Opinión

Un debate con gaseosa

El miércoles tuvo lugar en el circuito catalán de TVE el primer debate entre candidatos a la alcaldía de Barcelona

Recuerdo el primer debate televisivo entre Aznar y Felipe González. Lo vi junto a Luis del Olmo, en su casa. Los dos candidatos representaban ideas muy concretas y lo hicieron con contundencia, argumentos y seriedad. En cambio, el debate de TVE de candidatos a la alcaldía de Barcelona no despertó en mí más que algún bostezo, tres o cuatro alzamientos de cejas y un par de exabruptos con las intervenciones de Colau y Collboni. Estando como está Barcelona, aquello fue de un nivel más bajo que las medias suelas de los zapatos de Torrebruno. Cuánta osadía en la mentira, cuánto postureo, cuánta falsa indignación y cuánta barra, jeta, como dijo por lo bajini Daniel Sirera, el candidato del PP que fue quién, a mi juicio, quedó mejor.

Porque si jeta tuvo Colau al decir que a los barceloneses no nos preocupan las ocupaciones, que con ella hay menos paro, más vivienda social y más de todo no le fue a la zaga Collboni, recién salido de la caja con lacito y celofán, que vino a decir que a él qué le decían cuando el tipo ha cogobernado con la podemita estos dos mandatos. Hace falta valor, pero a estos les sobra barra para negar la mayor, achacándole a la derecha todo lo malo y erigiéndose en referencia moral. Se ve venir: los socio comunistas de subvención a las amigues, apoyo a okupas y manteros, destrucción de la movilidad, odio a Israel, a España, babeo con el separatismo y oposición a la ampliación del aeropuerto machacarán con que viene la ultraderecha. Como si la ruina de Barcelona no fuera responsabilidad absoluta del separatismo, la extrema izquierda y el sanchismo rampante.

De Maragall, qué les voy a decir. Ni una palabra de independencia. Ni una. Es gato viejo. Se pasó el rato diciendo que le tocaba ser alcalde la otra vez, porque ganó las elecciones, y socialistas y podemitas se confabularon para impedirlo. Colau decía que no, y el que sí, y ella que no, y espoleados por los agit prop de los presentadores aquello duró la intemerata sin que los demás pudieran decir ni pío. Trias, por su parte, iba a hablar de su libro, puso cara de no saber de qué le hablaban cuando se citó a Puigdemont y a Borrás, dijo que era social demócrata y no mencionó para nada la independencia, Waterloo, la república catalana o la DUI. En su papeleta ni siquiera aparece Junts, sólo su fotografía. Es una pena que esté dónde está, porque lo conozco y sé que es una buena persona.

Estuvo de lujo cuando le espetó a Colau que él, de derechas ricachonas, nada, porque es hijo de guardia urbano y taquillera de metro. A ver si se enteran, que la mayoría son de casa bien

De las señoras Parera y Grau, que parecían haber ido más a pelearse entre ellas que a otra cosa, guardaré un piadoso silencio, en especial por la segunda y su póster de campaña en el que emula a Rivera en plan “Yo soy la tentación”. Y llegamos a Sirera, conocido de la afición por su papel como consejero del PP en el Consell Audiovisual de Catalunya durante los años de plomo, en los que se batió el cobre con separatistas y socialistas. Sabiendo que es imposible que tenga mayoría y a lo máximo que puede aspirar es mejorar los desastrosos resultados obtenidos por Bou en los anteriores comicios y que los concejales populares sean decisivos, habló sensatamente, con propuestas que cualquier persona con sentido común podría aceptar y sin perder la sonrisa del que ve una película sabiendo quién es el asesino. Estuvo de lujo cuando le espetó a Colau que él, de derechas ricachonas, nada, porque es hijo de guardia urbano y taquillera de metro. A ver si se enteran, que la mayoría son de casa bien.

De seguir así, los debates van a tener menos audiencia que un programa en esperanto sobre Práxedes Mateo Sagasta, con perspectiva de género, por descontado

Señalar que fue una lástima la ausencia de VOX debido a unas normas que perjudican casi siempre a los mismos. De seguir así, los debates van a tener menos audiencia que un programa en esperanto sobre Práxedes Mateo Sagasta, con perspectiva de género, por descontado. Igual es eso. Gaseosa para todos. 

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