Opinión

El día que Zapatero visitó a Julia y a José Miguel... y usted pagó a escote 423.000 euros

Han pasado 12 años desde que el lobista leonés dejara la Moncloa y todavía perduran en el negocio audiovisual los restos de su obra, que fue la que construyó junto a Miguel Barroso y compañía

El asunto ha pasado desapercibido porque tan sólo fueron 677.000 los afortunados que vieron el programa de Julia Otero del pasado miércoles. El dato no es muy alto -7,4% de share-, pero ya se sabe que los contenidos de cierto nivel cultural suelen causar rechazo en el vulgo, que siempre está más pendiente del deporte, el corazón y las facturas. Asuntos todos menores. El caso es que el séptimo episodio de 'Días de tele' contó con la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero y no conviene pasar por alto tan singular acontecimiento.

La entrevistadora trató al leonés de "presidente" durante toda la conversación, en señal de respeto eterno, y diríase que incluso de reverencia. Hubo un momento en el que Zapatero, a quien ya se le veía suelto, como el cuñado en los postres, procedió a contar una anécdota sobre una cena a la que Silvio Berlusconi invitó a algunos mandatarios europeos. Il Cavaliere congregó allí a siete cocineros y, cada uno, cocinó un plato diferente de pasta con trufa. Mientras el expresidente socialista abundaba en estos detalles, Julia Otero preguntó: "¿Fue sólo cena? Porque tratándose de Berlusconi, las cosas acababan fatal".

¿A qué se refería la presentadora? ¿A lo de las chicas? Ya puestos, podría haberse interesado por la opinión de Zapatero sobre el 'tito Berni'. Ahí también había -presuntamente- muchachas y otros de los más habituales estimulantes para juerguistas. E incluso se sospecha que comisiones. ¿Por qué no lo preguntó Otero? No desconfíen: el programa estaba grabado. Y además tiene un tono amable. Es un producto de entretenimiento, para nada se habla aquí de política. Tan sólo para golpear al 'enemigo'.

Presidente, ¿es usted dialogante?

Fíjense si es agradable esta experiencia para los invitados que hubo un momento en el que la periodista le trasladó al expresidente la siguiente cuestión: "Usted del diálogo y del talante hizo todo un libro de estilo de cómo estar en la política". Su interlocutor respondió -y asintió, claro- con voz engolada y tono de estadista jacobino. Con esa pedantería propia de quienes tratan de ensalzar su legado con la efusividad con la que un agente inmobiliario intenta colocar un antro a un pardillo. Unas horas después, Angélica Rubio, quien fuera su asesora en Moncloa, se desgañitaba en el plató de Ferreras -gran amigo de ZP- porque otra contertulia se había atrevido a decir que la marcha de Ferrovial se debe a que el Gobierno se lo ha puesto difícil a las empresas. ¡Cómo se marcaba la vena de la sien de Angélica!

Han pasado 12 años desde que el lobista leonés dejara la Moncloa y todavía perduran en el negocio audiovisual los restos de su obra, que fue la que construyó junto a Miguel Barroso y compañía. Por eso llama tanto la atención que visitara el plató de Días de tele el pasado miércoles. Porque hay cosas que la lógica invita a disimular. Queda extraño cuando determinadas actitudes no se disfrazan. Pudiera parecer que quienes se saltan ese código de conducta se creen invulnerables.

Conviene precisar que en la mesa de debate del programa se encontraba José Miguel Contreras, que fue el verdadero conseguidor de ese proyecto audiovisual hace unos meses. En 2019, se lo vendió a Rosa María Mateo, pero, como la idea no prosperó en los altos despachos de RTVE, insistió en 2022. El equipo de José Manuel Pérez Tornero -deseoso de mejorar sus relaciones con el PSOE- se la compró, a razón de 423.000 euros por cada uno de los 13 capítulos. De momento, se han emitido siete y tan sólo el primero ha superado la cuota de pantalla media de la cadena, pero no parece que Contreras y Otero estén especialmente disgustados.

¿Por qué RTVE paga tanto dinero por un magacín que vive de las imágenes de su archivo? Es una buena pregunta. ¿Y quién se lleva esos ingresos? En las últimas cuentas anuales del Grupo Prisa se intuye. Por resumirlo: la empresa encargada de Días de tele es LACOproductora, de la que la editora de El País posee el 51% de las acciones desde marzo de 2022, y Contreras y sus socios, el 49%.

En el negocio de producción de Contreras hizo sus pinitos, hace un tiempo, una de las hijas del expresidente del Gobierno, en su intento de hacer carrera en el mundo audiovisual. Este empresario es conocido por su éxito con Globomedia, pero, sobre todo, por ser el primer consejero delegado de LaSexta. En otras palabras: la cadena a la que concedió la licencia de emisión el Ejecutivo de ZP. El mismo gabinete para el que trabajó Miguel Barroso como secretario de Estado de Comunicación. Hoy, Barroso es consejero dominical de Prisa, en representación de Amber Capital, su principal accionista. El círculo se cierra. Todos contentos.

Todo esto, en RTVE

Podría decirse que la presidenta interina de RTVE, Elena Sánchez, se habrá llevado las manos a la cabeza tras cerciorarse de que Contreras tuvo la osadía de invitar a Zapatero a su programa. O, mejor dicho, al de Otero. Sin embargo, Sánchez tampoco es ajena a la gauche divine del PSOE. Su marido, Pablo Mansilla, fue director de Instituciones Penitenciarias con Felipe González en Moncloa. Posteriormente, con Zapatero en Moncloa y Luis Fernández al frente de RTVE, fue contratado como asesor del proceso de venta de unos terrenos de Prado del Rey, el cual nunca se ejecutó.

Así que, quizás, hubo espectadores que el pasado miércoles se extrañaron por la presencia de Zapatero en La 1. O por el tono de la entrevista, en la que confesó su pasión por el running, por la cocina libanesa y por el diálogo, mientras los realizadores del programa, a calzón quitado, emitían reportajes sobre el avance en el terreno social de este país gracias a las leyes del PSOE, en una pieza que bien podría haberse marcado como 'propaganda electoral'.

El caso es que la presencia de ZP no fue tan extraña. Tuvo su lógica. Habrá quien piense que estas cosas es mejor hacerlas de noche, con las luces apagadas y sin que nadie se entere. No es el caso de TVE... ni el de Contreras.

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