¿Ha merecido la pena, señores Pedro Sánchez e Iván Redondo –a quien el exministro Salvador Illa dio las gracias en su primera intervención como ganador de las elecciones con la menor participación de la historia de Cataluña- mantener las elecciones este 14-F?
¿El efecto Illa –al final, apenas 44.000 votos más que Miquel Iceta en 2017- ha justificado descabalgar al ministro de Sanidad en plena tercera ola de la pandemia, mantener una pugna en los tribunales para evitar que se aplazaran y que los presidentes y vocales de las mesas electorales acabaran recibiendo los votos de los contagiados con epis y protección especial después de que muchos miles recurrieran para no tener que asistir?
¿Ha merecido la pena, señor Redondo, que más de un millón y medio de catalanes se quedaran en sus casas, hastiados por la pandemia y por la desafección con los políticos, y que de los 4.392.000 votantes que se movilizaron hace cuatro años hayamos pasado a solo 2.695.000 este año?
¿Ha merecido la pena, señor Redondo, que más de un millón y medio de catalanes se quedaran en sus casas, hastiados por la pandemia y por la desafección con los políticos, para intentar rentabilizar el efecto Illa?
¿Le ha salido rentable, señor presidente, que el candidato Illa haya ganado en votos para, al final, quedar empatado en escaños con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), la misma que viene de firmar un documento independentista en el que se compromete a no pactar nada con el candidato del PSC?
¿Y si ERC, al final, cumple su palabra –para que la maquinaria independentista no le acuse de traidor, como Gabriel Rufián acusó a Carles Puigdemont en los tiempos de la República de mentira de venderse por “155 monedas”- y no le inviste presidente, dejándole plantado cuatro años como líder de la oposición en el Parlament mientras Miquel Iceta cumple su sueño de ser ministro en Madrid?
¿Convertirá con su abstención, señor Sánchez, a Pere Aragonés en el nuevo presidente de la Generalitat de un Gobierno con los Comunes y la CUP –porque ERC tampoco quiere sus votos- tal y como pretende su vicepresidente, Pablo Iglesias, que sueña con poder entrar también en el Govern mientras mantiene su silla en Moncloa?
El 'sorpasso' de Vox
¿Le compensa también, señor presidente, el sorpasso de Vox a PP y Ciudadanos para que sea Santiago Abascal el verdadero referente de la oposición desde la derecha, el mismo que acabó salvando su decreto de Fondos UE, y que abandere una oposición que –como se ha visto en estas elecciones- deja en su casa a cientos de miles de votantes de centro?
¿Será rentable que el centro liberal quede laminado en el Parlament como lo está ya en el Congreso de los Diputados y que la desmotivación haya dejado en casa a más de sus 900.000 votantes que en 2017 creyeron en el constitucionalismo y convirtieron a Ciudadanos en el ganador de las elecciones?
¿Tendrá la dignidad suficiente Inés Arrimadas de dimitir y seguir el ejemplo que dio Albert Rivera ante una debacle similar o preferirá seguir siendo la muleta de Sánchez en el hipotético giro hacia el centro como la única manera de evitar la desaparición
¿Tendrá la dignidad suficiente Inés Arrimadas de dimitir y seguir el ejemplo que dio Albert Rivera ante una debacle similar hace poco más de dos años o preferirá seguir siendo la muleta de Sánchez en el hipotético giro hacia el centro como la única manera de evitar una desapariciónque, cada vez, se vislumbra más claramente en el horizonte?
¿Se conformará Pablo Casado una elección más con haber perdido ‘solo’ otro diputado –en 2015, Xavier García Albioll, cliente también de Iván Redondo, acabó descabalgado tras conseguir 11 escaños y 349.000 votos- mientras es desbordado por Vox, que sí consigue representación en las cuatro provincias catalanas, algo que el PP lleva varias elecciones sin lograr?
La trampa del 50% de voto ‘indepe’
¿Compensa, señor presidente, que ahora sus socios de ERC argumenten que el independentismo ha superado por primera vez en la historia el 50% de los votos… aunque esto haya sido en unas elecciones en las que apenas ha votado el 53,55% del censo electoral de Cataluña (es decir, solo 1,4 millones de los 5,3 millones de electores de Cataluña) y que, ahora, sus bases -recordemos que ERC es asamblearia- les insten a pactar un Gobierno independentista solo con Junts y la Cup?
En definitiva, señores Sánchez, Illa y Redondo: ¿compensa todo lo anterior y el hastío de millones de catalanes y españoles ante la posibilidad de otros cuatro años de ‘procés’, de indultos, de reforma de la sedición… mientras Cataluña y España debía estar centrada primordialmente en intentar salir de la ruina postpandemia que se avecina? Demasiadas preguntas, señor presidente...
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