Opinión

Una cuestión de egos

Quien crea que la coalición de Gobierno puede terminar por estallar, que pierda toda esperanza. Al final la mil veces prometida derogación de la reforma laboral se quedará en un

Quien crea que la coalición de Gobierno puede terminar por estallar, que pierda toda esperanza. Al final la mil veces prometida derogación de la reforma laboral se quedará en un reajuste que Sánchez le ha prometido a Bruselas que se pactará con la CEOE. Ya sabemos que las promesas del presidente son, en su inmensa mayoría, pura filfa, pero esta vez la cosa es distinta. Nos estamos jugando los dineros de Europa que ya están incluidos en el proyecto de Presupuestos y esa es una medalla que Sánchez no quiere compartir con nadie, y menos con sus socios de Gabinete. De ahí los gestos de apoyo a Nadia Calviño y
los desprecios a la Pasionaria vestida de Prada a la que no menciona en sus últimas comparecencias públicas a pesar del ridículo paseo por los jardines de Moncloa para que se les viera llegar juntos al Consejo de Ministros de hace un par de semanas. Los cambios en la ley laboral del gobierno Rajoy tienen que seguir la línea marcada por Bruselas le guste o no a Podemos. La flexibilidad no es una exigencia caprichosa de los empresarios, sino una condición imprescindible para la creación de puestos de trabajo. Y son los empresarios, quienes pueden hacerlo. La trampa de engordar el empleo público, algo que está en el ADN de la izquierda española, es pan para hoy y hambre para mañana.

España ocupa el número dos en el podio del desempleo en general, y el de los jóvenes en particular. Y eso no se arregla con la receta socialcomunista como demuestra la historia


Si a la vicepresidenta segunda y ministra de los sindicatos le preocupaban los egos dentro de su formación, debió pensar antes de nada en el pedazo de ego que preside el Gobierno. Contra ese ego superlativo, la Yoli no tiene nada que hacer salvo dar un paso atrás y tragar con lo que se decida desde la vicepresidencia económica. Con el panorama que pintan los expertos nacionales e internacionales para el crecimiento del PIB de este año y seguramente del próximo, nos podemos encontrar con que los sueños de crecimiento se pueden evaporar para una larga temporada. España ocupa el número dos en el podio del desempleo en general, y el de los jóvenes en particular. Y eso no se arregla con la receta socialcomunista como demuestra la historia.

Ahí tienen a Sánchez intentando que nos creamos que está viajando hacia el centro abandonando el extremismo barato que ha practicado en los tres años largos que lleva en el poder. En ese viaje necesita compañeros si no quiere perder el sillón de La Moncloa cuando se celebren las elecciones generales.
Para eso necesita que la plataforma que está preparando Yolanda rebaje sus exigencias. Tiempo para que esto se produzca queda, pero tampoco demasiado. Sobre todo si la economía no coge velocidad de crucero y la subida de los precios, desde la luz al gas pasando por la cesta de la compra, consigue cabrear a los que todavía no lo están porque aún no se les ha vaciado del todo el bolsillo.

Hace ya tiempo que algunos pronosticaron que a Sánchez se lo llevaría por delante la economía, como a Rajoy le desalojó de la presidencia la política. Es pronto para saberlo y las encuestas, a dos años vista, son poco más que papel mojado. Sólo el dinero de Europa puede darle la vuelta a las malas expectativas electorales del sanchismo, buscando desesperadamente el disfraz socialdemócrata que perdió tras las elecciones del 19.

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