Opinión

Contra la derecha todo vale

Para Pitágoras, el siete era el número perfecto. Los antiguos vieron siete planetas en el cielo y de ahí viene su fuerza simbólica. Para Hipócrates, este número “es el dispensador de la vida y fuente de todos los ca

Para Pitágoras, el siete era el número perfecto. Los antiguos vieron siete planetas en el cielo y de ahí viene su fuerza simbólica. Para Hipócrates, este número “es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, pues incluso la Luna muda de fase cada siete días: este número influye en todos los seres sublimes”.

Dado que Sánchez es el más sublime de todos los seres, ¿cómo este número no iba a provocar un efecto radical en él?

Tanto es así que lo que era impensable por disparatado antes del 23 J, la amnistía para los sediciosos catalanes, es ahora el bálsamo de Fierabrás para sanar el conflicto territorial. Los gerifaltes del gobierno socialista se mostraban contrarios a una medida de tal calibre porque no encajaba en nuestro orden constitucional. "La amnistía está prohibida en nuestra Constitución y en todas las democracias", sentenció Carmen Calvo en Rac 1. Y del mismo tenor eran las opiniones de los ministros/jueces Grande-Marlaska y Juan Carlos Campo.

Todo cambió tras los resultados de las elecciones generales de julio. Después del escrutinio, el discípulo de Largo Caballero hizo cuentas y vio que le salían los números sumando comunistas, independentistas y los suyos propios. Los siete diputados del fugado eran la clave y Sánchez volvió a cambiar de opinión, como es consustancial a su idiosincrasia. La amnistía a Puigdemont y a sus compañeros delincuentes era clave para mantener el poder. Y como priman los intereses sobre los principios, el presidente del Ejecutivo puso en marcha toda la maquinaria propagandística para defender lo indefendible.

Aquellos veteranos socialistas que han alzado la voz contra el atropello institucional que se estaba fraguando inmediatamente han sido acallados, o sea, aplastados por la apisonadora mediática de la izquierda y por la turba de políticos paniaguados y militantes hooligans que pululan por las redes sociales. Si las objeciones venían de la derecha, peor todavía. Ya vimos al energúmeno Óscar Puente en su deposición el Congreso.

El Partido Socialista, en manos de Sánchez, es una caricatura de lo que fue. En el Comité Federal apenas se debate, está plagado de palmeros que secundan al líder haga lo que haga. Conservar el sillón es lo que importa, ande yo caliente y ríase la gente.

El mensaje ha calado entre militantes y simpatizantes de la izquierda, que justifican lo que haga Sánchez con tal de que no gobierne el PP con Vox

Sánchez es el máximo responsable de la polarización social que sufrimos en España. Desprecia la interlocución con los partidos de la derecha, pero se alía con Bildu, Esquerra y Junts. Resulta vergonzosa la foto de Santos Cerdán con el anfitrión Puigdemont y el decorado de fondo del referéndum ilegal. El socialista acudió a rendir pleitesía con cara de enterrador, porque estaba inhumando los valores del Estado de derecho.

El hechicero de la Moncloa ha encontrado la llave para que todo se le perdone. Ya lo experimentó en las pasadas elecciones generales. El mantra al que viene aferrándose el aparato sanchista, más allá de la trola de que la amnistía busca mejorar la convivencia en Cataluña, es éste: “Todo antes que el gobierno de la derecha”. El mensaje ha calado entre militantes y simpatizantes de la izquierda que justifican lo que haga Sánchez con tal de que no gobierne el PP con Vox. A partir de aquí, todo se ve con condescendencia, desde el asalto al poder judicial hasta el pacto con los enemigos declarados de España. En este punto se encuentra el gran reto de la derecha y del centroderecha en nuestro país. ¿Cómo combatir esa imagen demoníaca que se les aplica desde la izquierda?

En primer lugar, hay que mostrar firmeza en la defensa del orden constitucional, y esto implica plantar cara en los tribunales a los que se han tirado al monte. Solo el respeto a la ley y las instituciones garantiza la convivencia pacífica entre los españoles. Los partidos que ofrecen estabilidad y acatamiento del marco legal acaban generando confianza en los ciudadanos.

Por otra parte, los gobiernos regionales de la derecha deben desarrollar una acción política eficaz y equilibrada, lejos de todo tipo de excesos. Predicar con el ejemplo es la mejor manera de convencer. Y el objetivo es afianzar la mayoría social.

Es preciso dar la batalla en el terreno de la propaganda política. Sin esta pata, el trípode puede resultar ineficaz. Bien haría Feijóo en poner en cuarentena a los ideólogos que llevaron su campaña en las pasadas generales. Y después veremos, porque la última palabra en democracia siempre la tienen los electores, y cada pueblo se merece lo que vota.

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