Opinión

La discapacidad de ser mujer

Creo que en el 2030 pocas de ellas estarán en un consejo de administración, muchas no  tendrán hijos y vivirán con su gato y el satisfyer, tal y como le gustaría a Pam

A partir de que la ley de Representación Paritaria entre en vigor, cualquier fémina que llegue a un consejo de administración será sospechosa de estar cubriendo una cuota. Aun así, Pedro Sánchez se ha autoungido como único y verdadero titán del feminismo, demostrando a  la mujer más enfadada de España quién manda aquí. Sin embargo, algo me dice que toda esta precipitación por aprobar la ley sólo responde a la necesidad de tapar la corrupción del caso Mediador. No vaya a ser que nos demos cuenta de que, mientras nos encerraban en casa y nos prohibían acompañar a nuestros seres queridos en sus últimas horas, había socialistas celebrando orgías con viagra, farlopa y señoritas que fuman.

El ruido de los fastos del 8M puede hacernos olvidar que —mira tú qué casualidad— se acaban de rebajar las penas por malversación, pero no borra la verdad: a pesar del autobombo de Su Persona, la ley de paridad  es sólo una trasposición de una directiva de la UE. Directiva que fue propuesta hace diez años por Vivianne Reding, miembro del Partido Popular Europeo y exvicepresidenta de la Comisión Europea. Y hace unos meses se aprobó bajo la presidencia de la también “conservadora” Von der Leyen—esa que se derrite ante Pedro Sánchez—, con los votos a favor de los peperos  Javier Zarzalejos y Juan Ignacio Zoido. En esta historia, la única aportación del PSOE ha sido lo de las listas cremallera, que ni siquiera es idea suya, sino que se la ha robado a Podemos.

Sin embargo, y a pesar del incansable bombardeo feminista,  a muchas mujeres les interesa más su familia que las cuitas empresariales y prefieren tener un trabajo que les permita dedicar más tiempo a sus hijos. O, simple y sencillamente, no tienen ambición de poder y eligen sectores enfocados a cuidar de los demás, como la enseñanza o la sanidad. También hay mujeres empresarias —de momento, no cuentan para esto de las cuotas— y mujeres que sueñan con llegar a lo más alto de las compañías, los partidos políticos o la judicatura; y, que yo sepa, no hay ninguna ley que les prohíba hacerlo. De hecho, en España hay un 34% de ellas en las cúpulas directivas.

Parece que  los políticos populares están compitiendo con el feminismo radical por ver quién pone más palos en las ruedas de la familia

En Europa tenemos un serio problema de natalidad, y una esperaría que la derechita cobarde presentara medidas de conciliación familiar que faciliten la vida a las mujeres que quieren ser madres. Sin embargo, parece que  los políticos populares están compitiendo con el feminismo radical por ver quién pone más palos en las ruedas de la familia. Eso por no hablar del liberticidio que supone imponer a las empresas cómo deben organizarse internamente. Doy por hecho que el resto del victimismo subvencionado no tardará mucho en exigir sus cuotas raciales, trans y demás. Entonces probablemente veremos a los eurodiputados del PP  votando también a favor, pues en esto de llevar a la UE al suicidio sí parece haber consenso.

Si hay algo transversal a los dos grandes grupos políticos es la Agenda 2030, esa imposición que tiene su origen en la corruptísima ONU. A los europeos jamás se nos ha consultado en ningún momento si queremos ideología de género en vena, abrir nuestras fronteras a la inmigración ilegal, dejar de comer carne, prohibir los coches de combustión, etc. Sólo sabemos que los políticos empezaron a organizarnos la vida el día que todos ellos—casas reales incluidas— amanecieron con un pin de colorines en la solapa. Nos habían contado que la democracia era el mejor sistema de Gobierno, pero la política se ha convertido en un modelo de negocio en el que los partidos son agencias de colocación; y los políticos, la correa de transmisión de un poder autónomo que ni siquiera se oculta. 

Sólo lo que llaman extrema derecha se resiste a la destrucción de Europa, de modo que la Agenda 2030 se ha convertido en  otro dogma de fe sobre el que no se debate

Ahí tenemos a Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial de Davos y sumo sacerdote de la nueva religión obligatoria, asegurándonos que dentro de muy poco no tendremos nada y seremos felices.  Es decir, que todo se lo quedarán él y otros cuatro. Y, oye, que no ves a ningún político de los grupos mayoritarios preguntando: “Pero, ¿esto qué es?”. Nada de eso, al contrario: todos remando a favor. Sólo lo que llaman extrema derecha se resiste a la destrucción de Europa, de modo que la Agenda 2030 se ha convertido en  otro dogma de fe sobre el que no se debate. Y si te atreves a preguntar, te llamarán  negacionista y te quemarán en un auto de fe.

Mientras escribo este artículo, miles de mujeres se manifiestan por derechos que ya tienen en lugar de manifestarse por los que nos están quitando. Y pienso en esas chicas jóvenes que corean eslóganes a grito pelado  y, arropadas por el rebaño, se sienten heroínas invencibles. Ojalá me equivoque, pero creo que en el 2030 pocas de ellas estarán en un consejo de administración, muchas no  tendrán hijos y vivirán con su gato y el satisfyer, tal y como le gustaría a Pam. Quizá para entonces hayamos conseguido que ser mujer sea declarado una discapacidad y, al fin, podamos cobrar una paguita por ello.

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