Opinión

¿Tanto dinero dan las camisetas?

La Asamblea Nacional Catalana es un misterio. Desde su fundación en el 2012 se ha convertido en un potente instrumento de propaganda y activismo al servicio del proceso separatista y

La Asamblea Nacional Catalana es un misterio. Desde su fundación en el 2012 se ha convertido en un potente instrumento de propaganda y activismo al servicio del proceso separatista y del Govern. Paga fianzas millonarias, organiza actos carísimos e incluso fleta nueve chárteres, junto con su homónima Ómnium, para ir a manifestarse a Bruselas. Dicen que se financian vendiendo camisetas.

La sociedad civil independentista

Por mucha fe que se tenga en los milagros, no hay quien se trague que una entidad que asegura financiarse solo a través de las cuotas de sus socios, así como de la venta de camisetas y merchandasing, pueda ser capaz en solo cinco años de sufragar multas millonarias, fianzas onerosas o contratar vuelos de avión, autocares y todo tipo de dispendios que suman varios millones de euros. Véase como ejemplo de la excelente salud de las cuentas de la ANC y Ómnium la prontitud con la que abonaron los 150.000 euros de fianza que le impuso el juez Llarena a la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell. Tardaron menos de doce horas en ingresar el cheque correspondiente para que Forcadell pudiera salir de prisión.

No es el único caso que ha despertado las sospechas de la justicia. Todo el mundo se pregunta, y los magistrados también, de dónde sale ese dinero. Ambas organizaciones siempre se han jactado de ser las promotoras del proceso, de no depender ni de los políticos ni de las instituciones y de no recibir un euro de nadie.

Ahí existe ya una primera falsedad. Ómnium, fundada durante el franquismo, concretamente en 1961, por conspicuos nacionalistas como Joan B. Cendrós, Félix Millet o Lluís Carulla, entre otros, recibe regularmente aportaciones monetarias desde la Generalitat. La última de cierta importancia de la que se tiene noticia fue en 2011, y la otorgó Artur Mas: 1,4 millones de euros destinados para sufragar las actividades y proyectos de la entidad en el periodo 2011-2013. Añadamos que, desde el 2005, sumadas todas las subvenciones, se han llevado más de veinte millones de euros.

No estamos, pues, ante una asociación exenta de recibir dinero público, tal y como se nos pretende hacer creer. En cuanto a la ANC, fundada también por independentistas procedentes de Convergencia y Esquerra, poco se puede asegurar ya que tiene la costumbre de no publicar sus cuentas. Buen ejercicio de transparencia en los que aseguran querer un nuevo país limpio de corrupción. De todos modos, se calcula que la ANC del ahora preso Jordi Sánchez podría mover alrededor de tres millones de euros que, sumados al capital de Ómnium, podría ascender a un total de entre ocho y nueve millones. Es una cantidad lo suficientemente respetable como para que la justicia, el Tribunal de Cuentas y la Junta Electoral indagasen el origen de tales cantidades, porque, si no nos equivocamos, el citado Sánchez es candidato el 21-D y los viajecitos a Bruselas a ver a Puigdemont, las manifestaciones que se organizasen y demás parafernalia podrían muy bien ser consideradas como actos de campaña. Hasta donde sabemos, el dinero que se gastan las formaciones concurrentes a unos comicios han de estar auditados y controlados por los organismos pertinentes. ¿O es que nuestras autoridades también creen que en la ANC no paran de vender camisetas a destajo con las caras de los Jordis? ¿Cuántas esteladas se precisan para juntar algunos millones de pavos? ¿Nadie va a ir a pedirles los libros de cuentas? Un estado que exige a cualquier trabajador autónomo cuentas, recibos, facturas y más papeles que una editorial ¿dejará pasar así, como el que no quiere la cosa, el tremendo gasto que supone, un decir, fletar nueve aviones de ida y vuelta a Bruselas?

Dicen ser el pueblo, la base, el lugar desde el que se presiona a los políticos, pero es una mentira más en ese cumulo de falsedades procesistas. Son el brazo armado de Convergencia y de Esquerra, se financian con dinero púbico y están al servicio del poder nacionalista. Ni sociedad civil ni nada que se le parezca. Palanganeros del poder.

El origen del dinero no está en lejanas montañas

Parafraseando a Aznar, esa es la cuestión. Uno, que ya lleva unos cuantos años en este mundo de locos, recuerda perfectamente algo que comentó hace años don Alejo Vidal Quadras en una entrevista que tuve el honor de hacerle. “Mire, Miquel – me dijo con su ironía habitual de hombre culto -, en política, cuando usted no entienda una cosa, o cherchez la femme o cherchez l’argent, y nunca se equivocará” Cuánta razón tenía. En el caso del origen de los fondos de la ANC no es preciso ir a buscar ninguna mujer, aunque eso no signifique que no se pudieran hablar de ciertos asuntos dignos de la literatura galante más salaz y divertida, pero quede eso para otra ocasión.

Si de dinero hablamos, y de la tremenda e injusta desigualdad que supone para los partidos constitucionales salir a competir con gente que dispone de fondos enormes y sin necesidad de justificación, señalemos que al nacionalismo catalán nunca le han faltado mecenas. Ahí tienen ustedes, como vía de ejemplo, a la todopoderosa familia Carulla, los amos de Avecrem Gallina Blanca, del grupo Agrolimen, Vean como Lluís Carulla, al que hemos encontrado en la fundación de Ómnium, se le conoce como “el mecenas catalán”, con todo lo que esto implica en la tierra de Jordi Pujol.

¿Quiere decir esto que salga de ahí el dinero? No, simplemente quiere decir que hay no poca gente con posibles dispuesta a hacer una aportación “per Catalunya”. Eso pasó con Banca Catalana, pasó con algunas empresas ruinosas que intentó montar Pujol ya desde el gobierno, como PetroCat, pasó con el tristemente famoso Palau de la Música, con las consecuencias conocidas por todos de corrupción entre la entidad y Convergencia, en fin, ha pasado, pasa y pasará.

Siento discrepar con los que aseguran que Rusia u otros países sean los cotizantes del proceso en materia económica. Siempre los he visto como proveedores en ciertos terrenos, como el informático, por ejemplo, pero a la hora de poner pasta, los empresarios más recalcitrantemente pujolistas, los de la ceba, que decimos aquí, son los más sospechosos. Es entre las grandes familias burguesas catalanas - tampoco son tantas las que disponen de dinero suficiente o las que estén dispuestas a aflojar la mosca – entre las que la justicia debería indagar. Tampoco estaría de más echar un vistazo a los millones que la familia Pujol tiene en el extranjero, vulgo Panamá o Belice e incluso algunos otros paraísos fiscales, porque con la lentitud con la que se lleva su caso en los tribunales han tenido tiempo más que suficiente como para mover los millones varias veces.

Ya lo ven. Entre lo que sale directamente de nuestros impuestos vía subvención oficial y lo que les puede caer por vías oscuras, más o menos vinculadas a comisiones del tres por ciento, las dos entidades separatistas pueden fletar no nueve, sino cien vuelos en avión para hacer lo que les dé la gana donde les dé la gana.

Para que luego nos diga el gobierno de la nación que estas van a ser unas elecciones libres y blablablá.

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