El ministro Castells pretende influir en la teoría de la educación. Miren qué joyas nos deja dichas en la entrevista concedida a Europa Press (noticia recogida en Libertad Digital 1.08.2021): “La memoria tiene cada vez menos sentido porque todo está en Internet”. Otra: “Los profesores deben ser guías intelectuales del procesamiento de información”. Ambas inciden en el carácter y función de la educación; en la acción del alumno y del profesor.
Podemos imaginarlo. Veamos la escena. El profesor, a partir de información de Internet (de cualquier tipo o materia ya que todo está en la Red), se afana para que los alumnos la procesen. Estas acciones denotan:
—Acción intencional del profesor, nutrida por los saberes docentes que le habilitan para ser “guía intelectual de otros”. Supongamos que es un profesor honesto (guía con neutralidad e imparcialidad), pero para poderlo hacer necesita de la memoria que le subministran los saberes aprendidos.
—Acción del alumno guiada por el profesor. Para “entender” la información necesita de la memoria a corto plazo para retener su actividad cognitiva de recepción, análisis, síntesis, caracterización, evaluación…, y así “comprender” su significado, para lo que necesita hacer uso de la memoria a largo plazo para conectarlo con sus conocimientos previos y contextualizar la experiencia de conocimiento. Otra cosa bien diferente es, y ese es el peligro de ser guía intelectual, que el profesor dé al alumno la información procesada, analizada, evaluada…con lo que el alumno deviene receptor pasivo; deja de ser sujeto de la educación y se convierte en objeto de las intenciones de otros.
En resumen, las afirmaciones del ministro Castells son parciales e incurren en errores conceptuales sobre el carácter y función de la educación. Ignora el papel cognitivo de la memoria —fundamental en la experiencia vital y el aprendizaje—, y el procesamiento de la información es inherente al ejercicio de las capacidades mentales individuales; debe hacerlo el alumno. El docente profesional, eso sí, puede inducir la realización de ese ejercicio y evaluarlo mediante la actividad educativa.
Internet es una fuente de información, en la que puede encontrarse de todo, pero con un valor muy distinto desde información rigurosa a simple basura, errores y falacias interesadas
Por otra parte, hay que indicar que Internet es una fuente de información, en la que puede encontrarse de todo, pero con un valor muy distinto desde información rigurosa a simple basura, errores y falacias interesadas, propaganda y manipulaciones inducidas por los propios motores de búsqueda. En el maremágnum de Internet (abundancia y confusión) es difícil sortear información indebida, cuando no errónea. Esto afecta también a docentes bien intencionados y alumnos.
Incitar al profesor, como indica Castells, para “ser guía intelectual del procesamiento de información de los alumnos” contiene el germen del dirigismo ideológico al inmiscuirse en la función cognitiva que compete a cada alumno. Sabemos desde las aportaciones del constructivismo cognitivo que el conocimiento es un fenómeno de formación de las estructuras mentales, que evolucionan y adaptan a través de la vida, por la interacción de las experiencias vitales (ambiente) y la actividad interna (cognición). En esto consiste el aprendizaje: es un proceso autoconstructivo a través de la acción y la resolución de problemas en el que la memoria como recurso evolutivo juega un papel decisivo tanto en la actividad cognoscitiva como en la percepción de la conciencia personal, fundamental para la identidad biográfica individual. Puede facilitarse, en efecto, pero cada persona construye su propia experiencia interna de conocimiento, no ajena al error y la ilusión, sólo corregidos por la crítica objetivada y la autocrítica.
Y aquí surge la bifurcación en la historia de la educación entre dos concepciones antagónicas: la educación como derecho individual para el desarrollo personal en libertad, y la educación como instrumento de construcción ideológica del individuo.
La historia del siglo XX es el ejemplo palmario del dominio de ideologías totalitarias que armaron potentes movimientos políticos de masas con efectos devastadores
--La educación como construcción ideológica del individuo. Consiste en la instrumentalización de la educación para el modelaje mental y conductual de los jóvenes. Es un rasgo común de las corrientes ideológicas y los movimientos políticos totalitarios que utilizan la educación como medio para construir un hombre nuevo para la nueva sociedad a la que aspiran. La historia del siglo XX es el ejemplo palmario del dominio de ideologías totalitarias que armaron potentes movimientos políticos de masas con efectos devastadores para la civilización: el comunismo, de inspiración ideológica marxista-leninista, y los nacionalismos, alemán (nazismo) e italiano (fascismo), cuya réplica se expandió en otros países. Actualmente, aprovechando la libertad democrática, corrientes neocomunistas y nacionalismos varios pugnan en sus acciones por influir en la educación para “formatear” el marco mental de los jóvenes e incorporarlos a sus proyectos políticos. Es la estrategia de los nacionalismos etnicistas vasco y catalán que utilizan la educación, transferida en los Estatutos de Autonomía, para la inducción nacionalista a través de la dominación lingüística y cultural. El docente deviene colaborador necesario de estas estrategias desde el activismo adoctrinador hasta la transmisión pasiva.
--La educación como estrategia de desarrollo personal. La función educativa consiste en contribuir a la creación del individuo autónomo y responsable, con saberes, valores y criterios propios, capaz de desarrollar su proyecto personal, de colaborar y competir con otros, manteniendo su independencia e integridad. Ello requiere el cultivo de capacidades y destrezas susceptibles de crear personas con criterio propio y la perspectiva que aportan el conocimiento crítico, el estudio reflexivo, la duda, el control de los impulsos, el juicio ponderado y el sentido ético, como contrastes críticos de la indiferencia, el fanatismo, y las distintas formas de dominación, insidiosas y seductoras, cuyos efectos causan estragos en la vida personal y en el devenir de las sociedades.
Estado y Autonomías, con arreglo a sus competencias, han demostrado prepotencia para regular la educación según sus intereses ideológicos
La educación desarrolla el potencial personal, capacita y libera; el adoctrinamiento ideológico, en cambio, deforma y limita el potencial personal y encapsula el horizonte vital.
La educación es un derecho de los ciudadanos, no del Estado, en cuya administración debe garantizar a las familias decisiones sobre diferentes cuestiones primordiales: elección de lengua de aprendizaje en situaciones de bilingüismo, elección entre pública y privada, protección contra el adoctrinamiento… Estado y Autonomías, con arreglo a sus competencias, han demostrado prepotencia para regular la educación según sus intereses ideológicos, e incompetencia para garantizar el profesionalismo docente (calidad, neutralidad e imparcialidad), el control estatal del sistema y estándares altos de calidad. Se han apropiado indebidamente de la educación, vulneran derechos individuales y provocan un daño a la sociedad en su conjunto. ¿Hasta cuando?
Responsabilidad y civilización
La función docente en el mundo cambiante y conflictivo que vivimos es difícil, porque está en el cruce entre el conocimiento y la ignorancia, entre la inteligencia y la brutalidad, entre la libertad y la dominación. El docente excelente sabe que la clave está en el desarrollo del alumno al margen de presiones políticas y de modas ideológicas, centra su acción en suscitar el aprendizaje por la acción del alumno; sabe explicar y demostrar, pero sobre todo inspirar.
Ahora como siempre, la razón de ser de la educación es acercar a niños y jóvenes al conocimiento que tiene mucho de ensayo y error, de curiosidad, capacidad de dudar, de construir y crear. Este es el tesoro de la educación: el saber, siempre insuficiente, pero que da contenido a la libertad y al desarrollo, crea responsabilidades y es condición de civilización.
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