No soy yo, es su compañera la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, la que ha pedido a la ministra de Trabajo y candidata de Sumar a La Moncloa, Yolanda Díaz, algo así como “un poco de por favor”, que diría el actor Fernando Tejero: que nos revele, a ella y al resto de los españoles, de donde pretende sacar los aproximadamente 10.000 millones anuales, un 0,65% del PIB (¡¡¡), que le costaría al Estado pagar a quien cumpla 18 años -ó 23, que ya me he perdido- 20.000 euros en concepto de herencia universal.
Queda muy redondo ir a un mitin a regalar los oídos a los más jóvenes con eslóganes del tipo tu futuro no debe depender del apellido o “del código postal” en el que vives -un poco como de manual de autoayuda, todo hay que decirlo- pero la política, la buena política, nunca debería hacer honor a aquel viejo aforismo del mal periodista no dejes de la realidad te estropeé un buen titular.
Porque, verán, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 cumplieron 18 años 488.798 españoles, así que no parece descabellado pensar que en este ejercicio, o en 2024, medio millón de compatriotas alcanzará la mayoría de edad; ahora, multipliquen 20.000 euros por medio millón de herencias universales… y échense a temblar.
Ya puestos, en el país de la herencia universal y la jornada laboral decreciente de 32 horas al que nos quiere llevar Yolanda Díaz -si Nadia Calviño se deja, que no parece- ¿Por qué no complementar esos 20.000 euros -mas los 400 del bono cultural, a cada recién llegado a la mayoría de edad-, con otros 20.000 a sus padres, que no pueda llegar a fin de mes?.
Sí, otros 10.000 millones más al saco del déficit estructural crónico salidos de los bolsillos del común. Olvídese, estimado lector, de esos millonarios a los que dice Díaz que va a exprimir vía impuesto extraordinario; esos se irán en cuanto cualquier gobierno en solitario dé la más mínima señal de hacer realidad ese delirio del economista francés de origen marxista Thomas Piketty… y usted se queda porque no tiene a dónde ir.
Piense, a la hora de valorar semejante ocurrencia que sus impuestos y sus cotizaciones sociales en nómina no dejan de subir y, aún así, su país que no ha dejado de empobrecerse durante los últimos quince años: vive en una España donde la renta per cápita ha caído nada menos que un 17% respecto al resto de Europa, donde la cesta de la compra se ha encarecido un 40% en año y medio tras el aumento de los combustibles por la guerra de Ucrania, y donde la mayoría paga entre 300 y 500 euros más cada mes de hipoteca que hace un año por la subida del Euribor... pues bien, haga el ejercicio teórico de añadirse como contribuyente otros 200 euros a su deuda pública anual para pagar la herencia del niño.
¿Por qué no complementar esos 20.000 euros -mas los 400 del bono cultural, a cada recién llegado a la mayoría de edad-, con otros 20.000 a sus padres, que no pueda llegar a fin de mes?
Ya puestos, en este país de la herencia universal y la jornada laboral decreciente de 32 horas en que nos quiere convertir Yolanda Díaz -si Nadia Calviño se deja, que no parece- ¿Por qué no elegir susto y muerte de una tacada? ¿Por qué no complementar esos 20.000 euros -mas los 400 del bono cultural, a cada recién llegado a la mayoría de edad-, con otros 20.000 a sus padres, que no pueda llegar a fin de mes?
Es más, si en un arrebato de lucidez a mí, paganini como usted, Sumar me diera a elegir susto, que esa familia pueda aliviar las penurias económicas del presente, o muerte, que el hijo se lo lleve crudo sin certificar siquiera en qué va a gastarse los 20.000, si va a pagar una carrera universitaria o si va a financiarse una aventura empresarial en solitario… qué quieren que les diga, elijo susto; cualquiera con dos dedos de frente lo haría.
Lo peor de todo es que éste ejercicio teórico de izquierdismo mal digerido lo ha propuesto Díaz cuando estos días está por aquí media Unión Europea, a propósito del inicio del semestre de presidencia española, con el presidente del Consejo, el belga Charles Michel, y la presidenta de la Comisión, la alemana Úrsula Von der Leyen, a la cabeza y tomando buena nota.
Lo peor de todo es que éste ejercicio teórico de izquierdismo mal digerido lo ha propuesto Yolanda Díaz cuando estos días está por aquí media Unión Europea, a propósito del inicio del semestre de presidencia española, con el presidente del Consejo, el belga Charles Michel, y la presidenta de la Comisión, la alemana Ursula Von der Leyen, a la cabeza y tomando buena nota.
Es esa misma UE que, si no recuerdo mal, la que ha exigido al Gobierno español que salga de las urnas este 23 de julio -del que podría seguir formando parte Yolanda Díaz si a Pedro Sánchez le dan los números- un recorte entre 7.000 y 9.000 millones del próximo presupuesto. Así que no me extraña que en La Moncloa y en la sede socialista de Ferraz se les hayan puesto los pelos como escarpias oyendo a nuestra aguerrida ministra de Trabajo en su versión más marxista -de Groucho-: Y dos huevos duros ¿Recortar 9.000 millones? ¡Quia! 10.000 millones más en herencias universales y no se hable más… De locos.
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