Opinión

Dime quién pregunta

Está comprobado que, en el amontonamiento multitudinario, sin distancia física alguna entre interpelado e interpelantes, ningún esclarecimiento puede esperarse

Cuenta un periódico digital, seguramente de esos que están etiquetados como pseudo medio por los entomólogos de Moncloa, que en la rueda de prensa del martes 22, subsiguiente a la reunión del Consejo de Ministros celebrada esa misma mañana por la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, para dar cuenta de los acuerdos adoptados, la Secretaría de Estado de Comunicación había concedido seis turnos de preguntas, que favorecían, sin sorpresa alguna, a los mismos que la semana pasada, a saber: Cuatro, esRadio, RNE, El Español, El País y Telecinco. La selección de los interrogadores nos permite saber lo que interesaba conocer a esos seis medios informativos distinguidos con el favor gubernamental durante las últimas dos semanas, pero ignoramos, porque nadie se ha preocupado de averiguarlo, si quedaron peticiones de palabra sin atender, cuántas fueron y, en ese caso, cuáles hubieran sido las cuestiones que habría interesado plantear a los periodistas de los medios que quedaron excluidos del turno de preguntas. 

Gustaría saber si consta que alguien se haya interesado por hacer el seguimiento sistemático de cuáles son los medios y quienes los periodistas que han sido privados de consumir un turno como interrogadores o privilegiados para intervenir. Porque, como nos enseñó Heisenberg, “no conocemos la realidad, sino sólo la realidad sometida a nuestro modo de interrogarla”. Y es el modo de interrogar a la realidad lo que distingue y cualifica al periodista. De ahí que, en el caso de que la ministra Portavoz hubiera tenido que responder a las preguntas que nunca llegaron a serle formuladas, hubiéramos adquirido otro conocimiento muy distinto de la realidad en la que estamos inmersos. Llegados a este punto, aclaremos que las ruedas de prensa convencionales, donde se establece una distancia física entre quien funge de convocante y los que comparecen como convocados para interrogar, favorecen que las preguntas se formulen con la imprescindible distancia crítica. Porque está comprobado que, en el amontonamiento multitudinario, sin distancia física alguna entre interpelado e interpelantes, ningún esclarecimiento puede esperarse.  

La selección de los interrogadores nos permite saber lo que interesaba conocer a esos seis medios informativos distinguidos con el favor gubernamental , pero nadie se ha preocupado de averiguarlo, si quedaron peticiones de palabra sin atender, cuántas fueron


Más allá del caso particular de la rueda de prensa de los martes en Moncloa, analizado más arriba, recuerden los lectores dormidos, aviven el seso y despierten contemplando cómo el presidente Pedro Sánchez prometía un Plan de Acción para la Democracia donde dejaba entrever medidas de control sobre jueces, medios de comunicación y periodistas, sin ofrecer pruebas a su alcance en el ámbito de los medios de propiedad pública, como RTVE o la Agencia Efe, que continúan siendo el servicio doméstico del Gobierno. Precisamente en el Consejo de Ministros del martes 22 se ha adoptado un Real Decreto por el que se rebaja la mayoría parlamentaria para renovar el Consejo de Administración de RTVE de manera que pueda prescindirse del PP e incorporar consejeros que reclamen sus socios. La reforma incluye una fórmula de desbloqueo para renovar el Consejo de modo que de no se conseguirse la mayoría preceptiva de dos tercios sea suficiente la mayoría absoluta. Esa es la realidad, pero en la Newsletter de Moncloa se prefiere optar por hechos alternativos para terminar diciendo contra toda evidencia que el objetivo del Real Decreto es reforzar el pluralismo, asegurar su estabilidad y garantizar la profesionalidad en la gobernanza. “Eso es amor, quien lo probó lo sabe”. Atentos.

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