Se cumple estos días un año desde la convocatoria de las últimas elecciones generales. Un año de desgobierno tras estar Sánchez bastante tiempo en funciones y, posteriormente, por la incapacidad para aprobar alguna ley en defensa del interés general. Sólo la amnistía, una transacción con beneficios para ambas partes que quiebra el principio de igualdad ante la ley. Pero todo ello ha permitido que, durante este año, muchos correligionarios del poder hayan disfrutado de cargos y prebendas a nuestra costa.
El presidente del Gobierno dedica su tiempo a diversos menesteres, como sus días de reflexión o la búsqueda de medidas contra jueces y medios que investigan la realidad. Y a sorprendernos con ocurrencias en política interior y exterior. Pero no a aprobar un presupuesto, a pesar de que no hace mucho recriminaba a Rajoy que sin presupuesto no se puede gobernar. Ni a decidir, por ejemplo, quién será el relevo del excelente gobernador del Banco de España, De Cos, provocando el malestar del BCE, cuando ya estamos a pocos días de que cese obligatoriamente. Nombrará a quien considere más fiel o a pagar cuotas femeninas o territoriales, no a quien sea el o la mejor para un puesto que necesita a alguien con sólidos conocimientos y de reconocido prestigio en los organismos financieros internacionales…
Sánchez nos ha dicho que la economía española va como un cohete y el ministro Cuerpo no para de hacer propaganda sobre el mismo tema. El primero ¡pásmense! ha llegado a decir incluso que este gobierno soportado por populistas, extremistas y chantajistas gestiona la economía mejor que los gobiernos liberales. Lo que hay que oír… Ciertamente, el crecimiento del PIB acabará 2024 algo por encima del 2%, pero el PIB per cápita está estancado. Y, sobre todo, lo fundamental es matizar que ese crecimiento se produce a pesar del mal gobierno, no por el mismo. Tiene que ver con factores como el rebote post-covid, tras ser España el país con mayor desplome de la economía en tiempos de la pandemia, con la afluencia turística, con que seamos el miembro de la UE más lejano a la guerra de Ucrania, con la abundancia de energía barata y, sobre todo, con la excelente labor del sector privado, con empresas que se desarrollan y exportan.
El Gobierno solo contribuye a este crecimiento con el efecto de corto plazo derivado del enorme gasto público financiado con deuda, que es una bomba de relojería a medio/largo. Parece mentira que la abundancia de ingresos fiscales ligados a la inflación no se haya aprovechado para eliminar el déficit estructural, que sigue impertérrito en torno al 4%. Y la deuda consiguiente hace que los intereses de la misma ocupen cada vez una mayor proporción del presupuesto.
Para qué hablar de las ideas del gobierno -y CCAA regidas por alguno de sus socios- sobre vivienda, que solo consiguen restringir la oferta y elevar los precios de las mismas o del alquiler
Por lo demás, el Gobierno ha fracasado también en la gestión de los fondos europeos Next Gen, que ha asignado además mayoritariamente al sector público. Los datos muestran la realidad irrefutable de que ha existido incapacidad en una gestión que acumula los fondos sin ejecutar. La misma incapacidad que mostró para gestionar la pandemia cuyos resultados sanitarios y económicos pasan por ser de los peores del mundo.
No ha realizado debidamente tampoco ninguna reforma de las que eran necesarias. Y, cuando ha acometido alguna -como la de las pensiones, obligados por Bruselas- ha resultado ser incluso contraproducente, por la incompetencia de los responsables y la subordinación de los criterios aplicados a intereses electorales. O para qué hablar de las ideas del gobierno -y CCAA regidas por alguno de sus socios- sobre vivienda, que solo consiguen restringir la oferta y elevar los precios de las mismas o del alquiler.
Además, está claro que la seguridad jurídica no es el fuerte de este Gobierno. Tras los ataques a empresas o los impuestos extraordinarios absurdos de la etapa anterior, que solo han servido para ahuyentar capitales e inversión, tenemos ahora al ministro Cuerpo con argumentos peregrinos sobre la OPA en el sector bancario, que repite día tras día… Por otra parte, el sectarismo y populismo gubernamentales llevan a generar conflictos diplomáticos (Argentina, Israel, Argelia, incluso, en menor medida, Italia…) que solo consiguen dificultar la actividad de nuestras empresas, en sus inversiones o relaciones con esos países, y la vida de ciudadanos tanto españoles como de esos países residentes en España. Eso sí, somos muy amigos de países como Marruecos, Venezuela y otros del grupo de Puebla (los dominios de Zapatero…).
No está claro si se conformará gobierno en Cataluña lo que amenaza, y quizás imposibilite, la gobernabilidad en toda España
Por otra parte, las medidas de Sánchez siguen debilitando la unidad de mercado. La última ha sido la de hacer que prevalezcan los convenios de ámbito geográfico reducido sobre los nacionales. Otra concesión al aldeanismo, que supondrá más costes empresariales. Pero lo peor de todo amenaza con venir en el escabroso tema de la financiación autonómica donde, para seguir en su puesto, Sánchez tendría que bajarse los pantalones con los independentistas catalanes. Seamos claros: esto es un juego de suma cero y lo que unos ganan otros lo pierden. Me temo que los ganadores van a ser los que aportan los votos; y los perdedores, los de territorios que votan al PP y al PSOE…
En fin, las perspectivas no son tampoco nada halagüeñas para cuando pase este periodo de elecciones. Porque no está claro si se conformará gobierno en Cataluña lo que amenaza, y quizás imposibilite, la gobernabilidad en toda España. Mientras tanto, seguiremos sin un plan de consolidación fiscal, que es absolutamente necesario, sin reformas estructurales adecuadas (sobre todo con el “muro” de Sánchez, que impide consensuar nada con el partido mayoritario en votos en el conjunto de España), sin medidas que ayuden a las empresas en lugar de ponerles trabas, sin medidas sociales que sean efectivas en lugar de meros anuncios que luego se concretan escasamente …
La única esperanza es que, bien por los avances judiciales contra los presuntos casos de corrupción o bien porque al inquilino de la Moncloa se le haga insoportable la falta de apoyos, acabe decidiendo convocar elecciones anticipadas. Sería la ocasión de poner fin a un nefasto experimento sin proyecto de país que ya dura seis años…
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