El silencio no sólo es aconsejable en una buena parte de la vida. También es necesario. Cuando abrir la boca se convierte en una buena noticia para tus enemigos, lo mejor es callar. Por eso, cuando alguien revela información a sabiendas de que sus palabras van a servir de argumento para los adversarios, se convierte en un traidor. Y los traidores no suelen actuar de forma inconsciente. Saben bien lo que hacen. Persiguen un objetivo.
Cuando el Gobierno reconoció que el teléfono móvil del presidente del Gobierno había sido espiado, en realidad aireó una debilidad, algo que no era necesario y que dejó a España en evidencia en un momento histórico en el que conviene mantener el tipo, ante las crecientes tensiones geopolíticas y comerciales; y ante las dudas que genera nuestro país entre los inversores. Pero Pedro Sánchez dejó en evidencia al CNI y al Ministerio de Defensa porque necesitaba salvar el tipo. Es decir, transmitir a los independentistas la idea de que él, al igual que ellos, había sido víctima del espionaje telefónico. Quien antepone los juegos de estrategia a las cuestiones de Estado, es evidente que gobierna para sí mismo; y no en favor del interés general.
No es la primera vez que Sánchez pone a los pies de los caballos una institución o a un compañero de viaje para mantenerse a flote. Es uno de los principales rasgos de los autócratas, quienes suelen pecar de soberbia, lo que les lleva a interiorizar la idea de que el país comienza y termina en su ombligo. De que no son un cargo electo, sino los dueños legítimos de un territorio. Terratenientes de sus cuatro puntos cardinales.
Pedro Sánchez y los falsos demócratas
Los guardianes de las esencias de la democracia -los que sitúan el peligro en la derecha y la ultraderecha, pero nunca en su territorio- siempre actúan de la misma forma. Cicerón lo contó bien en uno de sus discursos (Catilinarias), en el que relató que el Senado encargó al cónsul Opimio que “cuidara de la salvación de la república”. No había pasado una sola noche desde que recibió el mandato cuando Cayo Graco fue ajusticiado por sedicioso. Después llegó el turno de su amigo Marco Fluvio Flaco, que consideraba necesario extender la ciudadanía romana a todos los 'italianos'. Una idea nociva, según se estimó.
Nuestros contemporáneos actúan de forma más civilizada, pero de un modo igual de censurable. Porque quien revela un dato tan sensible sobre la seguridad de un país para mantener una alianza parlamentaria lo que en realidad ha cometido es una traición, con el objetivo de mantenerse en el poder.
De este particular estilo de Pedro Sánchez también tienen referencias en Podemos, a quienes omitió hace unas semanas -como al resto de los partidos- el pequeño detalle de que España iba a cambiar la posición que había mantenido durante décadas sobre el Sáhara Occidental. La decisión fue injusta -por los saharauis- y torpe -por Argelia-, pero sobre todo fue tiránica, toda vez que fue tomada desde un despacho, como si el país hubiera sido convertido en una empresa familia. PSOE S.A.
El presidente que engañó a sus votantes al asegurar que no dormiría tranquilo si la izquierda radical estuviera en su gobierno hoy sienta a varios ministros 'morados' a su alrededor. Todo, después de unas elecciones generales que se convocaron pocas semanas después de que sus asesores se encargaran de dinamitar una negociación para formar gobierno a través de filtraciones interesadas a la prensa. Porque Nerón aspiraba a arrasar en las urnas y a manejar el timón del país en solitario.
Ese estilo farfullero también se aprecia en decisiones como la de nombrar fiscal General del Estado a su anterior ministra de Justicia; o la de situar a un amigo al frente de Correos. O a un elemento 'otrora incómodo', como Óscar López, al frente de Paradores. Por no hablar de José Félix Tezanos en el Centro de Investigaciones Sociológicas, al que ha conseguido desprestigiar hasta el extremo.
No deberían dormir en el Partido Popular muy tranquilos al comprobar que ejercieron de muleta del 'autócrata' para renovar el Tribunal Constitucional o el Tribunal de Cuentas. O para escupir sobre el concurso público para renovar el Consejo de Radiotelevisión Española y designar a vocales 'a la carta'. Partidistas y de partido. El resultado en todos los casos siempre es el mismo: la toma al asalto de las instituciones, la degradación de las principales estructuras estatales y, en último término, el afianzamiento de quienes se creen más relevantes que el propio Estado de Derecho. Con Sánchez a la cabeza.
El resultado en todos los casos siempre es el mismo: la toma al asalto de las instituciones, la degradación de las principales estructuras estatales y, en último término, el afianzamiento de quienes se creen más relevantes que el propio Estado de Derecho
Se deben partir la caja en Marruecos con las informaciones que han aflorado estos días sobre Pegasus. Supongo que Sánchez será consciente de ello, pero le dará igual, dado que el objetivo que perseguía lo ha cumplido. Él lo sabe, al igual que sus asesores.
España pagará durante varias décadas las consecuencias del destrozo al país que han hecho sus últimos gobiernos. En especial, el de Sánchez. Como siempre ocurre, habrá quien sea plenamente consciente de la catástrofe que se ha generado estos años cuando se vea rodeado y sin vía de escape. Suele pasar.
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