Opinión

Si devolvieran a Puigdemont, menudo lío

El gozo de Pere Aragonès es aún incompleto porque para colmarlo hace falta que todos los niños de Cataluña dejen de saber hablar el castellano

Menudo lío si los tribunales belgas entregaran a Puigdemont. Ahora que estaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sentado en su gabinete, Vino Gil, apagó el candil, candil, candilón, cuenta las veinte, que las veinte son. Ahora que se complacía exhibiendo sus logros en el denodado proceso de desinflamación y de desjudicialización del conflicto que plantean los indepes; indultando a los condenados por sedición y malversación, pese a que proclamen que lo volverían a hacer; suprimiendo del Código Penal el delito de sedición, para obtener el efecto análogo al de una amnistía, de modo que puedan presentarse como candidatos a las próximas elecciones municipales, autonómicas y legislativas; alegando contra toda evidencia, como dejó probado el profesor Tomás de la Quadra en su columna del diario El País, que pudiera argüirse la necesidad de homologar las penas desproporcionadas de nuestro código con las mucho más leves establecidas en los códigos de otros países de la Unión Europea para los reos de ese mismo delito; trabajando por nuestro bien, sin que sepamos apreciarlo, al dictado de Rufianes y Aragoneses, siempre solícitos para propinarle una mano de coces y una sarta de humillaciones que recibe en una y otra mejilla sin descender a darse por aludido, en elemental aplicación del lema de la Martín Gaite de que "quién quiera humillarte no pueda, a quien puedas humillar, no quieras".

Estaba el presidente Sánchez convocando, orgulloso, en Barcelona la cumbre bilateral hispano-francesa, para premiar la lealtad emocionante de la Generalitat; esforzándose por hacer las presentaciones de modo que Emmanuel conociera a Pere, aunque este prefiriera darse a la fuga apenas empezaron a escucharse los sones del himno nacional, de modo tan precipitado que olvidó reclamar para la Cataluña francesa, el status de cooficialidad que aquí tiene la lengua catalana. Dicen que en la ceremonia de los saludos, a Pere se le cruzaron unos versos de Nicolás Fernández Moratín, aprendidos en sus tiempos escolares de la segunda enseñanza: "Admiróse un portugués / de ver que en su tierna infancia / todos los niños en Francia / supiesen hablar francés". Pudiera pensarse que el poeta se mofaba del amigo portugués pero, en realidad lo que estaba admirando era la generalización de la enseñanza primaria en Francia. Volviendo a la Cataluña Sur el ingenuo ciudadano portugués de Nicolás Fernández Moratín ahora hubiera podido también manifestar la misma admiración al ver que todos los niños de Cataluña sabían hablar catalán. Pero el gozo de Pere es aún incompleto porque para colmarlo hace falta que todos los niños de Cataluña dejen de saber hablar el castellano.

Menudo lío para el Gobierno Sánchez si se produjera la entrega del exiliado de Waterloo. No queremos ni pensarlo".

Así estaban las cosas con Pedro Sánchez en el Pleno del Senado del martes, día 31, preguntando al senador y presidente del principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijó, si prefería la situación de 2017 o la de ahora, si frente al gobierno de coalición progresista actual con Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera el líder del PP alinearía un equipo gubernamental a base de Rodrigo Rato, Eduardo Zaplana y Jaume Matas como vicepresidentes de Economía, de Trabajo y de Transición Ecológica. Y en estas estábamos cuando llegó la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el famoso TJUE, según la cual los tribunales belgas no pueden negarse, en principio, a ejecutar una orden de detención europea (ODE) basándose en la falta de competencia del órgano jurisdiccional que habrá de enjuiciar a la persona buscada en el Estado miembro que la ha emitido. Sentencia que traducida al esperanto significa: los tribunales belgas no pueden negarse a entregar al prófugo Puigdemont contra el que se ha emitido por el Juez Llarena una Orden de Detención Europea para que comparezca y sea encausado por el Tribunal Supremo de nuestro país. O sea que, con lo bien que iba todo, la sentencia del TJUE nos pone contra las cuerdas. Menudo lío para el Gobierno Sánchez si se produjera la entrega del exiliado de Waterloo. No queremos ni pensarlo.

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