Opinión

La Educación, en la UVI

La realidad se va llenando de rufianes, que escalan torpe y groseramente puestos y responsabilidades en un proceso que resulta difícil concebir.

  • El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, interviene durante una sesión plenaria -

Han sonado las alarmas. Ya sabemos que el curso 2024-25 no será mejor que ninguno de los anteriores. La tasa de bajo rendimiento escolar irá en aumento y el deterioro se dejará notar en los estudiantes brillantes que ya ni siquiera alcanzan el 8 %. En el otro extremo, no está previsto hacer algo para evitar que más de la mitad de los jóvenes socialmente desfavorecidos, imposibilitados para acceder a un centro con estudiantes de buen nivel, no puedan salir de la pobreza. Y la brecha se ensancha.

Otros factores como el contenido de los programas, la irracionalidad de los objetivos, la formación y salario del profesorado, la ratio de alumnos por clase, condicionan el deterioro. Esos asuntos se silencian porque nuestros gobernantes prefieren bajar el nivel, celebrar con pompa las graduaciones e inflar con largueza las calificaciones. Se ensancha así el orgullo de los estudiantes, pero también la frustración cuando se descubren que no supera la nota de corte en busca de una formación cualificada.

El declive alcanza con el mismo tesón a las universidades. También allí ha desaparecido la cultura del esfuerzo. No está de moda estudiar. Y si alguien tiene un destello, se silencia, porque no se estila elogiar al sabio. Cotiza la mediocridad. Una vez acabada la formación, el hablar atolondrado y vulgar y los ademanes exaltados son de lo más chic, ampliamente exteriorizados por nuestra clase política.  

En España se puede obtener el grado, el máster y el doctorado sin leer un libro, incluso llegar a doctor con tesis fraudulenta

Aunque aumentan las titulaciones, pierden valor porque, al igual de las tesis de la Universidad Camilo José Cela, o las direcciones de máster de la Complutense, se regalan sin necesidad de grado, ni TFG, ni TFM, ni doctorado, ni oposición, ni concurso… Estos atajos quedan especialmente reservados para las mujeres beta de los machos alfa. Eso sin añadir que en España se puede obtener el grado, el máster y el doctorado sin leer un libro, incluso llegar a doctor con tesis fraudulenta, o a parlamentaria europea si la carrera política discurre a la sombra, y cobijada por su pareja.

La esposa del presidente del Gobierno, directora de cátedras sin estudios, figura destacada entre empresarios arribistas, se ha saltado los exámenes, la redacción de la tesis y su defensa y llegó a la categoría de directora de máster sin ni siquiera superar la selectividad. Están de moda los chanchullos: amnistías a delincuentes, prebendas a terroristas, coaliciones de extrema izquierda con extrema derecha (Sumar y Junts votan del mismo lado) y otras transgresiones que no suelen ocurrir en democracias europeas sin la penalización correspondiente.

El ejemplo a seguir es el de personajes sin principios que basan su desarrollo profesional en el ataque y el insulto, en la confrontación y el choque

La educación ha sido la vía de la evolución y del progreso. El legado de valores de una generación a otra ha mejorado el saber y la convivencia. Pero esa tendencia ha muerto. El ejemplo a seguir es el de personajes sin principios que basan su desarrollo profesional en el ataque y el insulto, en la confrontación y el choque. Se ha evaporado el deseo de aprender, de mejorar, de prosperar intelectualmente y se ha sustituido por el de la trampa, el chanchullo, la picardía. Hemos arribado al imperio de los mediocres, al mandato de los sin escrúpulos, a la dictadura de los trepas.

La realidad se va llenando de rufianes, que escalan torpe y groseramente puestos y responsabilidades en un proceso que resulta difícil concebir

El desprecio por la cultura conduce a la intolerancia, a la discriminación, a la marginación y al desprecio de los económicamente débiles. Cuando, por ejemplo, el diputado Rufián es reprendido por su rudeza en la expresión, recibe el reproche como una condecoración y proclama orgulloso que él es de barrio, lo que identifica vanamente con analfabetismo. La realidad se va llenando de rufianes, que escalan torpe y groseramente puestos y responsabilidades en un proceso que resulta difícil concebir.

Reparto del conocimiento

Y puestos a ser generosos, ¿por qué no regalarle un doctorado a Alvise que también, en suponer, tiene el bachillerato. ¿Por qué no nombrar a Belén Esteban catedrática de asuntos sociales? Ya no pueden dárselo a la vicepresidenta Yolanda Díaz, maestra consumada en resbalones pues su espacio ha sido ocupado por la exministra de Igualdad, Irene Montero.

Sucedían antes otras cosas, pero el salto de la nada a responsable de máster sin formación ni titulación alguna es una novedad en nuestro ámbito académico. La gente común, alejada de la política, no tiene acceso a esos prodigiosos saltos de escalafón, pero sí se benefician del actual estado de cosas que caracteriza a nuestra formación. Ya no hacen falta largas horas de estudio, basta mostrar cierta disposición y se consigue el aprobado. Está de moda dar voz a los necios y pompa a la titulitis. El esfuerzo no cotiza, el conocimiento no se evalúa; la erudición, mucho menos.

¿Dónde, cuándo y cómo se inició esa planicie intelectual?

Me comentaba un profesor de universidad pública que en su centro, la nota mínima es un cinco, y la máxima un diez, salvo si el estudiante no se presenta a un examen. La realidad se va llenando de rufianes, que escalan torpe y groseramente puestos y responsabilidades en un proceso que resulta difícil concebir. pero sin cuidados.

Ni la tosquedad ni la estupidez deberían ser el legado que dejemos a quienes nos siguen.

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