Os propongo un juego de imaginación. Así, de sábado previo a Navidad, para que no decaiga la fiesta. Cerrad los ojos y situad a Pedro Sánchez en un recinto abarrotado de mujeres emocionadas cual fanáticas asistentes al concierto de su estrella favorita de rock. Sobre el escenario, un presidente al más puro estilo Kim Jong-un secándose las lágrimas con un pañuelo blanco desechable, mientras pide a las madres del país que tengan más hijos para frenar un descenso de natalidad que pone en riesgo su particular revolución. Y al terminar el lacrimógeno ruego, situadlo de pie, en el estrado, saludando a todas esas féminas que le aclaman y le aplauden convencidas y firmes en su decisión de llegar a casa y “ponerse al lío” para satisfacer a su amado líder. Como si todo se redujera a eso.
Una realidad tan terrible como reciente en Corea del Norte y una distopía -de momento- en nuestra sociedad que bien podría ser el argumento de la próxima serie de éxito de una plataforma audiovisual o quizá una posibilidad no tan lejana a tenor de unas cifras de nacimientos que no están para echar cohetes. Son odiosas -lo sé- y disparatadas las comparaciones con el hermético y dictatorial régimen de Corea del Norte. Por suerte estamos a años luz de lo que allí ocurre, sin embargo, también aquí es alarmante el asunto de la concepción. Le doy vueltas al problema al toparme hace unos días con este titular: “Los jóvenes no quieren hijos”.
Los partos de mujeres con edades de entre 45 y 49 han crecido casi un 51% desde 2016. Y por contra, han caído los de las que tienen menos de 40. Cuando podemos, no queremos
¿Qué está pasando? O mejor, ¿qué nos está pasando? Busco los últimos datos actualizados y, en la primera mitad de este 2023, se ha registrado en nuestro país la cifra más baja de nacimientos que se produce en los seis primeros meses de un año desde que arranca la serie histórica del Instituto Nacional de Estadística. A esto se suma, además, que nosotras somos madres cada vez más tarde. Los partos de mujeres con edades de entre 45 y 49 han crecido casi un 51% desde 2016. Y por contra, han caído los de las que tienen menos de 40. Cuando podemos, no queremos. No tenemos estabilidad -ni económica, ni profesional- y nos vemos todavía con un tiempo ilimitado por delante que, finalmente, no resulta ser tal porque también el reloj biológico se queda sin pilas. Así que, cuando finalmente queremos, ya no podemos o es más complicado y peligroso. Pero, así son las cosas y así las contamos.
Dicen los expertos que está relacionado con un cambio de valores por parte de la juventud, con un cambio en el modo de ver la vida… de ver este mundo que habitamos. “Este es un planeta que da miedo y al que no apetece traer a nadie a vivir”. Hasta el punto de que ya hay más perros que niños en España. Lo dicen las cifras. Según el INE, en todas las comunidades autónomas hay más canes que infantes: en torno a 6 millones y medio de menores de catorce años por los más de 9 millones de perros que reflejan las cifras de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía. Démosle una vuelta porque nada apunta a que esto vaya a mejorar próximamente.
Hace veinte años, la tasa de fecundidad mundial era de 2,7 nacimientos por mujer. Hoy estamos en 2,3 y seguimos en línea descendente. Hay quien dice ya que el número de habitantes del planeta se podría reducir por primera vez desde la peor pandemia de la historia, la de la peste negra a mediados del siglo XlV que dejó millones de muertos en todo el globo.
Un toque de atención
El caso es que estamos a punto de cerrar este 2023 que ya nos ha traído demasiados sobresaltos y guerras con fuego real. Así que, volvamos a ese juego puramente imaginario del comienzo. A esa distopía. A ese recinto abarrotado ahora al más puro estilo del Parlamento Europeo cuando en mitad de unos aplausos se cuelan los ladridos de un perro y no el llanto de un bebé amamantado por alguna de las eurodiputadas. Es una señal, un toque de atención para los líderes y no para nosotras. Porque no hay súplicas posibles -aunque se empeñe un sollozante Kim Jong-un- cuando hablamos de maternidad. Porque la pregunta -de llegar a plantearnos tener hijos- no es por quien, ni para quien. Tampoco es cuándo. La pregunta siempre es con quien dar ese paso de gigante que cada vez cuesta más en este camino pantanoso en el que se ha convertido el mundo.
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