Opinión

Jesús Quintero, Julia Otero y la España de los abismos

Los que manejan los hilos del Estado nunca dejan que sus amigos pasen dificultades. A fin de cuentas, siempre tienen a su disposición un enorme número de flotadores para lanzar a quienes conviene en cada momento

Digamos antes de nada que todas las personas sufren en este “valle de lágrimas” y que sólo al tomar consciencia de que este hecho es universal se despierta la compasión. Pero la pena no está repartida de forma equitativa en el mundo, así que unos padecen más que otros, incluso aunque no lo merezcan. Estaba el cadáver de Jesús Quintero todavía por enterrar cuando alguien rescató el vídeo de una entrevista que le concedió hace muchos años a Julia Otero. Quien lo haya observado, habrá deducido quién tiene las de ganar en esta España contemporánea.

Quintero le pregunta a Otero acerca de las posibilidades que tiene un andaluz de presentar un programa en TV3 y ella responde: “bueno, yo soy gallega”. El 'loco de la colina' añade: “Creo que yo no podría porque ésta es una sociedad bilingüe”, a lo que ella asiente. Entonces, Quintero apunta: “Pues en Canal Sur me han dicho que puedes ir a presentar cuando quieras”.

Quien quiera entender en el futuro el funcionamiento de este lugar del mundo debería ser consciente de que existen razones culturales distintivas entre territorios que no se emplean para engordar un tesoro común, sino para separar a los ciudadanos en clases. Esto se hace, además, con el beneplácito de los partidos, a derecha y a izquierda, que han necesitado en algún momento del apoyo parlamentario de quienes establecen barreras de entrada a sus territorios a partir de requisitos como los idiomáticos.

Resulta muy reveladora la imagen de Quintero y Otero en estos momentos posteriores a la muerte del primero. No sólo por lo que dicen sobre la discriminación, sino por la distancia que existía entre dos periodistas a los que unos (u otros) les atribuyen prestigio. El periodista andaluz falleció un tiempo después de arruinarse -y sólo él sabrá las causas-, mientras que la segunda está en una posición mucho mejor. Eso atrae la buena suerte bajo determinadas condiciones. Esa es la clave oculta de la charla.

Los Migueles

Otero, la que estuvo frente a frente con Quintero, es la presentadora que han elegido 'los Migueles' -Barroso y Contreras- para inyectar una buena suma de dinero a LaCoproductora, que es la empresa que se encargará del programa de televisión que proyectan para Radiotelevisión Española, con un presupuesto de 5 millones de euros.

¿De quién es esta sociedad? De Prisa y de Contreras. Barroso es consejero de la propietaria de El País y Contreras posee más del 1% de sus acciones. También participa LaCoproductora. Son dos buenos ejemplos de la beautiful people del PSOE, de la que forman parte desde Rosauro Varo hasta Javier de Paz, Miguel Sebastián y compañía. A ninguno le faltan plazas en consejos de administración ni alimentos encima de la mesa cuando el presidente del Gobierno es de su partido.

Si Quintero hubiera ahondado en su reflexión, se habría dado cuenta de que éste es el verdadero abismo que separa los márgenes de las dos Españas… y a él, y su discurso incisivo (molesto) de Otero. En un lado, están quienes tienen influencia y, en el otro, quienes permanecen alejados de los círculos de poder. Los primeros tienen acceso al dinero público. Los segundos, llenan la hucha de la Agencia Tributaria con su esfuerzo diario, seguramente, inconscientes de que ese 'bote' se vacía en proyectos como el que sirve para llenar los bolsillos de empresarios con pocos escrúpulos.

Aceptar la participación en proyectos de ese tipo implica 'tragar' con eso y convierte a Otero en una colaboradora necesaria

Los que manejan los hilos del Estado nunca dejan que sus amigos pasen dificultades. A fin de cuentas, siempre tienen a su disposición un enorme número de flotadores para lanzar a quienes conviene en cada momento. Los mejores artistas no dibujarían una alegoría de la corrupción con la cara del tesorero de un partido. Lo harían con la forma de un contrato público creado ad hoc para un ahijado. RTVE ha sido siempre una estupenda madrina, como tantas otras instituciones y empresas públicas que están dirigidas -o influenciadas- por personas del aparato.

Julia Otero no es culpable de la corrupción de la televisión pública española ni del criterio que emplean los independentistas para elegir a los presentadores de TV3. Ahora bien, aceptar la participación en proyectos de ese tipo implica 'tragar' con eso y la convierte en una colaboradora necesaria. Otero no tiene el poder de 'los migueles', pero para que existan figuras como ellos, les hacen falta intermediarios como ella.

Hay veces que no queda más remedio que aceptar esa tarea de intermediación, dado que la necesidad aprieta. ¿Es éste el caso? La respuesta es evidente. Se la hizo ver Quintero en aquella entrevista al referirse a la discriminación que sufren el resto de los españoles en Cataluña por razones idiomáticas. La reflexión la podría haber extendido al campo de los negocios, donde se lucran sus padrinos.

Dedicaba el periódico de Podemos un artículo a Quintero, laudatorio, que se titulaba: “Hasta siempre, maestro”. ¿Opinarán también sobre los presentadores que no son bilingües en TV3? ¿Y sobre los privilegios de quienes acceden al poder y se convierten en una aristocracia sin sangre azul?

Nadie está en esta vida exento de sufrimiento. Pero unos viven mejor que otros.  

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