Opinión

Zelenski, José Andrés, Irene y los diez negritos

Los delirios que afectaban al Quijote, derivados de sus lecturas, son hoy comunes a todos los individuos interconectados. Los que observan los mapas del tiempo en verano en rojo (peligro) y negro (muerte)

Hace falta en estos tiempos un nuevo Quijote que golpee, con sutil ternura, los fuertes cimientos sobre los que se asienta la estupidez contemporánea. El nuevo Alonso Quijano fotografiaría los platos en los restaurantes, visitaría monumentos sin levantar la cabeza de la cámara del teléfono y lucharía contra gigantes en Change.org y en las redes sociales, donde trata de convencer sobre la conveniencia de adoptar las verdades mediáticas con argumentos de 240 caracteres. Eso sí, no sería idealista, dado que ya no perseguiría grandes metas, sino relevancia en Instagram o en esa prensa que se mata por conseguir clics, que es toda.

Los delirios que afectaban al Quijote, derivados de sus lecturas, son hoy comunes en todos los individuos interconectados. Los que observan los mapas del tiempo en rojo -peligro- y negro -muerte-; y los que reciben en el informativo de La Sexta sutiles consejos sobre la necesidad de instalar una cisterna de doble descarga o descongelar los alimentos en el frigorífico, en lugar de debajo del grifo. La peripecia vital puede ser concebida como en una novela de caballería... o como una experiencia en la que evitar los múltiples riesgos mortales que generamos los humanos. La sequía, la emergencia climática, la Tercera Guerra Mundial, el Gran Apagón... Cambian los tiempos y evoluciona la tecnología, pero las características del primate son similares. Y sus comportamientos.

En esta generación de egocentrismo tuitero e idolatrías mediáticas surgen a veces situaciones que no son convenientemente analizadas por estar encuadradas dentro del terreno de lo polite. Hace siglos, era arriesgado dudar de la nobleza de un caballero, a riesgo de ser ejecutado. Actualmente, esa frontera la marca la corrección. La consecuencia es la cancelación.

Una portada de 'Vogue'

Por eso resulta temerario discutir las imágenes que mejor ilustran sobre el sino de estos tiempos, como la que ha publicado la revista Vogue, en la que se observa a la mujer del presidente ucraniano mientras posa para un fotógrafo con abrigo de paño azul y mirada perdida. La escoltan varios soldados, a los que protege la chatarra de una aeronave con la bandera bicolor. El reportaje se titula “Retrato de valentía”.

Habrá quien piense que estas muestras de superficialidad han existido siempre. Del mariscal Pétain se cuenta que conquistó a varias mujeres en largas cenas que se celebraban mientras sus soldados morían a miles en el Somme y en Verdún. De momento, es una incógnita la cantidad real de ucranianos que han muerto mientras se defienden del invasor. En las guerras, siempre mueren los mismos y casi nunca son los que se recrean en banquetes ni posan para las revistas de moda.

La verdad mediática estableció hace unos meses que Zelenski era un héroe incuestionable, dado que era el rival del gran enemigo contemporáneo, que es Vladimir Putin. Los mismos que crean relatos de buenos y malos, y blancos y negros, subrayaban la simpatía del carnicero Idi Amin. El nuevo referente y su mujer se hacen fotos para las revistas de tendencias en plena guerra. ¿Acaso hay un episodio que defina mejor la 'era selfie'?

Se hace difícil cuestionar cualquier punto del relato mayoritario porque la generación de la imagen se alimenta de eso: de fotografías y mensajes de 240 letras. El rancho diario es poco nutritivo, pero se ofrece en abundancia. Llena el estómago, pero a la larga reblandece el cerebro. Por eso resulta más fácil imponer héroes y fabricar santos. Por eso, parece que alguien ha rebobinado el casete de los tiempos hasta el momento previo al Renacimiento.

El chef heroico

Se movió el otro día una imagen en las redes sociales del cocinero José Andrés mientras descendía de un helicóptero con unas bandejas en las manos. Parecía que dentro de los recipientes había un corazón con destino al Hospital 12 de Octubre, pero en realidad contenían varias raciones de comida para los afectados por el huracán Dorian. Sería mezquino dudar de la utilidad del servicio que presta la ONG de este hombre a los desafortunados. Del mismo modo, se pecaría de superficialidad si no se pusiera en cuestión el resto de su labor. Que incluye un activismo político innecesario y unas campañas de comunicación y relaciones públicas que tienen un fin concreto. No sólo es el de recibir fondos para su organización. La bondad es una cualidad transitoria, no una forma de ser. Eso es antinatura.

Ojo, la bondad se puede simular. Incluso utilizar como herramienta, dado que la apariencia de bonhomía es suficiente en estos tiempos líquidos para alcanzar relevancia social. Se vio estos días cuando Irene Montero difundió la enésima campaña ñoña del Ministerio de Igualdad, en la que, por el módico precio de 5.000 euros, se ha querido transmitir a los ciudadanos la idea de que las mujeres orondas también pueden ir a la playa. Es posible que estas acciones propagandísticas generen más complejos de los que solucionen... pero lo importante es aparentar que se hace 'el bien'.

Esta carrera constante -y estúpida- por mejorar la reputación social y acreditar ante el resto vida intensa y corazón puro, a veces genera una fatiga que cae a plomo sobre el espíritu. Si no la provoca San Chef o Irene Montero... lo hacen Juanma Castaño y Helena Condis, periodistas de COPE y pareja de moda. Hace unos días, se fueron a Tanzania y publicaron en sus redes sociales las clásicas imágenes de su visita a lugares donde hay niños negritos. ¿Para qué viajar si no se puede exhibir la alegría de los muchachos por la llegada del visitante? El locutor radiofónico afirmó en un mensaje: “Las duchas: teníamos derecho a 20 litros de agua por persona. Helena alegó tener mucho pelo para incrementar su dosis diaria. Por supuesto, lo consiguió”.

Cualquiera podrá ponerse en el lugar de los tanzanos, que viven con poco, ante la petición de doble ración por parte de los turistas presumidos. Pero mejor no. En la generación de los 'quijotes' hedonistas e interconectados -y en este caso, nada idealistas- conviene no reflexionar más allá de la selfie y los titulares de La Sexta. En la nueva Edad Media es mejor rezar a estos santos y no meterse en problemas innecesarios.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP