. Es como si en el PP siguiera al frente Casado. O Rajoy. Es decir, el partido actuara de espaldas a sus votantes, a lo Tierno Galván: los programas electorales están para no cumplirlos. Puede funcionar en la izquierda. Pero en la derecha, es más difícil.
Alexander
Parece que en España no sabemos sacar lecciones de los errores para no volver a cometerlos. Los resultados de las elecciones del 23J han vuelto a producir una situación de bloqueo parlamentario similar a la que se produjo en 2.016, cuando fue necesario repetir las elecciones. Es necesario que los dos partidos mayoritarios se pongan de acuerdo para redactar una nueva ley electoral en la que se podrían introducir, entre otras, las siguientes novedades: 1ª. Las elecciones generales se realizarían en una circunscripción única para todo el territorio nacional, y se establecería un mínimo del 5% del total de los votos válidos emitidos para poder participar en el reparto de escaños en el Congreso 2ª. En el caso de que ningún partido o coalición hubiera obtenido un mínimo de 176 escaños se realizaría una segunda vuelta, en el plazo de dos semanas, entre los dos partidos o coaliciones más votados, y 3ª. Las campañas electorales tendrían una duración de una semana (no de dos, porque es excesiva), desaparecería la absurda "jornada de reflexión" y se podrían publicar encuestas hasta el mismo día de la votación Si a esa reforma de la LOREG se añadiera una reforma constitucional para eliminar el Senado, porque es un organismo irrelevante y excesivamente costoso para el Estado, nuestra democracia sería mucho más ágil y más económica. Por último, la utilización del término "las Cortes" pera referirse al poder legislativo en España me parece algo anacrónico, más propio de siglos anteriores.