Ser mujer no es fácil ni en España ni en general en el mundo actual, por eso esta semana se habla tanto de nosotras, de los derechos conseguidos en los dos últimos siglos a las puertas de celebrar el Día de la Mujer. Pero esto no significa ir de víctima, significa reflejar una realidad basada en números y estadísticas que me voy a ahorrar porque aburren, pero que ahí están. Significa reconocer una situación desigual porque sólo el reconocimiento del problema nos va a hacer resolverlo entre todos.
Al margen de ideologías feministas o machistas, los números no mienten: números de muertas a manos de hombres que un día las amaron -la última era de Córdoba, se llamaba Conchi y le quedaba una vida por delante por vivir-, números de todas aquellas que en estos momentos tienen miedo de denunciar a su maltratador, números de todas las que ocupan un mismo lugar de trabajo que un hombre y cobran entre un 10% y un 20% menos que ellos, números de todas aquellas que en algún momento a lo largo de su vida se han sentido acosadas verbal o físicamente por desconocidos o por miembros de su familia, números de todas aquellas que han sido violadas y que por miedo no han denunciado, números de todas aquellas que han pospuesto ser madres por miedo a perder su lugar de trabajo o que una vez siendo madres las han relegado de sus cargos. Números y más números que deberíamos reducir para conseguir una mejor sociedad.
Del derecho a vivir una vida sexual sin amenazas, del derecho a ser respetada por el simple hecho de ser persona
Ser mujer no es fácil. No es fácil vivir en permanente reivindicación de derechos civiles, del derecho a disfrutar de tu familia y, a la vez, de disfrutar de una vida laboral digna, del derecho a vivir una vida sexual sin amenazas, del derecho a ser respetada por el simple hecho de ser persona. Del derecho a ser libre y tener libertad de elección. Del derecho a no tener que pedir permiso y del deber de respetar al otro como un ser humano igual que tú. Sin feminismos ni machismos, a cara descubierta, educando en valores de igualdad, libertad y respeto al otro, tenga el sexo que tenga y venga de donde venga.
¿Qué pasa con la educación?
A todas, las de Podemos, las de Vox, las del PSOE, las del PP, las de ERC, a todas las que tienen representación pública, son muchas -faltan más- y queda mucho camino por recorrer más allá de las ideologías y discrepancias para dejar a nuestras hijas una sociedad mejor. Solo con poder volver a casa por la noche sin tener miedo a que una 'manada' ande campando a sus anchas ya sería mucho, solo con poder perder el miedo por ser mujer ya habríamos ganado una gran batalla: la del miedo. Y para eso nos necesitamos todos, necesitamos mejorar esta sociedad con dosis inhumanas de educación, educar en el respeto al otro, educar en la igualdad, educar en sexualidad.
Necesitamos menos pornografía, menos pantallas, y más tiempo educando a nuestros hijos, nosotros, los padres. Mas tiempo con nuestros hijos haciendo de ellos futuros adultos que sepan respetar al otro. Esta no es tarea de la escuela, esta es tarea de los padres principalmente, y para eso hay que poder dedicarles tiempo, que no se tiene; para eso no sólo hay que hacer nuevas leyes, hay que modificar modelos sociales y laborales. Serán ellos, nuestros hijos, los que sigan el cambio social tan necesario. La batalla no es sólo nuestra, la batalla es de todos.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación