Opinión

Dos de mayo a ‘sillazos’

Con vistas al 28M, Bolaños, en el papel de ‘el francés’, y Ayuso, en el de ‘Manuela Malasaña’ deleitaron a los madrileños con una recreación lo más fiel posible a lo que debió ser aquella invasión hace 200 años

“Ayuso se cree que esto es su cortijo”, se quejaba visiblemente contrariado Félix Bolaños este martes durante el cóctel en la Real Casa de Correos, horas después de que el servicio de protocolo de la Comunidad de Madrid le cortara el paso a la tribuna de autoridades porque no tenía silla, ante la mirada mitad incómoda mitad abochornada del resto de invitados. ”Okupa” le llega a llamar el alcalde de Madrid, José Luis Rodríguez Almeida, tras intentar ”colarse” (sic) a una fiesta a la cual no había sido invitado… Muy bochornoso espectáculo. Cierto.

Llegados hasta aquí, no es fácil dirimir quien tenía razón, así que aferrémonos a los hechos, que es lo que nos queda a quienes nos pagan por sospechar de todo y de todos, como a los policías, y contárselo a ustedes: la Comunidad de Madrid cursó invitación semanas atrás a las ministras de Defensa, Margarita Robles, y de Política Territorial y Portavoz, Isabel Rodríguez, para que asistiesen en representación del Gobierno a los actos conmemorativos del 215 aniversario del levantamiento contra la invasión napoleónica el 2 de mayo de 1808.

Robles confirmó su presencia desde primera hora pero la portavoz no. Rodríguez declina en la figura del todopoderoso ministro de Presidencia, Bolaños, que -¡oh, casualidad! el año pasado también sustituyó al entonces invitado presidente del Gobierno; y en la Puerta del Sol empiezan a maliciarse de que lo que busca en realidad es aguar en vísperas del 28M la fiesta a esa Manuela Malasaña en que se ha convertido Isabel Diaz Ayuso frente a Napoleón Pedro Sánchez.

A priori, la estrategia del PSOE era hábil: mientras los afectados por las obras del Metro en San Fernando de Henares se concentran fuera, en la calle Arenal, para protestar a gritos contra ella -la Delegación del Gobierno no les permitió manifestarse directamente en la Puerta del Sol temiendo una excesiva recreación de aquel dos de mayo sangriento-, Bolaños metería ruido declarativo en la parada militar y posteriormente en el cóctel con el todo Madrid vestido de gala para la ocasión.

La jugada del PSOE era hábil, pero que la causante de que Iglesias dejara la política en 2021, quien logró que Sánchez y Abascal mordieran el polvo, que esa Manuela Malasaña se fuera a arrugar este martes en Sol frente al francés Bolaños era harto improbable

De paso, el ministro de Presidencia y quien sabe si futuro líder del PSOE madrileño, hoy tercera fuerza política liderada por un Juan Lobato a quien las encuestas auguran cuatro años más de oposición, robaría foco a la otra gran protagonista del día y verdadera rival de los socialistas, la líder de la oposición, Mónica García, de Más Madrid. Jugada maestra.

Todo con tal de que la Manuela Malasaña del PP no tenga la fiesta en paz a tres semanas de unas elecciones en las cuales podría lograr hasta mayoría absoluta si Podemos se desploma y no entra finalmente en la próxima Asamblea, según los últimos sondeos. Así visto, se entiende el empeño del okupa Bolaños (Almeida dixit) en dejarse grabar como una víctima del protocolo ayuser, como un adolescente al que no dejan entrar en la discoteca porque es menor. Pero, si el ministro hubiera analizado pros y contras fríamente, se habría dado cuenta de su estrategia era temeraria, atendiendo a como la chulapa Ayuso ha hecho carrera del órdago en política, de la pelea con los suyos -que se lo pregunten a su mentor, Pablo Casado- y, sobre todo, con los adversarios.

Que quien hizo dejar la política a Pablo Iglesias aquel 4 de mayo de 2021 en que los madrileños fuimos conminados a elegir ”comunismo o libertad”, la misma que consiguió que mordieran el polvo desde el presidente del Gobierno a hasta Santiago Abascal -le quitó el micro a Rocío Monasterio y allá que se fue a Vallecas sin darse cuenta de que ese ya era también territorio ayuser-, que esa misma líderesa, digo, se fuera a arrugar este martes era harto improbable. ¿Dejar pasar la oportunidad de escenificar la enésima recreación contra el francés (Bolaños) y Napoleón Sánchez?… ¡A quien se le ocurriría!

Es como si el inmenso error que la rueda de prensa en la que Pedro Sánchez apareció en plano de igualdad con Ayuso rodeados de banderas españolas y estrelladas, esa escenografía que la catapultó al estrellato nacional, nunca hubiera sucedido

Visto con perspectiva es como si los socialistas no hubieran aprendido nada de lo que les sucedió hace dos años: que su rival más temible se crece en la fricción, más aún cuando juega en casa, tal que este martes en la Real Casa de Correos de la Correos de la Puerta del Sol, donde ejerció de anfitriona; como si aquel inmenso error que fue -para los intereses de Pedro Sánchez- la rueda de prensa en que compareció con la presidenta de la Comunidad de Madrid rodeados de banderas españolas y estrelladas madrileñas, que la catapultó al estrellato nacional, nunca hubiera sucedido.

Entiendo la filosofía política de los dirigentes socialistas que dicen en privado a este analista: ”la única batalla que se pierde es la que no se da”, pero la fiesta de ayer, cualquier recepción institucional, no es lugar para dar la nota, pelearse por un quítame o ponme aquí o allá esa silla, que soy ministro de España; cuando, además, ya está presente en la tribuna otra ministra, Robles. No era lugar, pienso, para que la Manuela Malasaña del PP y el francés Bolaños llevaran a cabo ningún Duelo a sillazos, ahora que nos enorgullecemos de ser un pueblo civilizado y europeo, y no ejercemos el triste Duelo a garrotazos que con tanta amargura pintó Goya.

No sé qué va a pasar en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, lo intuyo, pero sí estoy seguro de que las notas que van a poner los madrileños a sus dirigentes no tendrán que ver con postureo alguno; tendrán que ver con la Sanidad y la educación públicas, para quienes creen que se ha deteriorado bajo mandato de Ayuso; o con la visión de ese Madrid emprendedor, vital y cervecero, como uno de los mejores sitios de España para trabajar y vivir, y con una renta per cápita inigualable, entre los defensores del actual modelo.

Quiero creer que, vote a quien vote, hay una mayoría silenciosa de madrileños que no se acercará a las urnas ese día con las tripas contra Pedro Sánchez y el sanchismo, sea esto lo que sea, ni contra la presidenta de la Comunidad de Madrid por ser una ”asesina de ancianos” (sic) durante la pandemia… Quiero creer, por el bien de mi país, que el último cuadro tremendista lo pintó Goya hace dos siglos y que nunca habrá en el Museo del Prado rastro del Duelo a sillazos de ayer; porque quiero creer que lo de ayer fue solo eso uno de esos excesos tan hispano-españoles, un Episodio Nacional más narrado por Galdós un siglo después del 2 de mayo, una recreación costumbrista.

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