Opinión

De cómo Malinche trocóse en Ayuso

Los turiferarios de gacetillas y diarios de avisos han puesto de chupa de dómine al autor de la obra musical Malinche. Con intenciones aviesas y torticeras, vive Dios

Sepa Mi Señor el Conde que Maese Nacho Cano, cuya vida guarde Dios muchos años, ha emprendido no pocas empresas culturales a mayor gloria del Reyno y de sus gentes. Compositor, y aun escritor y generador de ingenios y prodigios, años ha que deleita a las gentes de villas y pueblos con los frutos que las musas le otorgaron de por vida. Ha hecho suya la divisa Honeste vivere, neminem laedere, suum cuique tribuere, a fe mía. Forzoso es decir que truchimanes, maxmordones, mamacallos y demás garduña de vil gallofa jamás le reconocieron mérito alguno, pues suele el vil regodearse en arrastrar por el fango aquellos prestigios que jamás obtendrá por su propio mérito, que si en la barba del ruin se enseña, en la cabeza noble se arroja la ira del necio.

A despecho de algaradas ruines, Maese Nacho continuó pergeñando en el pentagrama notas acompañadas de palabras siempre sabias y de provecho. Mi Señor sabrá que de aquellos esfuerzos nació la obra dedicada a Malinche, la indígena nahua conocida también por Malinalli, que supo pasar de esclava entregada a Don Hernán Cortés, que Dios haya en su Gloria, a compañera de este, madre de su hijo y consejera, intérprete e intermediaria, que su sabiduría y conocimiento de harta ayuda supusieron al gran soldado. ¿Hay en estos tiempos de tribulación, de tantos desnortados y quebrantos motivo más loable para glosar en cantigas y versos que el amor entre distintos? ¿Acaso ese mestizaje no es ejemplo para los obcecados por el velo de la intolerancia?

Den gracias al Todopoderoso que nos permite en un mundo de vulgares escupidores de odio poder disfrutar de Maese Cano

Excúseme Mi Seño Conde hablar de la belleza musical de la obra, del ingeniosísimo espectáculo, de los portentos de danzas y canticos emanados de ese fénix pues mejor es vero que narrarlo y así he de guardarme en describirlo como de hacer pacto con el Turco. La obra habla por sí misma a despecho de insidias de biliosos, que tienen conocido origen. Hete aquí que Maese Cano es hombre de corazón diligente, alma limpia y palabra clara y, en habiendo alabado en público a la Corregidora de Madrid, Doña Isabel Díaz de Ayuso, alabando las cualidades que tan noble y bella dama tiene, amén de su cuidado en los asuntos de gobierno, buen orden y prosperidad de sus tierras, y del odio que le profesan las mesnadas de fulleros de naipe escondido en las mangas acuchilladas, cuando no de vizcaína escondida para ser clavada por la espalda, decidieron apostrofarle como hereje ante la Santa Inquisición del pasquín. ¡Ah, jauría rabiosa que confunde a Ayuso en Malinche y al culo con las cuatro témporas! Pero, como dijo el clásico, Fiat iustitia ruat, caelum, Mi Señor Conde!

Maese Cano no ha de verse inquieto por tamañas felonías porque aunque quieran morderle el cuello para así mejor desgarrar su genio, no le alcanzarían siquiera el calcañal. Por su arte exquisito, su probada honradez como súbdito de Su Majestad el Rey, que Dios guarde, su noble porte y gallarda actitud, humildemente ruego a Mi Señor y a toda la grey que de Vos dependa acudan en tropel a deleitarse con Malinche. Den gracias al Todopoderoso que nos permite en un mundo de vulgares escupidores de odio poder disfrutar de Maese Cano y su límpida partitura de luz, sincera y noble, en la que no hallarán doblez alguna. Y si creyese menester ordenar un solemne Te Deum en agradecimiento a tan gran español y músico, cuente con mi modestísimo concurso, puesto que de estos andamos bastante ayunos en nuestros Reynos.

Besa su mano s.s.s.

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