Opinión

El culebrón de Mbappé termina en fiasco deportivo, económico y mediático

O los periodistas deportivos se equivocaban mucho o tenían más razón de la que parece pero el jugador ha cambiado de opinión a última hora. Sea como sea, la renovación por el PSG y su 'no' al Madrid es un fiasco

Un fiasco descomunal. Sólo así puede calificarse la decisión del delantero francés Kylian Mbappé de continuar en el PSG y no fichar por el Real Madrid. Porque lo cierto es que se trata de un hecho que tiene fuertes implicaciones en los aspectos deportivo, económico y mediático de este negocio al que antes llamábamos fútbol.

El fiasco es de proporciones ciclópeas porque llega justo cuando más claro parecía que Mbappé acabaría fichando por el Madrid, aunque quizás sólo fuera una ilusión azuzada por los numerosos medios de comunicación que llevaban dándolo por hecho durante casi un año. Lo que hace diez días parecía un trámite se ha convertido en imposible.

O los periodistas deportivos se equivocaban mucho o tenían más razón de la que parece, pero Mbappé ha cambiado de opinión a última hora. Sea como sea, lo cierto es que este desenlace sirve para generar entre los ciudadanos más desconfianza (sí, aún más) hacia los medios en general y los periodistas en particular. Es hora de los compañeros de profesión dedicados a la cosa futbolística se lo hagan mirar o, al menos, purguen sus pecados con altas dosis de autocrítica.

Se habla mucho de ello, pero el fiasco mediático, que tampoco es nuevo y que seguramente no será el último de estas características, como algunos advertimos hace tiempo, es casi lo de menos en el culebrón de Mbappé

No obstante, todos los que estamos en este oficio, sea en una vertiente o en otra, sabemos bien que tampoco conviene pasarse dando lecciones porque todos podemos cometer errores. Quizás el gran error en este caso ha sido dar por hecho algo que realmente no estaba cerrado o que sí lo estaba, repito, pero finalmente se ha cambiado a última hora, de forma que la sensación de engaño que pueda sentir el público resulta lógica y aceptable.

Se habla mucho de ello, sobre todo en las redes donde el linchamiento es moneda común, pero, en todo caso, el fiasco mediático, que tampoco es nuevo y que seguramente no será el último de estas características, como algunos advertimos hace tiempo, es casi lo de menos en el culebrón de Mbappé. Porque la cosa es mucho peor en lo eminentemente deportivo y lo económico, asuntos ambos entrelazados para este negocio de tiburones orientales en que se ha convertido el fútbol.

Que Nasser Al Khelaïfi le haya ganado la partida a Florentino Pérez podrá generar morbo o ruido a raudales, pero tampoco es lo relevante. Ni siquiera el dinero contante y sonante que dejará de ganar el Madrid. Ni tampoco el impacto económico y deportivo para La Liga, que evidentemente sería más atractiva con el galo jugando aquí.

Lo verdaderamente relevante, al menos para quien esto escribe, es comprobar cómo la renovación de Mbappé por el PSG aglutina, como decíamos aquí hace unos días por el fichaje de Haaland por el City, todos los males del fútbol actual. Perdonen la autocita, pero mencionábamos cosas que nos sirven otra vez ahora: "el negocio por encima de cualquier consideración, la primacía de los clubes estado, la ausencia de cualquier regulación, las infames primas de fichajes a esos agentes o las falsedades periodísticas".

Los dos jugadores más codiciados de Europa, acaso las dos estrellas que más van a brillar en la próxima década, acaban sucumbiendo a los encantos dinerarios de Qatar y Emiratos Árabes. Pero ojo, el PSG y el City son sólo los beneficiados por una serie de problemas sistémicos

No por repetirlo vamos a cambiarlo, claro, pero en el fútbol europeo mandan los petrodólares de los jeques. No es casualidad que los dos jugadores más codiciados de Europa, acaso las dos estrellas que más van a brillar en la próxima década, acaben sucumbiendo a los encantos dinerarios de Qatar y Emiratos Árabes. Pero ojo, el PSG y el City son sólo los beneficiados por una serie de problemas sistémicos como son la broma del nuevo fair play financiero o la falta de regulación que permite escándalos como el de los chollos de los agentes libres (Mbappé lo era) o las comisiones multimillonarias a los representantes.

La fragilidad de esas reglas del juego o, mejor dicho, la ausencia de las mismas permite que se produzcan todos estos desvaríos que estamos viviendo. Por eso este fiasco, por grande que sea, no nos puede sorprender.

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