Con la vaina de que le explique la manera de guisar la musola me llama mi amigo Gabriel. La musola, para quien no lo sepa, es un tiburón pequeño, que también llaman cazón, y que guisado con patatas es capaz de coger todos los aromas que le acompañan como yo no he visto en otros platos. Me dice Gabriel lo que decimos todos estos días, que hace mucho calor, que cuánto cuesta dormir y que no recuerda estos calores ni siquiera cuando era un niño. Yo le recuerdo lo que aquí he escrito ya, que de niños vimos juntos cómo se caían a plomo los vencejos y gavilanes de los tejados, muertos por una insolación. Pero al grano. Me dispongo a contar la forma en que guiso la carne de este tiburón de tamaño mediano y enseguida descubro la falta de interés de mi interlocutor. ¿Sigo con la receta o me callo? Sigue, sigue me dice. ¿Estas apuntando la receta o no? La estoy memorizando, responde. Fin de la clase de cocina y comienza otra sobre la actualidad, que a eso obedece su interés.
A mí me gusta hablar de pucheros y me harta hasta el infinito la charla sobre la actualidad. Quizá debería precisar y escribir que lo que me agotan son los actores de esa actualidad, tan rancios y mediocres. Es difícil considerar que el periodismo es el oficio más hermoso del mundo cuando uno está obligado a escribir sobre Sánchez y su contradictorio y rectificado plan de ahorro energético, por ejemplo. Ahora cae en la cuenta la ministra Ribera de que su plan de ahorro energético lo ha pactar con las autonomías o no habrá plan. Primero redactan el real decreto, que entrará en vigor a las 00:00 horas de este miércoles, después lo filtran, a continuación, alguien les dice que sin la colaboración de los consejeros autonómicos no habrá plan, y entonces es cuando se sacan de la chistera una improvisada reunión a unas horas de la entrada en vigor de la norma y el Gobierno proclama la necesidad de unidad de las fuerzas políticas. Y si no es así, la culpa es de Feijóo.
Algún opinador asegura en una tertulia veraniega de altura veraniega que si obligan a los comerciantes a apagar las luces de los escaparates el nivel delicuencial (sic) subirá exponencialmente (sic). Menos mal que alguien media en la tontería para asegurar que lo importante no son los escaparates y sí el alumbrado público. En fin, cosas del oficio más hermoso del mundo.
Más preocupante es confirmar que la política se ha quedado sin fórmulas para reducir las desigualdades, algo que no deja de aumentar en España desde hace lustros, también desde que hay un gobierno progresista
-Pero vamos a ver Gabriel, ¿tú por qué me estás llamando?
-Para que me digas lo que pasa. A fin de cuentas, vosotros tenéis más información. Es que da miedo la cosa una vez terminada la lectura del periódico. China, Taiwán, Ucrania, Colombia, Israel y la Yihad Islámica, Guatemala, donde salen por piernas del país jueces y fiscales…Hay hasta quien asegura que la era del miedo ha llegado. ¿o es que no da miedo saber que el año pasado hubo en España 620.000 hogares en los que no entró un solo euros de origen laboral?
-Sí, cierto, no sé si miedo. Inquietud, desde luego. Más preocupante es confirmar que la política se ha quedado sin fórmulas para reducir las desigualdades, algo que no deja de aumentar en España desde hace lustros, también desde que hay un gobierno progresista formado por nacionalistas catolicones, ex etarras, independentistas, comunistas, republicanos secesionistas, señoras teñidas de rubio en proceso de escucha permanente…Eso que hemos dado en llamar progreso…
En realidad, mi amigo no quiere saber la receta de la musola guisada con vino blanco o con arroz. Simplemente le aturde tanta noticia negativa y pretende encontrar alivio en alguien al que él supone tiene alguna información que le pueda sosegar. Pero yo no la tengo, le digo. Ni siquiera la tienen los dirigentes con los que más o menos en privado uno puede hablar. El desconcierto que provoca la falta de liderazgos y el fin de la política conocida hasta hoy afecta a todos. No tengo más respuesta que darle que esta: en verano no leas periódicos.
Izquierda y derecha son dos formas de conveniencia para que los ciudadanos no profundicemos en la perversa naturaleza de los partidos, especialmente los nuestros
-Mira Gabi, recuerda el dicho: si hay que ir la infierno se va, pero, joder, no nos metan miedo. Porque esa es la palabra, miedo. Miedo por la guerra y las tensiones internacionales. Miedo a quedarnos sin energía, miedo a la subida de precios de los combustibles, miedo cuando uno compra un melón o cuando ve los lineales de los cubitos de hielo vacíos. Con el hielo pasa ahora lo que antes pasó con el papel higiénico. Y después del hielo llegará el pollo, porque los productores ya avisan que con los costes actuales no pueden asegurar la producción de una carne tan consumida.
El miedo es tal que ya he leído dos editoriales dedicados a la falta de hielo en las tiendas. ¿Cuándo leeré el editorial del pollo? Nada hay más apetecible para el delicuescente poder que el ciudadano que vive con recelo. Nada como el hombre espantado. No tengo tan claro que el miedo que sentimos termine porque sepamos señalar a los culpables en estos tiempos marcados por la efracción social y la política astrosa que, entre todos, estamos construyendo. Izquierda y derecha son dos formas de conveniencia para que los ciudadanos no profundicemos en la perversa naturaleza de los partidos, especialmente los nuestros.
Una verdad inverosímil
La derecha ha encontrado a su líder, pero no termina de creérselo. Y menos de digerirlo. Lo de siempre. La izquierda hace mucho que se fue de las luces y de la razón, dos estados que ha sustituido por el miedo, el sentimentalismo y el dogma. Dichosos aquellos tiempos férvidos en los que los políticos callaban con el afán de los fanáticos, con la tenacidad de los campesinos y la pasión de un jugador y sabían lo que decían cuando convocaban a la unidad.
Tiene escrito Stefan Zweig que nada hay más excelente que una verdad que parece inverosímil. Dale una vuelta a eso, le digo a mi amigo, y vente a mi casa cuando quieras. Guisaré una musola para ti, pero con un compromiso: ni tú ni yo habremos leído el periódico del día. Bien comidos y bebidos es la mejor manera de entrar en el infierno, si es que de eso se trata. Pero, eso sí, sin miedo.
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