Quienes dirigen entre bambalinas la gobernanza mundial continúan vendiendo a plazos su alma al diablo. En uno de los últimos artículos hacía hincapié en la amenaza que la financiarización, como uno de los rasgos más destacados del neoliberalismo, representaba y representa para el ecosistema productivo global y patrio, además de abocarnos a una sociedad cuasi-feudal. Esta sensación de impotencia se acrecienta al observar cómo los extractores de rentas, quitadas las caretas, pusieron, y continúan poniendo, su punto de mira en derechos humanos básicos recogidos en la carta fundacional de la ONU: acceso a la energía, alimentos, agua y vivienda.
Para terminar la faena, ciertas indocumentadas, con una verborrea zafia e insultante, Ayuso mediante, no dudan en criminalizar y estigmatizar a aquellas personas que el sistema ha hundido y dejado atrás, y que por necesidad son abocadas a las colas del hambre. Como me suele apuntar uno de los seguidores de este blog, hace tiempo que nos encontramos en un escenario similar a la trilogía de los Juegos del Hambre, con todas sus consecuencias. Pero volvamos a lo que nos atañe: la reciente financiarización de uno de los derechos humanos por excelencia, el acceso al agua.
El 7 de diciembre de 2020, por primera vez en la Historia, se lanzó en la Bolsa de Chicago un contrato de futuros sobre el precio del agua, concretamente sobre el índice Nasdaq Veles California Water, lanzado en 2018 y negociable en el Nasdaq. Los argumentos utilizados para justificar esta iniciativa se basan en la verborrea de siempre. Por un lado, los futuros del índice Nasdaq Veles California Water se presentan “como una herramienta para gestionar el cambio climático”. Por otro lado, estos futuros se describen “como una herramienta innovadora, primera en su género, para proporcionar a los usuarios de agua (en sus vertientes agrícola, comercial y/o municipales) una mayor transparencia, descubrimiento de precios y transferencia de riesgos, todo lo cual puede ayudar a alinear más eficientemente la oferta y la demanda de este recurso vital”. Bla, bla, bla, bla….
La experiencia histórica de lo ocurrido con los mercados de derivados de productos agrícolas sugiere exactamente lo contrario: un aumento de la volatilidad de los precios de los alimentos agrícolas no elaborados, lo que pone en cuestión el concepto de seguridad alimentaria y la satisfacción de las necesidades básicas de nutrición y salud de la población, especialmente en los países más pobres. Aunque el agua y los productos agrícolas son de naturaleza diferente, la dinámica especulativa podría ser la misma en los mercados del futuro. De hecho, vuelve a haber una nueva presión de las estrategias especulativas sobre un derecho humano como es el acceso digno al agua. Por lo tanto, para estudiar las consecuencias de la financiarización del agua, con la creación del primer mercado de futuros, es necesario analizar lo que realmente ha sucedido con la mercantilización y financiarización de las materias primas agrícolas.
¿Y los mercados de futuros agrícolas?
Podemos distinguimos dos etapas históricas en la financiarización de los productos agrícolas. La primera comienza a mediados de los años noventa, en plena moda de desregulación de los mercados financieros, y que se prolonga hasta la Gran Recesión. En ella confluyen dos factores que, aunque independientes, se refuerzan mutuamente: la inclusión de las materias primas, incluidas las agrícolas, como un activo más en las carteras de los inversores; y la desregulación de los mercados financieros, comenzando por Estados Unidos. En una segunda fase, tras la Gran Recesión, se aceleró la financiarización de los productos básicos agrícolas, aumentando la volatilidad de los precios y su correlación con los activos de riesgo -mercados bursátiles-.
La inclusión desde mediados de los años 90 de las materias primas como una nueva clase de activos en las carteras de los inversores se basaba en la búsqueda de posibles ventajas. Entre ellas, la diversificación con respecto a las acciones y los bonos (correlación nula o negativa); la correlación positiva con la inflación y con las variaciones de la tasa de inflación (las materias primas como cobertura contra la inflación); sus rendimientos a largo plazo y su volatilidad comparables a los de la renta variable; y, por último, la protección contra algunas "sorpresas" económicas que no ofrecían las acciones y los bonos. La desregulación de los mercados permitió el empujón definitivo. Un mercado donde inicialmente solo intervenían quienes utilizaban la materia prima como recurso productivo y/o como producto de venta, fue arrasado por una horda de especuladores.
Existe suficiente evidencia de que se han reforzado los vínculos entre los mercados de acciones y los mercados agrícolas desde 2004, lo que se corresponde con el aumento de las entradas de inversores institucionales
Los últimos estudios académicos permiten extraer nuevas ideas sobre la financiarización de las materias primas. Las grandes subidas de los precios de los productos básicos a principios de 2008 distorsionaron las expectativas de los inversores sobre la fortaleza económica mundial y, por tanto, la demanda de productos básicos, al distorsionar las señales de los precios. Existe suficiente evidencia empírica de que se han reforzado los vínculos entre los mercados de acciones y los mercados agrícolas desde 2004, lo que se corresponde con el aumento de las entradas de inversores institucionales en los mercados de productos básicos. Estos resultados muestran que los agentes inciden más profundamente en los mercados de materias primas cuando el valor del índice de materias primas es elevado. La especulación en el mercado de futuros de materias primas distorsiona los precios y los aleja de los niveles racionales.
El papel de los especuladores de índices de materias primas y sus consecuencias negativas para la sociedad fueron detallados ampliamente por Michael W. Masters, uno de los inversores que más rentabilidad obtuvo en los mercados de futuros de materias primas, en su testimonio el 20 de mayo de 2008 ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado estadounidense. Masters respondió a la pregunta clave en su Testimonio ante el Subcomité: ¿Contribuyen los inversores institucionales a la inflación de los precios de los alimentos y la energía?" Su respuesta inequívoca fue un claro "sí". En este testimonio explicó cómo los inversores institucionales son el factor principal que afecta a los precios de las materias primas en la actualidad. Como explicó, es evidente que hay muchos factores que contribuyen a la determinación de los precios en los mercados de materias primas; pero hay un factor que crece rápidamente y que presenta un problema que solo puede corregirse de forma expeditiva mediante una acción de política legislativa. Para ello propuso tres medidas muy concretas.
Los límites de la posición
Se deberían prohibir las estrategias de réplica de índices de materias primas en fondos de inversión y pensiones por el enorme daño que causan a los mercados de futuros de materias primas y a los ciudadanos en su conjunto. En segundo lugar, se debería actuar inmediatamente para cerrar la laguna de los swaps. Los límites de las posiciones especulativas deben "mirar a través" de la transacción de swaps a la contraparte final y mantener a esa contraparte a los límites de las posiciones especulativas. Esto reduciría la especulación con índices y obligaría a todos los especuladores a enfrentarse a los límites de posición. Finalmente, se debe obligar al regulador a reclasificar todas las posiciones y distinguir aquellas posiciones que son controladas por los Coberturistas Físicos "de buena fe" de aquellas controladas por los bancos de Wall Street. Las posiciones de los bancos de Wall Street deberían desglosarse además, en función de su contraparte, en coberturistas físicos "de buena fe" y especuladores.
Masters terminó su testimonio con este párrafo premonitorio: “Si no se toman medidas inmediatas, los precios de los alimentos y la energía subirán aún más. Esto podría tener efectos económicos catastróficos para millones de consumidores mundiales ya estresados. Podría significar literalmente la muerte por inanición de millones de pobres del mundo. Sin embargo, si los responsables políticos toman estas medidas, se restablecerá la integridad estructural de los mercados de futuros. La demanda de los especuladores de índices quedará prácticamente eliminada y es probable que los precios de los alimentos y la energía bajen drásticamente.” Pero al final las colas del hambre son estómagos agradecidos, Ayuso dixit.