Releo estos días Réquiem por un campesino español y reflexiono sobre el papel de Mosén Millán, el cura del pueblo donde se desarrolla la novela. En otras palabras, el representante del poder histórico -la Iglesia- que todavía en el primer tercio del siglo XX ejercía de comandante de la moral y las costumbres de la inmensa mayoría de los españoles.
Hay un momento en el que el sacerdote visita una cueva junto al protagonista del libro, Paco, el del molino, para dar la extrema unción a un enfermo terminal. El muchacho se conmueve por la miseria que observa en ese hogar, donde el moribundo agoniza sobre una losa. No había ni cama, ni mobiliario. El único ornamento de ese lugar era una estaca clavada en el suelo, de la que colgaba un abrigo. Al abandonar la estancia, Paco, monaguillo, lamenta las condiciones en las que vive aquella gente y Mosén Millán justifica la situación: “Cuando Dios permite la pobreza y el dolor es por algo. Hay cuevas peores en otros pueblos”.
Nadie se mantiene en el poder durante mucho tiempo si no ejerce con virtud el equilibrismo y la hipocresía. Mosén Millán demostró que su capacidad para deglutir los remordimientos era mayor que su bondad y su lealtad. Sólo mediante esos juegos de tahúr resabiado se consigue que los líderes espirituales se mantengan en la cúspide y, con el paso del tiempo, aspiren a adueñarse del patrimonio más personal de los ciudadanos, que es su mente y lo que allí acontece. Las circunstancias cambian y los líderes se debilitan si no son capaces de adaptar su forma y su discurso a los nuevos tiempos... y justificar sus renuncios y la irracionalidad de sus decisiones.
Nadie que no se sepa dominante puede justificar la infamia sin sonrojarse. Para salir indemne de ciertos debates morales, hay que tener la sartén por el mango. Por eso, el cura de la España semi-feudal de los años 30 se refería con altivez a los pobres .Y por eso, salvando las distancias, hoy hay quien considera oportuno debatir sobre la posibilidad de indultar a José Antonio Griñán, condenado a seis años y dos días de cárcel por malversación de caudales públicos y prevaricación continuada, en el marco del caso ERE, que implicó el saqueo de cientos de millones de euros de dinero público.
“Cuando Dios permite la pobreza y el dolor es por algo. Hay cuevas peores en otros pueblos”. Nosotros permitimos un régimen de latrocinio. Con la derecha al mando, la situación hubiera sido peor.
El PSOE, al mando
El análisis de este asunto equivale a realizar una radiografía de la democracia española y hallar una malformación congénita, que es muy visible, pero sobre la que se pasa de largo por costumbre. Implica descubrir que el sistema del 78 es imperfecto dado que el PSOE no ha terminado de aceptar la legitimidad de una parte de las fuerzas que lo conforman. Dentro de la calle Ferraz -donde domina el sanchismo- existe el convencimiento de que el actual 'régimen' de libertades sólo fue posible por su firme determinación durante la Transición, que fue la que doblegó a las fuerzas reaccionarias que pugnaron contra la Constitución. Las franquistas. El pensamiento equivale a creerse los amos del cotarro. A firmar pactos como el del Tinell, que incluía a un partido que votó en contra en el referéndum constitucional.
Esa superioridad espiritual es la que explica el desequilibrio político que ha afectado al país desde entonces: el que dividía a las fuerzas políticas entre las democráticas y las herederas del franquismo. Esa 'hegemonía moral' es la que lleva a defender sin rubor el indulto de un político que fue condenado por el mayor escándalo de corrupción de la historia reciente del país. Griñán es de los buenos. De los que defendieron la democracia frente a los que lucharon por lo contrario. ¿Cómo va a estar alguien así en la cárcel?
Cada quien puede entregar su fe a la Iglesia que considere oportuno, faltaría más. El problema se presenta cuando uno de estos credos se fortalece -por toda la masa social que arrastra-, se adentra en territorios donde no le corresponde estar y se erige como líder espiritual de un sistema. Sea feudal o contemporáneo. A partir de ahí, su capacidad para marcar los ritmos de un país es casi absoluta. Los socialistas y comunistas de los años posteriores a la revolución soviética no aspiraban a liberar al pueblo del yugo de la religión, sino a suplantarla. En España, también.
Griñán, libertad
El PSOE goza de esa posición moral en el Estado y sólo desde esa perspectiva puede entenderse que haya una propuesta -iniciada por la familia- para librar del trullo a uno de los condenados en un caso tan grave de corrupción. Los socialistas utilizaron la legitimidad que se arrogan para presentar una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy por una sentencia del caso Gürtel. La condena de los ERE de Andalucía no les movió del trono, pese a que los hechos eran mucho más lesivos para los contribuyentes y para el territorio donde se produjeron. Ahora, hay quien en el partido está interesado en librar a Griñán de la cárcel. Los tertulianos de postín apoyan la iniciativa. “Es una buena persona”, dice alguno. La lógica de 2018 no sirve para 2022.
La capacidad de la izquierda para fijar el discurso y el rumbo de la España actual es la que explica que los sindicatos estén escondidos en estos días turbulentos; o que en el imaginario colectivo se imponga poco a poco la idea de que los primeros recortes de la 'gran recesión' los realizó el Partido Popular, que no gobernó hasta 2011. Y ya casi nadie recuerda que fue Rodríguez Zapatero quien indultó a Alfredo Sáenz tras perder las elecciones. La derecha es la que está con los banqueros y con los fondos buitres. Eso es lo que quedará fijado en la memoria de los españoles. Lo del exconsejero delegado del Banco Santander es intrascendente.
Como Mosén Millán, el PSOE es el referente espiritual de su demarcación y también ha demostrado más capacidad para deglutir los remordimientos que generan las malas acciones y las omisiones (o para echar el muerto a otro) que para hacer el bien. Eso convierte en 'aceptables' las maniobras en el Tribunal Constitucional, en Correos, en RTVE, en el Hipódromo de Zarzuela o en tantos y tantos departamentos del Estado en los que los socialistas -y el PSOE S.A.- han colocado a sus delfines o a sus patrocinados.
Quizás a Griñán le toque el premio gordo cuando el precio de la electricidad ahogue, en invierno, las economías europeas. O quizás la buena noticia le llegue en primavera, cuando el PSOE haya pasado por el duro trámite de las elecciones municipales
El PP pierde cada día una excelente oportunidad para denunciar la evidencia de que la democracia española es imperfecta y está desequilibrada. La derecha ha jugado la partida desde el principio con el tablero inclinado, pero nunca ha hecho un especial esfuerzo por revertir esta situación y por plantear el debate ideológico e intelectual necesario para arrebatar la hegemonía espiritual del sistema al PSOE. ¿Por qué? Buena pregunta. Por inutilidad absoluta, por miedo a que la izquierda saque a pasear al franquismo o porque, en realidad, la connivencia sirve para quedarse con una parte de los sillones que se reparten en los organismos y empresas públicas. Que aseguran sueldo y dietas para los amigos durante unos años y los mantienen con la boca cerrada.
Anunciaba Emmanuel Macron hace unos días el fin del período de abundancia de Europa, ante la crisis geopolítica y económica que se ha echado encima del viejo continente. Merecerá la pena el prestar atención a lo que ocurre en España. La decadencia no suele afectar al poder y 'sus familias' en los sistemas desequilibrados. Más bien, todo lo contrario. Quizás a Griñán le toque el premio gordo cuando el precio de la electricidad ahogue, en invierno, las economías europeas. O quizás la buena noticia le llegue en primavera, cuando el PSOE haya pasado por el duro trámite de las elecciones municipales. Quién sabe. Sea como sea, en Ferraz y en su amplia red de medios afines considerarán la noticia positiva.
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