Despacho habilitado provisionalmente para Peter Von der Lerden, el primo inspector de Úrsula Von der Follen, que trabaja en la OCDE elaborando el informe PISA, y que en ratos libres gusta de evaluar gobiernos y ha elegido el nuestro.
Peter fue uno de los que atestiguó en diciembre que los escolares españoles burrean en matemáticas y comprensión lectora; de resultas de lo cual Jisperson anunció en un bolo en Galicia el domingo pasado, que van a invertir 500 millones en extraescolares, en desdoblar aulas, y en incentivar profesores para que enseñen mates “socioafectivas”. Y así evitar visitas al psicólogo infantil con padres blandiblú diciendo: “Doctor, Albertito vio una suma con decimales en el ticket del súper y no ha pegado ojo en toda la noche. No tiene ganas ni de intentar ver porno en el móvil. Estamos agobiadísimos”. (Según dicho informe, 1 de cada 3 alumnos de 15 años sufre “ansiedad matemática”).
Nuestro inspector está ahora corrigiendo trabajos y se le están poniendo los pelos evaluadores como escarpias, al ver ejercicios como el de Yolanditaperón; esa niña rubia y pizpireta vestida con canesú, para la que vivir en 443 m2 sin mar es purita “condena”.
- ¡Tú lo que eres es una mimada! -gritó alguien desde el fondo de la clase.
Aquí, la redacción de la pequeña víctima urbana:
“Los empresarios son jente mala, porque se forran. Por eso hay que vigilarles y bajarles el sueldo y subírselo a los que travajan, que tienen que travajar menos oras para no cansarse, y que sea muy difícil despedirles. Así, los empresarios ganarán lo mismo aunque no lo merezcan, y los travajadores serán más felices.”
Peter flipa con el cacao ortográfico y mental, y pasa al siguiente trabajo: el de Ernestito, el niño tímido con tendencia al cirio nasal, al que pillaron dibujando un señor en pilila.
-Pero Ernestito, hijo, no se dibujan señores en bolas en clase -le dijo la maestra.
- ¿Por? –responde con ojos de desconcierto cognitivo. -Es que quiero que vuelva a su país.
Ernestito saca una foto de la mochila para ilustrar su reivindicación migratoria, y tras quitar algunas migas y despegar un chicle, aparece una escultura dorada de varón sedente con estilismo entre tribal y extraterrestre. El pie de foto reza: “Cacique del Tesoro Quimbaya, regalo del gobierno colombiano a la Reina María Cristina en 1893”.
La señorita da por imposible que el niño interiorice el concepto de pudor gráfico y, por miedo a generar frustraciones, le dice: “Nada, cariñín. Tú escribe”.
Tuntasun obedece:
“Los españoles hemos sido malos hace seis siglos y tenemos que debolber ahora todo lo que hemos robado a los indíjenas en las colonias. Yo de mayor quiero pedir perdón por ser español, y también zensurar a la gente que me zensura por dibujar cosas.”
Triunfalismo económico
El informe de Peter será igual de demoledor que el PISA, y consta de dos partes:
1-Por qué el goaverno suspende en matemáticas:
Aquí Von der Lerden, pragmático como buen alemán, se limita a transcribir titulares recientes, que desmontan el triunfalismo económico con el que putivueltea por el mundo Jisperson, para el que “la verdad es la realidad”, salvo si hay cifras de por medio, que entonces se manipulan “de aquella manera”:
- “Trabajo 'infla' en cuatro millones los beneficiarios de la reducción de la jornada laboral” (Vozpópuli)
- “La realidad laboral que niega Yolanda Díaz: cada mes acaba con 30.000 cotizantes menos a la Seguridad Social” (Libre Mercado)
- “El Gobierno reconoce que no contabilizaba bien los funcionarios y descubre 300.000 trabajadores públicos ocultos” (El Mundo)
- “La estadística del Gobierno ya oculta a uno de cada cinco parados en España” (Vozpópuli)
- “Sánchez maquilló en Davos el desplome del 23 % en la inversión extranjera con un indicador desaconsejado por el propio Gobierno” (El Debate)
2-Por qué el goaverno suspende en comprensión lectora:
Aquí Peter comenta como extremos los dos casos anteriores: el de Yolanditaperón y su incapacidad de asimilar un texto que explica que aumentar los costes laborales va en detrimento del beneficio empresarial; y el de Ernestito, al que se le complicó hasta lo imposible (“el niño se enfurruñaba y mordía mucho el boli”, aclara en el informe) entender un artículo que exponía las diferencias entre colonias y virreinatos, y entre bienes expoliados y regalos de cortesía.
Y añade un tercero; el trabajo de Bolañitos, un chavalín con gafas y Manhattan capilar en la coronilla, al que dieron a leer la definición de “terrorismo” que hace la RAE (“Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”) y que después escribió:
“Hay mutxos terroristas que son buenos porque no kieren serlo y hay que perdonarles porque aterrorizan pero poko.”
Aprobador de Presupuestos
Este espeluznante manifiesto infantil equivale a las declaraciones del Félix “adulto” este martes, (“Se mantiene el terrorismo como un delito exceptuado de la aplicación de la ley de amnistía siempre que suponga una violación grave de derechos humanos”), tras la sesión en la que el goaverno firmó perdonar terrorismos para que Puigdemont vuelva a España no como delincuente sino como Aprobador de Presupuestos, dejando la puerta abierta a que luego reclamen lo suyo, por alusiones y por igualdad constitucional, los presos etarras.
A la banda de Jisperson ya le habíamos asignado el atributo dual de invertir conceptos de manera perversa: lo hace con los de “víctima” y “verdugo” (aceptar España como Estado Opresor de sufridos independentistas y blanquear a Bildu) y los de “juez” y “delincuente” (lawfare).
Hoy le asignaremos uno nuevo: el ser a la vez alumno que burrea, como acabamos de ver, y maestro prepotente de unos supuestos lactantes intelectuales (nosotros), a los que hay que desasnar en progresismo; explicándonos que hay terrorismos de marca blanca; que los españoles del XVI eran negreros, y que los empresarios también lo son.
Saltando líneas rojas
Solo hay una asignatura en la que el goaverno alcanza la excelencia académica, y es la descrita en esta escena final de patio escolar:
El estudioso de burricies decide tomarse un descanso observando por la ventana el juego que practican los alumnos en el recreo: están todos en fila india. Por turnos, van cogiendo carrerilla hasta un punto fijo en el que despegan y saltan hacia delante; al aterrizar, dibujan en el suelo una línea roja con tiza ídem que señala dónde caen.
Se elimina quien no logra superar la línea del salto anterior, que se va borrando y redibujando más adelante, a medida que se baten récords. Gana el que dibuja la línea roja más lejos del punto de partida.
Lo pasan pipa, chocan palmas, se graban con el móvil y lo cuelgan en TikTok con hashtags tipo #LaDecenciaNoExisteIdiota y #TontoElQueNoSalte. Reciben mogollón de likes de sediciosos, malversadores y terroristas, que hacen comentarios agradecidos como: “Gracias, tíos. Librarnos del trullo no hubiera sido posible con la derecha. Sois grandes!”, o pelín desconsiderados; como un cachondo que se mofa y escribe: “No pares, sigue, sigue…!!!” seguido de emoticonos de notas musicales y caras maliciosas.
No pararán. Les va la vida en ello.
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