El Gobierno planea una reforma para que el aprendizaje en la escuela sea menos memorístico. Ahora los niños probablemente ya no tengan que aprenderse las capitales de Europa, ni cantar las tablas de multiplicar. Como dice Daniel Gascón, es una “reforma educativa inspirada en El olvido que seremos de Héctor Abad”. Título inspirado en ese poema de Borges que dice: “Ya somos el olvido que seremos. El polvo elemental que nos ignora”.
Aún quedan algunos guardianes de la civilización y practicantes de la resistencia a la desmemoria, una ciudadela de nostálgicos. José Carlos Llop se niega a tirar el pensamiento histórico al cubo de la papelera de la Historia y reivindicaba en una conversación con Daniel Capó la memoria en un momento en el que “la sociedad está constituida por desmemoriados funcionales”. Es una desmemoria, dice Llop, “que interesa al poder y que interesa al individuo para llevar, ambos, poder e individuo, el agua a su molino”. Igual de inquietantes son las palabras de Juan Claudio de Ramón: “Llevo mal esto del destronamiento de la memoria. Creo que todo lo que soy se lo debo al ejercicio y entrenamiento de la memoria”.
Aprendizaje y pasado
La memoria es un ejercicio de aprendizaje, pero también, en su doble acepción, la memoria hace referencia a los recuerdos, al pasado. La memoria histórica es el reconocimiento de quiénes somos, alude a la propia identidad, puede referirse al conjunto de hechos y acontecimientos que caracterizan a la nación española o a la civilización a la que nos debemos. Quizás por ello sugiere Llop que hay que “cuidar de la memoria como quien cuida de una civilización y de 'la' civilización”.
Deberíamos reconsiderar la importancia de la memoria como proceso de aprendizaje, y la memoria histórica como proceso consciente de los grupos humanos que buscan, mediante su ejercicio, descubrir su pasado y su identidad. La memora nos permite salvaguardar y mantener las cadenas de transmisión de los eslabones de la cultura, así como de un culturalismo que hoy está desprestigiado.
Cuando se dice que las políticas reaccionarias tienen el objetivo "retrógrado" de recuperar el pasado, o desafían los "guiones dominantes existentes” se está aludiendo a una ruptura ineludible
Hay quienes participan activamente en esa desarticulación de lo común y del pasado. El patrimonio y la cultura han dejado de imponerse. Cuando se dice que las políticas reaccionarias tienen el objetivo "retrógrado" de recuperar el pasado, o desafían los "guiones dominantes existentes” se está aludiendo a una ruptura ineludible. ¿Desafiarán por completo toda herencia, toda identidad y arraigo? ¿Exigirán una sumisión completa del individuo al nuevo orden de valores que propugna esta ruptura radical?
Leyendo la conversación de Capó con Llop crece el pesimismo por momentos. Rainer María Rilke, poeta admirado por el escritor mallorquín, decía que “lo perecedero nos reclama y tiene necesidad de nosotros”. Las posibilidades de éxito son muy escasas, lo cual resulta muy deprimente para aquellos que sufrimos ese “fallo de la imaginación romántica” conocido como complejo de la edad de oro. Se nos demanda una suerte de presentismo histórico frenético que conduce a la pérdida de valores, raíces y referentes culturales de la memoria.
Olvidar o excomulgar nuestro pasado no es abrirnos a la dimensión de un futuro utópico igualitario. En realidad implica someternos sin resistencia a un apetito insaciable, voraz, de demolición de la cultura
Una de las finalidades más importantes de la memoria es formar el pensamiento critico y el conocimiento de la cultura propia para establecer una unión permanente con el pasado que, a su vez, nos ayude a situarnos y comprender el presente. Olvidar o excomulgar nuestro pasado no es abrirnos a la dimensión de un futuro utópico igualitario. En realidad implica someternos sin resistencia hacia un apetito insaciable, voraz, de demolición de la cultura.
La memoria fomenta la imaginación histórica y propicia el sentimiento de pertenencia, de arraigo, y por extensión, la participación política de la ciudadanía. El pensamiento histórico puede generar las bases de una mayor participación ciudadana e impedir que una sociedad sea liderada por charlatanes. “Los hombres que han perdido el control sobre los hechos relevantes del pasado son víctimas inevitables de la agitación y la propaganda”, advirtió Walter Lippmann.
La formación del pensamiento histórico y la memoria histórica está relacionada con el desarrollo de una ciudadanía participativa, y debe asentarse en la tradición, en el conocimiento de la historia de su país. “La memoria es nuestra columna vertebral, lo que nos estructura, y con la espalda conviene no jugar, ¿verdad? Sin memoria, o con una memoria falsificada, uno acaba siendo víctima de lo peor de sí mismo”, dice Llop.
La política no puede pretender que seamos ciudadanos desarraigados que sigan ciegamente las modas woke de Estados Unidos o cualquier utopía populista
La memoria histórica infunde un sentido de pertenencia. La política no puede pretender que seamos ciudadanos desarraigados que sigan ciegamente las modas woke de Estados Unidos o cualquier utopía populista, que dejemos de sentir emoción o sentido de pertenencia, arraigo, lealtades y vínculos con nuestro país. Algunos tememos que la memoria y la transmisión de la cultura propia acabe teniendo sólo un significado marginal, acabe siendo apenas un lujo y deje de formar parte del derecho a la educación.
Es el intento de estructurar al menos algunas partes de la vida de forma inmutable e invariable a través de la memoria histórica lo que hace que nos sintamos parte de una comunidad de valores, de un país con un arraigo cultural. “Me temo que la memoria actual tendrá modos de camiseta ceñida, gimnasio, comida macrobiótica y gafas de pasta. En el fondo, se tiene la conciencia de estar viviendo un fin de época. O un fin de ese mundo tal como lo conocemos”, nos dice Jose Carlos Llop.
Variopinto
Pues yo, la verdad, prefiero señalar la parte visible del meollo. Que, en este caso, es la educación y su uso político. Así que traigo a la memoria solo 2 afirmaciones lanzadas por la ministra (y sus áulicos). El primer titular que soltaron en medio amigo fue algo así como que querían actualizar el sistema educativo, a la manera en que lo han hecho en Portugal. Pero, no casualmente, resulta que unos dias después, la cosa iba ya de volver a ser la vanguardia del mundo mundial. Por eso afirmo sin duda de genero (sic) que pre-veo, veo que la cosa va a seguir yendo de ponerse medallas, presumirlas y echarle metáforas a los discursos para incautos. Osea que, lo que es lo mollar, que repito es la educación, neosistema "ocurrido" mediante, va a seguir quedando a nivel politico, como otra de esas reformas improrrogables que requiere de un nuevo pacto de estado... y demas blablabla. Osea, que en realidad, vamos a seguir teniendo el mismo problema que antes de la ocurrencia. Y sin dejar de darle vueltas a palabras que parecen nuevos paradigmas, pero que en realidad son globitos de colores rellenaditos de aire. De los que se sueltan no casualmente para adornarse en campaña, que es en lo que estan...
Munna_
"Quien controla el pasado controla el futuro" Gran Hermano. George Orwell. De todas las enfermedades, el Alzheimer es la más devastadora de todas porque borra nuestra memoria y somos incapaces de recordar lo que fuimos, lo que somos, las personas a las que quisimos y nos quisieron. Pasito a pasito, nos van conduciendo a un Alzheimer programado y perfectamente planificado.
Joaquín P.
La historia la escriben los vencedores. ¿Sí? Buen artículo sobre la memoria aunque algo tremendista puesto que hacer de la escuela un aprendizaje menos memorístico no quiere decir que vayamos a ignorar quien fue Napoleón. Algo ganamos, ya no hará falta saber del tirón la lista de los reyes godos y bastará con consultar en los libros digitales cualquier duda. En serio, la memoria forma y agranda el intelecto pero no hace que participemos más o menos de la política porque ello vendrá determinado por otras prioridades o principios. Los políticos charlatanes los tenemos hoy y siempre, y nadie duda de que tenemos también personas preparadas y públicas que son incapaces de evitar esta circunstancia. Hablamos de la memoria histórica y caemos en localismos porque creemos que la realmente interesante es la nuestra propia como nación o territorio idiomático. Decimos que nos ayudará a conocer nuestra cultura, identidad, nuestro pasado y nuestro futuro, y es cierto porque la memoria histórica abarca a toda la humanidad. La educación actual se ha caracterizado por memorizar hoy para olvidar mañana, y por falta de una base crítica sólida, de una estimulación y análisis de la materia dada. La memoria es la capacidad de recordar y la evolución se basa en esta habilidad. Calma, pretender eliminarla o conducirla es toda vez querer cortar el agua con un cuchillo.
Chus
Y, sin embargo, el avance de la humanidad es inexorable: En el Siglo XVIII: "Polvo soy, y en polvo me convertiré". En EL Siglo XIX: "Polvo soy, más polvo enamorado". En el Siglo XX: "Polvo soy y Polva seré". En el Siglo XXI: "Quiero ser polve, lo quiero todo y lo quiero ahora"
Gwyddno Garanhir
Somos nuestra memoria. Decir que ejercitar la memoria en la escuela es absurdo y malo es como decir que dar vueltas al patio corriendo en la clase de gimnasia es absurdo y malo. Ciudadanos sin memoria ni identidad son el ganado del que vive el totalitarismo.
maripepa
No ha ido porque cuando la gente elige mal a sus parejas luego que no se quejen.
Albert
Excelente artículo, muy bien traído a este presente desnortado que nos toca vivir. Me lo releeré con más detenimiento. Lo primero que me transmite es la necesidad de la meditación sosegada y la importancia de reparar en lo fútil e intrascendente del devenir diario. Hay que darle más contenido, conviene llenar esos vacíos que vamos dejando atrás.
Derondat
Buen artículo, CASABÓN
Yorick
Es inconcebible la cantidad de trabajo y talento que se han tenido que desplegar para construir cosas que nos resultan tan elementales y cotidianas como la tabla de multiplicar, el teorema de Pitágoras, la ley de la gravitación universal o la paella valenciana. Ahora vamos y las olvidamos. Los socialistas no aspiran al fin de la memoria, sino a la memoria selectiva, valga la redundancia. Quieren reducir al ser humano a soporte bípedo de su smartphone, un dispositivo cuya información crearán, cargarán, supervisarán y censurarán ellos, por supuesto. Esto ya está inventado, y China es el modelo.
Insurrecto
Cierto, la memoria es el pasado con lo que se construye el futuro. Batalla de Trafalgar (1805) Por un lado Nelson y del otro Churruca y Gravina. Uno tiene una estatua de 52m en el centro de Londres. A los otros dos les han quitado su nombre de calles por "franquistas". Una vileza que no podemos permitir. Taluego.