El golpista y delincuente Carlos Puigdemont ha reaparecido en Barcelona después de casi siete años de fuga de la Justicia. Y lo ha hecho de cómica manera con un breve mitin a las puertas del parlamento catalán en el que ha criticado al PP, Vox y a los jueces y tras el que desapareció con la ayuda de un mosso de escuadra que luego fue detenido.
Lo que fue posible gracias a la ‘colaboración’ premeditada del presidente Pedro Sánchez y del presidente catalán en funciones Pere Aragonés, una vez que a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a las catalanas se les coló y luego se les escapó Puigdemont en sus narices. Lo que prueba que nadie estaba interesado en su captura, para que su detención no entorpeciera el debate de investidura de Salvador Illa en el Parlamento catalán.
Una vez más, Puigdemont volvió a jugar a ‘Pimpinela Escarlata’ y se ha mofado de España, de la Justicia y de las Fuerzas de Seguridad, con los mossos en primera línea. Y por supuesto con la calculada colaboración de Sánchez. El que fue investido presidente en noviembre pasado con los votos de Junts, el partido de Puigdemont, a cambio de una escandalosa Ley de Amnistía pendiente de la Justicia de la UE y del Tribunal Constitucional, cuya aplicación de momento ha vetado el Tribunal Supremo.
Y ahora tenemos a Puigdemont escondido en España y meditando si decide entregase o no a la Justicia para ser encarcelado (ya se vería si por unos días, si se entrega voluntariamente) y ser remitido luego a juicio oral en el Tribunal Supremo. Del que escapó al huir de España, como un cobarde en el maletero de un coche, tras haber impulsado a finales de octubre de 2017 la declaración de la independencia de Cataluña.
La complicidad de los Mossos
Mientras Puigdemont aparece y desaparece en Barcelona, avanzó el pacto de PSC y ERC (que rompe la unidad fiscal de España) para investir a Illa presidente de la Generalitat. Lo que pretendía bloquear Puigdemont con su pública detención a las puertas del Parlament, que no se produjo ante la calculada pasividad y complicidad de los Mossos. Hasta el punto que uno de ellos le ofreció al prófugo su coche para escapar.
Lo lógico y hasta un cierto punto ‘digno’ hubiera sido que Puigdemont se hubiera entregado a la policía al llegar a la frontera española, como ya se lo propuso la propia policía. Pero él optó por montar su espectáculo de circo. Pero si en las próximas horas Puigdemont no se entrega y, finalmente es capturado, corre el riesgo de que su captura no sea considerada una voluntaria rectificación y autoentrega a la justicia, en cuyo caso el juez Llarena podría mantenerlo en prisión hasta que concluya la celebración del juicio oral.
Los riesgos del prófugo
Al fondo de todo ello y aunque parezca que Puigdemont y Sánchez se han distanciado, todo apunta a que la entente entre los dos continúa y que el catalán no se atreve a romper con Sánchez porque si le crea problemas correrá el riesgo de que Conde Pumpido, a la menor indicación del presidente, se cargará la ley de amnistía en el TC. Y en ese caso Puigdemont acabaría en prisión con una importante condena por malversación.
De manera que vamos a ver cómo discurre y acaba este último sainete del prófugo catalán y si Sánchez consigue la investidura de Illa y la ruptura del frente nacionalista catalán, arrinconando a Puigdemont y a Junqueras. De la misma manera que, a su izquierda, enfrentó a Podemos con Sumar mientras él avanza en la legislatura. Al menos hasta que llegue el momento crucial de los PGE de 2025, que tal y como van las cosas sería la hora de la verdad.
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