Opinión

Diogo, Luis Fabiano, impuestos y puñetazos

El mensaje vacío de la izquierda es respondido con el mensaje equivalente de la derecha

Una de las escenas más recordadas por los aficionados de la Liga española es sin duda la que se produjo en un Zaragoza-Sevilla durante la temporada 2006-2007. El partido está prácticamente terminado y Luis Fabiano y Diogo pelean por un balón en una de las áreas. El balón sale por la línea de fondo y los jugadores intercambian algunas palabras. La situación se va calentando, amagan un par de cabezazos suaves y finalmente comienza el espectáculo. Tras un primer golpe de Diogo que parece conectar con el mentón de Luis Fabiano, los dos se enganchan en el que probablemente sea el combate más ineficaz y ridículo en la historia del fútbol español. El puñetazo con la derecha de uno es contrarrestado con el puñetazo con la izquierda del otro. El golpe con la izquierda del primero es anulado por el golpe con la derecha del segundo. La escena dura varios segundos y parece sacada de El Equipo A, es una violencia sin consecuencias. Una sucesión de brazos que suben y bajan sin tocar nunca al contrario, un combate en el que los dos jugadores se agotan para nada cuando el partido ya estaba muerto. Diogo y Luis Fabiano dejaron un momento para el recuerdo, y se llevaron a casa cinco partidos de sanción.

La semana pasada me acordé de aquella pelea tras leer un mensaje que publicó Podemos en sus redes sociales. “Otro objetivo conseguido”, anunciaban con orgullo. El texto en la nueva política es siempre lo de menos, un acompañamiento prescindible para la imagen, que es lo que interesa. El mensaje tenía, muy apropiadamente, forma de meme. Aparecía Ione Belarra sonriendo -más de 6.000€ mensuales en bruto- con el puño obrerista en alto y entre cuatro palabras-imagen: “Que paguen los ricos”.

Los culpables de tu pobreza son esos empresarios con puro y chistera, los ricos son ellos, yo me levanto 6.000 euros al mes por ministrear los derechos sociales y la Agenda 2030, pero soy como tú, Viernes, compañero

Los ricos son siempre los otros, los que tienen muchísimo más, y tiene que seguir siendo así porque si no a ver dónde demonios guardamos el puñito levantado. Los ricos además no pagan impuestos. El mensaje que se transmite es precisamente ése: que paguen. No que paguen más, sino que paguen. Y el mensaje es ése porque la emoción a la que apelan es el rencor social. El “que paguen” es en realidad un “que lo paguen caro”, y se lanza como un hueso a quienes pagan impuestos y además pagan demasiado por todo. Los culpables de tu pobreza son esos empresarios con puro y chistera, los ricos son ellos, yo me levanto 6.000 euros al mes por ministrear los derechos sociales y la Agenda 2030, pero soy como tú, Viernes, compañero.

La historia melodramática que ha ido construyendo la izquierda en los últimos años termina el año que viene. Los ricos pagarán un poco más, comerán alguna perdiz menos y eso bastará para que la gente sea un poco más feliz. El objetivo de la historia no es el uso del dinero público, y ni siquiera el aumento de la recaudación. De lo que se trata es de que el pobre pueda sentir una especie de disfrute estéril por el mero hecho de que los ricos vayan a ser un poco menos ricos durante un tiempo. La recaudación es sólo la excusa para esa pequeña fiesta. Nunca aparece el “para qué”, y cuando aparece es para producir vergüenza. Nadie ha resumido mejor esta vergonzosa mitología recaudatoria que Rafael Simancas:

¿Qué eliges? ¿Un pequeño “alivio” en el IRPF y en el IVA?

¿O la seguridad de una educación de calidad para tus hijos, una sanidad avanzada para tu familia y unas prestaciones dignas para tus mayores y dependientes?

Porque esta es la elección.

El caso es que los impuestos también se usan para pagar el sueldo de personas como Rafael Simancas. Más de 120.000€ brutos al año; los ricos

Simancas estudió Políticas en la Complutense, ha pasado por varios cargos en el PSOE y la altura de su pensamiento es sin duda una buena muestra de lo que significa hoy “educación de calidad en España”. Cuando justifica las subidas de impuestos siempre se centra en esas cosas, porque no es de buena educación ir ahí presumiendo de nómina. Pero el caso es que los impuestos también se usan para pagar el sueldo de personas como Rafael Simancas. Más de 120.000€ brutos al año; los ricos.  

Los sueldos de todos estos servidores públicos nunca entran en las cuentas, como tampoco se suelen incluir las cantidades dedicadas a financiar las redes clientelares del partido en Andalucía. Griñán es un hombre bueno, los impuestos son para sanidad y educación y el gasto público siempre es eficiente. Las diferencias entre País Vasco y Castilla y León en cuanto a gasto público por alumno y resultados académicos parecen indicar otra cosa, pero ya sabemos que pagar impuestos es el auténtico patriotismo, y cuestionar el uso de la recaudación es de traidores.

Becas en la Comunidad de Madrid

Me acordaba la semana pasada de la pelea entre Diogo y Luis Fabiano porque lo que hay al otro lado de la chequera ideológica no es menos deprimente. Al “que paguen los ricos” la derecha responde habitualmente con “que paguen menos”; e incluso que obtengan más, como quedó claro tras la bochornosa defensa de las becas para familias de rentas altas que se hizo en verano desde la Comunidad de Madrid. No hay una defensa firme, sólida y convencida de la necesidad de un Estado capaz de paliar las desigualdades económicas. No hay una apuesta real por una auténtica república que eleve a todos sus ciudadanos desde la escuela. Lo que hay es sólo una absurda e inútil lucha de gestos y mensajes enlatados.

Solemos hablar de la importancia de dar la batalla cultural, pero nuestras discusiones ideológicas pocas veces pasan de batalla gutural. El mensaje vacío de la izquierda es respondido con el mensaje equivalente de la derecha. Y en ningún campo este intercambio de golpes al aire es tan manifiestamente ridículo como en la educación, que seguirá sumida en un estado de perpetua decrepitud financiado por los gobiernos de uno y otro signo. 

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