Las elecciones primarias por ley del domingo en Argentina han abierto un nuevo ciclo político en América Latina. Casi un 60% votó contra el peronismo, la versión local de castrochavismo. Las elecciones presidenciales de 2024 en México serán decisivas para el futuro del populismo de izquierda. La irrupción de la senadora Xóchitl Gálvez como candidata de la oposición ha volteado el tablero político y descolocado al populista López Obrador. Si hace un mes se consideraba inevitable una victoria arrolladora de Morena, el partido del presidente, hoy las posibilidades de vuelco electoral son reales e impulsarían la democracia liberal en el continente.
La explicación del cambio de tendencia hay que buscarla en la personalidad de Xóchitl que está conectando con los mexicanos, incluidos los que votaron a Obrador. Su historia personal y su carácter han descolocado al mandatario más populista y charlatán. Todos los intentos por descalificar a la senadora se han vuelto contra él. Si la retrata como la candidata de la “oligarquía corrupta”, ella le responde “esos le apoyan a usted, señor presidente, yo soy una empresaria honesta que factura y no recibe sobres con dinero bajo la mesa”, en referencia a los dos hermanos del mandatario.
Si le acusa de ser candidata “puesta por hombres”, le responde “a mí no me ha elegido ningún macho, estoy aquí por méritos propios”
Cuando quiere identificarla como la candidata de los neoliberales, le responde “soy una mujer indígena que a los nueve años vendía gelatinas para ayudar a mi familia”. Le recuerda que, a esa edad, Claudia Sheinbaum, la designada por Obrador mediante “dedazo” como candidata a la presidencia, asistía a clases de ballet para niños ricos. Los mexicanos humildes que votaron a López Obrador creen a Xóchitl. ¿Candidata del PRI? Todos los corruptos que salieron de ese partido financian ahora la campaña de los morenistas, responde la aspirante, y los hechos le dan la razón. Si es por prácticas políticas, Morena es el PRI del siglo XXI.
Obrador la agrede por sus éxitos personales, como si eso fuera una mancha. Pero ha dado en hueso, se ha topado con la mejor medicina contra el mal del populismo. Se pregunta el presidente cómo es posible que, de vender gelatinas, se pueda llegar a tener dos empresas exitosas. La candidata opositora se lo explica y los mexicanos la entienden y aplauden. Le ilustra sobre cómo una mujer mexicana humilde se sacrifica para trabajar y estudiar, cómo se hace ingeniera, empresaria del año en 1994, senadora sin militar en partidos, y además ayuda a otros a salir de la pobreza. Si le acusa de ser candidata “puesta por hombres”, le responde “a mí no me ha elegido ningún macho, estoy aquí por méritos propios”. Con sus réplicas contundentes y fundadas, Xóchitl está consiguiendo que Obrador parezca un bobo, con su “aló, presidente” de las “mañaneras”.
Nadie ha desenmascarado al populismo izquierdista como ella. La política se mide por resultados, declara, frente al fracaso estrepitoso de Morena. Denuncia que Obrador se comprometió a reducir la violencia y ya lleva record histórico en asesinatos y desapariciones, con un 80% del territorio controlado por el crimen organizado. Eran corruptos los gobiernos anteriores, pero este les supera. “Yo puedo explicar cómo se ganan la vida mis hijos, ¿los suyos, señor presidente?”, le suelta, y todo México la comprende. Al “primero, los pobres” del mesías azteca, Xóchitl le replica con los 50 millones de mexicanos -30 más que hace cinco años- sin atención médica por sus políticas.
¿Quién puede asegurar que Xóchitl es de derecha y Sheinbaum, de izquierda? En el populismo, la ideología se usa como disfraz para esconder la ineptitud, sentencia
El proyecto alternativo de la senadora que está despertando entusiasmo no puede ser más contrario a la cháchara del populismo obradorista. Mejorar el capital humano para atraer inversiones del nearshoring -relocalización industrial-, lograr seguridad jurídica, abaratar la energía, sacar de la pobreza a millones de mexicanos y liberar al país de la violencia, especialmente, son sus prioridades para cambiar México. Define la clasificación izquierda-derecha como artimaña electoral. ¿Quién puede asegurar que Xóchitl es de derecha y Sheinbaum, de izquierda? En el populismo, la ideología se usa como disfraz para esconder la ineptitud, sentencia.
El fracaso del populismo de izquierda en México no es una excepción. En Chile, el gobierno castro-comunista de Boric ha perdido toda credibilidad y se le da por amortizado. Aún con más rapidez se ha esfumado la “esperanza Petro”. El exguerrillero que preside Colombia no podrá evitar el juicio político en el Parlamento por robo, lavado de dinero y fraude electoral. Antes, en Perú, Pedro Castillo intentó un golpe de Estado chavista apoyado por Obrador, Petro y el Grupo de Puebla. El golpista está en la cárcel gracias a la resistencia de la institucionalidad peruana.
El populismo pierde pie
En Ecuador, tras el magnicidio, el próximo domingo se votará sobre la presidencia, pero el resultado se decidirá en una segunda vuelta. Se espera que la candidata controlada por el chavista y prófugo Correa sea derrotada. En Argentina, lo previsible es que, tras la gran sorpresa de Javier Milei de este domingo, se da por hecho que la antichavista radical Patricia Bullrich sea elegida presidenta. Bolivia está a un paso de precipitarse hacia dictadura plena como Cuba y Nicaragua. En Venezuela, si hubiera elecciones libres, las encuestas dicen que la opositora María Corina Machado ganaría a Maduro por 40 puntos. Entretanto, Lula defiende la dictadura venezolana y ha subordinado la economía brasileña a los planes de China en Iberoamérica.
El populismo latinoamericano de izquierda va perdiendo píe. Los resultados económicos son desastrosos, la narrativa castrochavista se agota y el respaldo popular cae. Es la hora de alternativas democráticas creíbles, como Xóchitl Gálvez.
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