“Una portada de El Mundo y dos comentarios de Federico (Jiménez Losantos) han sido suficientes para hacer cambiar a Alberto Núñez Feijóo su postura con respecto a la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Se asustó”. Esta frase adquirió una apariencia de verdad hace unos días gracias a que fue repetida una y otra vez por los periodistas más cercanos al Gobierno, después de que el Partido Popular decidiera abandonar esta negociación.
Una portada y dos críticas... Quien acuñó ese argumento puede estar seguro de que se ha convertido en una certeza para muchos. Para la mayoría de la izquierda española quizás, que seguramente no tenga en cuenta la opinión del PP sobre la reforma del delito de sedición que persigue el Gobierno. Es lo de siempre. Mientras los populares tratan de mantenerse a flote -en un mar de desidia, desnorte y somnolencia-, en el PSOE saben muy bien cuál es la estrategia a seguir para que el cronista que escribe la historia de la España contemporánea mantenga su despacho en Ferraz. Es el que redacta una y otra vez el mantra de que la derecha sólo es democrática cuando accede a conceder lo que le piden los socialistas.
Mientras Núñez Feijóo posa para los fotógrafos con jersey de profesor de filosofía de secundaria -¿por qué hizo eso?-, los socialistas andan ocupados en otras tareas de mayor relevancia que les garantizarán el poder sobre la opinión pública tanto desde Moncloa como cuando estén en la oposición. Los fontaneros de Ferraz -donde moran 'Los Migueles', conseguidores de primera- vieron hace un tiempo la posibilidad de medrar en Mediaset España ante la decadencia del modelo de televisión de Paolo Vasile. Es decir, su consejero delegado, que caerá en las próximas semanas, pero cuya cabeza ya se la pidió el PSOE a Silvio Berlusconi cuando Vasile quiso entrometerse en los planes de Rodríguez Zapatero para crear La Sexta. Lo de siempre: mientras el PP duerme, el PSOE actúa.
La peligrosa amistad entre Prisa y Mediaset
Así que en Moncloa ya se han puesto a trabajar para que nada impida la entrada de Mediaset en Prisa a través de la ampliación de capital que seguramente lanzará próximamente la propietaria de El País, ante la imposibilidad de pagar los intereses de su deuda. En Italia, consideran que pueden sacar tajada de esta operación, tanto en lo que respecta al negocio de la radio digital como al de la venta de publicidad. Convertirse en el socio industrial de Prisa suena como una opción apetitosa en Roma, donde saben que la televisión convencional ha comenzado una decadencia imparable.
Lo que buscan los fontaneros del Gobierno es que en esta relación empresarial se establezca un quid pro quo. ¿En qué sentido? Hasta ahora, el modelo establecido por Vasile -muy rentable- cojeaba en materia de informativos. Este defecto se hizo especialmente evidente durante la pandemia. Mientras Vicente Vallés sacaba los colores a Pedro Sánchez en el noticiario más visto de la televisión, Mediaset tan sólo influía en política a través de Jorge Javier Vázquez, torpe, sectario y mal informado. Así que hay quien se mueve estos días en Ferraz y en Moncloa para intentar que 'la cadena amiga' adopte en el futuro una línea editorial similar a la de Prisa. La Prisa de Àngels Barceló y la que transmite, día y noche, desde hace décadas, que si la derecha propone que se abran caminos alternativos a los que marca el PSOE, es radical.
La 'captura' de Mediaset España también persigue el establecimiento de un contrapeso informativo para Atresmedia. No sólo por el efecto de los editoriales de Vicente Vallés en la opinión pública, sino porque siempre ha existido una desconfianza mutua entre 'los Antonio García Ferreras' (y eso incluye a mucha gente) y los 'sanchistas'. El líder informativo de LaSexta fue 'susanista' y hay quien eso no ha conseguido olvidarlo. Prueba de ese rencor es lo que ocurrió en 2020, cuando RTVE contraprogramó Al Rojo Vivo al situar el programa de Jesús Cintora (La 1) en la misma franja horaria. Entonces, Enric Hernández era el jefe de los informativos de 'la pública'. Hoy, está en Prisa, la cual está asesorada por José Miguel Contreras, el productor de aquel debate. Mientras los fontaneros socialistas juegan al ajedrez, Feijóo canta 'veinte en bastos', sin saber -parece ser- que la partida no va de eso.
RTVE y la dejadez
También resulta incomprensible la mansedumbre con la que el Partido Popular ha actuado con respecto al escandaloso nombramiento de Elena Sánchez como presidenta ejecutiva de RTVE, lo que requirió una modificación de los Estatutos Sociales de la corporación que se aprobó de tapadillo, en el Consejo de Ministros (se anunció en dos líneas), con el beneplácito de la SEPI, controlada por los socialistas de forma directa cuando gobiernan e indirecta cuando están en la oposición, a través de sus patrocinados, de sus mamones y de su sindicato afín.
Moncloa situó a una amiga de José Luis Rodríguez Zapatero -bien relacionada con 'Los Migueles'- al frente de la televisión pública y el PP berreó, pero no lo denunció, algo incomprensible si se tienen en cuenta lo que puede ocurrir en la siguiente legislatura, y es que el PSOE bloquee la renovación de RTVE para mantenerla bajo su control. Podría el PP volver a modificar la ley si sucede todo esto, pero la diferencia entre el ruido que armarían los trabajadores de la televisión pública -y la izquierda en general- en ese caso con respecto al que han hecho con el tema de Elena Sánchez -mensajes lanzados con sordina- sería enorme.
Actuar para cambiar la arquitectura de este sistema -cada vez más endeble- no implica abrazar la radicalidad, sino ejercer una responsabilidad a la que renunció Mariano Rajoy.
Cada silencio y cada bocinazo están cargados de significado en el ámbito público e institucional. Núñez Feijóo puede enfrentarse a esta hidra mediática que controla Ferraz... o puede entregarse a la pereza y volver a sufrir el mismo fenómeno que sus antecesores, y es el de gobernar una democracia que la izquierda considera que le pertenece, y que moldea y malea a su antojo. Actuar para cambiar la arquitectura de este sistema -cada vez más endeble- no implica abrazar la radicalidad, sino ejercer una responsabilidad a la que renunció Mariano Rajoy.
¿Por qué son importantes los medios?
El terreno mediático es más importante de lo que Núñez Feijóo tiene en su cabeza. La información es un suero que gotea constantemente hacia las venas de los individuos. Su efecto sobre las sociedades contemporáneas no es mucho menor -salvando las distancias- del que Sócrates atribuyó al alfabeto. El filósofo griego incidió en que la creación de la escritura restó fuerza a la memoria, dado que la palabra escrita minó la importancia de la tradición oral. Eso permitió a los escribientes el establecimiento de la 'apariencia de verdad'. que es la que se ha transmitido desde entonces de padres a hijos.
En las sociedades hiperconectadas, son los medios y las redes las que determinan las verdades (lo sean o no); y si el PP no se mueve, será el PSOE, por los siglos de los siglos, quien se mantenga como dueño y cronista del discurso de la democracia constitucional y quien transmita mensajes como los que humillaron a Núñez Feijóo la semana pasada. A estas alturas, el líder de los populares debería saber que Madrid es cálida y cruel a la vez, como la última cerilla de la protagonista del cuento. Es una ciudad amable, pero en la que los ambiciosos corren el riesgo de ser apuñalados a la vuelta de cada esquina. Si se descuidan, peligran. Y el terreno mediático no es cualquier cosa. Es el mejor escudo y, a la vez, el arma más afilada. Las fotos con jersey no son suficientes.
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