Opinión

Trump, en el banquillo

Lo que es un misterio es qué harán los votantes demócratas en las primarias, que empezarán en enero, dentro de poco más de 9 meses

Hace no mucho tiempo, en 2016, durante un debate electoral, Donald Trump señaló sentencioso a Hillary Clinton para advertirle que, cuando llegase al poder, ella ingresaría en la cárcel. No han pasado ni siete años de aquello y quien podría terminar entre rejas es el propio Trump. De hacerlo sería el primer expresidente enjuiciado y condenado a prisión de toda la historia de Estados Unidos. Podría suceder porque el gran jurado de Manhattan ha decidido imputarlo por ocultar unos pagos a Stephanie Clifford (más conocida por su nombre artístico, Stormy Daniels), una celebrity que en sus buenos tiempos fue una cotizada actriz de cine para adultos.

Daniels confesó hace unos años que Trump y ella tuvieron relaciones sexuales. Era algo que se sabía desde antes de que se presentase a las elecciones porque el lance amatorio tuvo lugar en 2006, hace nada menos que 17 años, cuando Trump tenía 60 y Stormy Daniels 27. El asunto salió a la luz en 2011, pero entonces Trump no se había metido en política, era simplemente un empresario que presentaba un popular programa de televisión. Para evitar más problemas amenazó a la revista en la que iban a salir las declaraciones con una demanda por difamación y el tema quedó ahí hasta que en 2016 volvió a emerger en plena campaña.

Los demócratas vieron en el affaire de Stormy Daniels un torpedo en la línea de flotación de Trump. Estos asuntillos de faldas en EEUU se pagan caros. Recordemos lo que le pasó a Gary Hart en 1988, era el favorito en las primarias demócratas, pero la prensa aireó que tenía una amante y que era un impenitente mujeriego. Ahí mismo acabó su carrera. Pero los Estados Unidos de 1988 no eran los de 2016 y, naturalmente, Gary Hart, un triste senador por Colorado, no era Donald Trump. Los seguidores de Trump estaban dispuestos a perdonarle todo y, por supuesto, le iban a perdonar que se hubiese encamado con una mujerzuela diez años antes. A fin de cuentas, la afición de Trump por las mujeres le precedía. Se ha casado tres veces y ha coleccionado las amantes a lo largo de su vida. Esto es algo, de hecho, de lo que muchos de sus partidarios presumen.

Donald Trump tiene un magnetismo indescriptible para una parte nada despreciable del electorado republicano. En EEUU se les conoce como MAGA, acrónimo de Make America Great Again, lema de campaña en 2016. No es que todos los que votaron por Trump en 2016 (casi 63 millones) o en 2020 (74 millones) sean trumpistas a machamartillo, pero hay un porcentaje considerable de sus votantes que le ve casi como un líder religioso. Eso explica, por ejemplo, los sucesos del 6 de enero de 2021, cuando una manifestación de apoyo a Trump se dirigió al Capitolio y lo ocupó. Trump sabía de su poder para convocar a la masa y tras aquello quedó persuadido de que, le pase lo que le pase, siempre puede pedir a los más leales que salgan a la calle a protestar. Con esto de Stormy Daniels las autoridades de Nueva York creen que puede pasar algo parecido, que si la imputación se sustancia y hay que llamar a declarar a Trump (no digamos ya si se le arresta) lo más probable es que una multitud se dirija al juzgado y haya que lamentar disturbios.

Trump oficializó su candidatura en noviembre del año pasado. Anunció desde su residencia de Mar-a-Lago que concurriría a las primarias y que pretende ganarlas

Se le ha imputado aunque no se le ha detenido, pero el trumpismo ya ha puesto en marcha la máquina de agitación, algo que, por cierto, hacen muy bien. Para Trump también es una buena noticia. Imputado, puede aprovechar esto en su beneficio. Puede recurrir a los argumentos clásicos de que el Deep State está contra él y contra la verdadera América, que ahora temen que vuelva a la Casa Blanca en enero de 2025 y por eso quieren destruirle deteniéndole y metiéndole en la cárcel si es preciso. Trump oficializó su candidatura en noviembre del año pasado. Anunció desde su residencia de Mar-a-Lago que concurriría a las primarias y que pretende ganarlas para luego saltar de nuevo sobre la presidencia, algo que da por hecho ya que, según él, la última vez hubo un fraude electoral clamoroso que esta vez se encargará de vigilar convenientemente para que no vuelva a producirse.

Lo cierto es que con el caso Stormy Daniels no va a ser fácil ni procesar ni condenar a Trump. La acusación no es por acostarse con ella (eso es perfectamente legal), tampoco por comprar su silencio (eso es también legal), sino porque el ministerio fiscal sospecha que compró su silencio con dinero de la campaña sin declararlo, y eso sí que es ilegal. Según parece en 2016, Michael Cohen, uno de los abogados personales y más cercanos de Trump, pagó de su propio bolsillo 130.000 dólares a Daniels para que se callase y no enredara en la campaña. Hecho esto, según sospechan los fiscales, Trump reembolsó ese dinero a Cohen disfrazándolo de gastos legales ordinarios.

Eso sería ilegal porque las facturas falsas son ilegales en EEUU y en cualquier sitio. Pero se trataría de un delito menor por el que Trump no debe preocuparse. Al fin y al cabo, quien falsificó esas facturas fue Cohen, que ya se vio metido en problemas legales hace unos años por esto mismo. Lo que están investigando los fiscales ahora es la forma de demostrar que ese delito menor (la falsificación de unas facturas) se hizo para facilitar la comisión de uno mayor: no declarar este pago, que se efectuó sólo unas semanas antes de las elecciones del 8 de noviembre de 2016 como un gasto de campaña más. Si lo hubiese declarado como tal no hubiese pasado nada.

En aquel momento el fiscal abrió una investigación contra Cohen y éste, para rebajar su condena, se declaró culpable de violar la ley de financiación de las campañas electorales

Si el pago a Cohen se hizo para que Daniels se callase eso evidentemente afectó positivamente a la campaña porque tomó el dinero y cerró la boca. El affaire, en el que tantas esperanzas habían depositado los demócratas, se evaporó. Este asunto colea desde hace años, desde 2018 exactamente, cuando Trump llevaba ya año y pico en la presidencia. En aquel momento el fiscal abrió una investigación contra Cohen y éste, para rebajar su condena, se declaró culpable de violar la ley de financiación de las campañas electorales. Ya de paso, también se declaró culpable de fraude fiscal y de estafa bancaria.

El asunto Stormy Daniels estaba ya olvidado. Había pagado el primo de Cohen que, por cierto, terminó en la cárcel (tres años y medio le cayeron) y nadie quiso saber nada más del tema. La fiscalía había estudiado el tema, pero no podían demostrar que esos 130.000 dólares que facturó Cohen disfrazados de gastos legales Trump supiese que iban a comprar el silencio de Daniels. Pero un nuevo fiscal, un tal Alvin Bragg, un tipo muy cercano al Partido Demócrata, se puso a revisar el caso hace unos meses y lo ha reabierto. Cree que él si puede demostrar que Trump sabía que ese dinero iba a tapar sus propias vergüenzas.

No es el único lío legal que tiene Trump. De los cuatro casos en los que está metido, este de Stormy Daniels es el menor de todos y seguramente el más difícil para el fiscal. Aparte de este enfrenta una investigación por su participación en los sucesos del 6 de enero en el Capitolio, otro más por los documentos clasificados que le encontraron en su residencia de Florida, y otro más por alentar el fraude electoral en el Estado de Florida. A corto plazo, el caso de Stormy Daniels complicará las cosas al partido republicano, también a los que dentro del partido quieren acabar con Trump. No pueden permitirse el lujo de desmotivar a su base electoral. Casi todos los republicanos y todos los posibles candidatos a las primarias han criticado a Bragg o se han puesto de perfil con esto para no ofender al ala trumpista.

Lo que es un misterio es qué harán los votantes demócratas en las primarias, que empezarán en enero, dentro de poco más de 9 meses. Es posible que muchos de ellos, especialmente los más ricos que hacen buenas donaciones, estén exhaustos ya de tanto escándalo y se distancien. Todo depende de que esto de Stormy Daniels prospere o no. Al estar tomado con pinzas seguramente le haría un favor a la candidatura de Trump ya que podría hacerse la víctima las 24 horas durante semanas. Eso le ha funcionado anteriormente y todo indica que le seguirá funcionando.

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