Opinión

¿Dónde estaba Extremadura?

Nada que objetar al acuerdo del PP de Extremadura con Vox. Cada cual es libre de adoptar las medidas que consideren mejor para la democracia y, en este caso, para Extremadura. En el comunicado que ambas formaciones políticas emitieron

Nada que objetar al acuerdo del PP de Extremadura con Vox. Cada cual es libre de adoptar las medidas que consideren mejor para la democracia y, en este caso, para Extremadura. En el comunicado que ambas formaciones políticas emitieron el pasado día 30, se puede leer, en su segundo párrafo, que “PP y Vox han asumido así la responsabilidad de dotar a la región de un gobierno estable y con una hoja de ruta clara para poner fin a las políticas socialistas que han lastrado el desarrollo de Extremadura”. Se deduce de ese párrafo que Extremadura estaba transitando por un exitoso camino de desarrollo hasta que llegaron al gobierno autonómico los socialistas y lastraron ese desarrollo que,  deben pensar lo que eso escriben, que de tan veloz que era, hasta producía vértigo.

Mientras que la renta en España creció el 191,39% en esos veinte años, en Extremadura, en el mismo periodo de tiempo, el crecimiento fue del 105%

Lo que no se dice en el comunicado es cuál era esa situación, lastrada por el socialismo. O bien no se tiene ni idea de lo que se ha dicho en el comunicado de marras o falta que echen la vista atrás para describir el pecado socialista, alastrador de un desarrollo que, por ejemplo, remontándonos a tiempos pretéritos, nos describe con rigor, en 1771, quien fuera en ese tiempo  Fiscal del Consejo Superior de Castilla, el Conde de Campomanes: “La provincia de Extremadura se ha dirigido con justa causa al Trono a implorar la Real clemencia y protección para impedir su inminente exterminio y despoblación.” Veinte años después, en 1791, nuestro paisano de Ribera del Fresno, Meléndez Valdés, en el discurso de apertura de la nueva Real Audiencia extremeña en la ciudad de Cáceres, el magistrado-poeta hizo un retrato de su región de nacimiento totalmente negativo: “Todo está por crear en ella”. “Sin población, sin agricultura, sin caminos, sin industria ni comercio, todo pide, todo solicita, todo demanda la más sabia atención.”

Echando una ojeada al Informe que el Banco de Bilbao hizo sobre el desarrollo de la economía española por regiones, de 1955 a 1975, no parece que la clemencia, ni la justa causa, ni toda la demanda, ni la justa causa tuvieron eco en los años posteriores. Según el Informe del banco, mientras que la renta en España creció el 191,39% en esos veinte años, en Extremadura, en el mismo periodo de tiempo, el crecimiento fue del 105%. Esto es, 86 puntos porcentuales de diferencia; casi el 100%. Otro dato significativo de ese informe sobre el desarrollo económico es el que hace referencia al aumento de la población activa. Mientras que en el conjunto de España la población activa creció un 11,7%, en Extremadura, la población activa, lejos de crecer, lo que hizo fue disminuir en un 26%.  Faltaban solo dos años para que se produjeran las primeras elecciones democráticas de 1977 y no es que Extremadura estuviera algo distanciada de la media española. Es que era una desgracia la situación de nuestra región comparada con otras regiones a las que hoy algunos quieren asimilarnos, culpando de la posición que ocupamos en el ranking actual al lastre de los gobiernos socialistas en la Región.

Comparar regiones con carreteras de cuatro carriles y abastecimiento de todos los servicios que permitían hablar del Estado de Bienestar, con situaciones como la extremeña, con carreteras intransitables o 132 pueblos sin agua potable

Cualquiera está capacitado para hacer la crítica más feroz de los gobiernos socialistas habidos durante los 40 años de Autonomía extremeña. Cualquiera que se hubiera atrevido seguramente lo hubiera hecho de forma diferente a como lo hicimos los socialistas. Pero, cualquiera que no hubiera preferido la comodidad de Madrid, se hubiera tenido que enfrentar a la realidad extremeña de 1983 y a comparar regiones con carreteras de cuatro carriles y abastecimiento de todos los servicios que permitían hablar del Estado de Bienestar, con situaciones como la extremeña, con carreteras intransitables para ir de Badajoz a Salamanca o con 132 pueblos de los 380, sin agua potable en sus casas. Sin Centros de salud y con escuelas unitarias o destartaladas en la inmensa mayoría de los pueblos.

En un WhatsApp que recientemente me remitió un amigo, el que escribía un largo sermón para, acudiendo al “y tú, más”, intentaba justificar las contradicciones de María Guardiola poniendo de relieve las veces que Pedro Sánchez “cambió de opinión”, se acababa la perorata  aconsejando a la futura presidente de Extremadura que “gobierne y saque a la bella e histórica Extremadura del furgón de cola donde todos los gobiernos anteriores, extremeños y nacionales, han colocado a su región desde la llegada de la democracia.” El autor del consejo se olvidó de alertarnos del lugar que ocupaba Extremadura antes de la llegada de la democracia. Tal vez fue durante el franquismo cuando se produjo el gran despegue de Extremadura, por la marcha de ciento de miles de extremeños hacia zonas de España privilegiadas con aquello que se denominó el Coeficiente de Inversión Obligatorio para financiar con dinero de las Cajas de Ahorro las autovías y autopistas en Cataluña o en el País Vasco. ¿O fue durante la II República, cuando un intento de Reforma Agraria provocó la Guerra civil? A lo mejor el aprendiz de historiador se refería a la dictadura de Primo de Rivera y sus leyes industriales que prohibieron cualquier tipo de competencia que perjudicara la obsoleta y poco competitiva industria textil catalana. ¿O situaba el despegue extremeño en la Restauración de Cánovas con sus leyes antillanas?

¿Dónde estaba Extremadura antes de que los perversos socialistas la pusieran en el vagón de cola? ¿Y dónde estaban los que hablan de una región lastrada por las políticas socialistas?

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