Opinión

Debate del Estado de lo que queda

Este martes tenemos Debate del Estado de la Nación. Nunca ha servido para mucho. Con Sánchez sirve para menos

Hablar del estado de una nación que el gobierno está intentando cargarse es puro sarcasmo. Eso suponiendo que entiendan como nación a España, porque para el gobierno es cuestión más que discutible, ahí tienen por vía de ejemplo a Miquel Iceta, que asegura haber contado hasta ocho naciones dentro de España o a Sánchez, que habla de una Euskadi libre. Aunque el gobierno de la banda pueda admitir España como animal de compañía, todos sabemos que su idea de un estado plurinacional, megafederal, chupiconfederado y demás memeces les impide entender España como un conjunto de personas libres e iguales. Prefieren que seamos desiguales, pagando más o menos según dónde has nacido y regulando la libertad dependiendo de tu origen y procedencia, porque no tiene los mismos derechos un matrimonio de ancianos a los que les han ocupado el piso que unos okupas llegados de tierras que desconocen la charcutería.

La premisa queda invalidada ab initio y lo único que va a ventilarse es quién queda mejor, quién arrima más votos a su sardina y quién insulta más a sus oponentes. Ni qué decir tiene que las promesas de Sánchez acerca de que desvelará medidas económicas sorprendentes son más falsas que un euro con la cara de Rociíto. En economía dos y dos son cuatro y lo demás, afeites, pomadas y pelucas. Sin reducción de gasto no hay ahorro, sin una bajada de impuestos no hay crecimiento, sin austeridad no se contiene el crecimiento de la deuda pública. Cualquier persona podría decirlo en el atril del congreso, porque todos sabemos que si cobras diez y gastas treinta acabarás arruinado. Pero como el dinero público no es de nadie, como dijo una emérita socialista, ellos van trampeando en la vana ilusión que desde la UE no se fijen en cómo dilapidan los millones que llegan desde ahí. Ah, pero Úrsula Rottenmeyer Von der Layden ya ha avisado a Sanchinflas que le va a enviar un batallón de hombres de negro a ver en qué se gasta los cuartos de los países austeros. Porque la dinámica en Europa vuelve a ser esa, los que pagan el gasto y los que se lo gastan en cuchipandas. ¿Preocupa esto al prócer de la Moncloa? Pues no. Su Pedridad lo que quiere es llegar al final de la legislatura, aunque sea a costa de lamerle todavía más las botas ensangrentadas a Bildu o poniéndole un pisito coquetón en Las Vistillas a Puigdemont. Jamás se ha visto una amoralidad de tal calibre en nuestra democracia.

El resto de partidos irán para nada. El PP, que ni siquiera tendrá a Feijoo plantándole cara a Sánchez porque no es diputado, dirá cosas seguramente razonables que Sánchez ridiculizará y aprovechará para decirles que no tienen sentido de estado. Hay que tenerlos cuadraos, él, que pacta con quien precisamente lo que quiere es romper ese mismo estado. VOX ha anunciado que hará una enmienda a todo lo que diga el presiente y recibirá acusaciones de fachas come niños, vituperios, insultos y todo tipo de maldiciones gritadas con voz de feriante al que se le ha estropeado el micrófono, no sea que alguien escuche las propuestas del partido verde y se dé cuenta de que muchas tienen más razón que un santo. Ciudadanos dirá cosas, pero es la lucidez que precede a la muerte, porque es un partido que parece respirar pero está sentenciado. El resto, comparsa y alegría. Y hala, todos a comer en los magníficos restaurantes que hay cerca del Congreso y que no falte de ná.

Y es que el gobierno no debate sobre el estado, sino sobre su estado, el de su partido y bolsillos. Los nuestros les importan un pito. Con perspectiva de género, cuidado.

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