Los buenos están en el mismo bando, o deberían estarlo. El objetivo de la reducción del impacto negativo del consumo de energía sobre el entorno, no se puede alcanzar con una solución mágica y única.
Por lo que leo y oigo, parece que las renovables, en especial las eléctricas, fueran el bálsamo de Fierabrás. Y no seré yo el que dude de su bondad e idoneidad en muchos casos, pues no solo dan respuestas a la necesidad de generación, sino que crean mucha actividad económica a su alrededor, empleo local y rural, y potencian el desarrollo tecnológico.
Pero no deberíamos olvidar a su compañera inseparable: la necesidad de ser eficientes en el uso de esa energía, tanto la de origen renovable, como la de origen fósil y la de origen nuclear.
Si decidimos invertir en ser eficientes en el uso de la energía, evitaremos tener que invertir más y más en centrales de generación, en reforzar las infraestructuras de conexión y de transmisión y, además, así podremos destinar fondos a otras inversiones que también son productivas para el sector privado, o son necesarias, en el caso del ámbito público.
Entiendo que la generación renovable es bancable y eso permite financiar los proyectos buenos con cierta facilidad. Por otro lado, la eficiencia, es decir, los beneficios que genera, son menos tangibles, aun habiendo protocolos internacionales para cuantificarlos de forma precisa. Lo que sucede es que la eficiencia no genera ingresos como tales, sino que reduce los gastos. A efectos de ebitda es lo mismo pero, como no entra muy bien por los ojos, voy a poner un ejemplo:
“Imaginemos que quiero invitar a 10 amigos a comer paella, y me gusta que sobre por si alguien quiere repetir. Y sucede que soy un poco descuidado y el 30% de los platos que sirvo en la cocina se me caen en el camino entre el fogón y la mesa. Por eso suelo comprar ingredientes para 15 personas y hago dos paellas simultáneamente (y así soy el cliente del año en la tienda de artículos del hogar y en el súper)”.
Os invito a pensar: ¿Qué pasaría si yo arreglase el suelo del trayecto que hay entre la cocina y la mesa? Pues eso es lo que deberíamos valorar antes de tomar una decisión: ver si hay una alternativa mejor para tener contentos a los amigos y, si el número de éstos crece, después de arreglar el suelo, volveré al súper a por más ingredientes. Solo entonces iré.
Parece que la Comisión Europea ve claro lo de la paella, y tiene publicadas una recomendación y unas directrices al efecto de que se tenga en cuenta la eficiencia energética en primer lugar (Energy Efficiency First). E incluso los contempla en primera línea de la revisión de la Directiva de Eficiencia Energética. Pero tal cosa no es suficiente. Los estados miembros, y España como tal, deben arbitrar la manera de que este principio se aplique a todos los niveles, empezando por todos los organismos de la administración.
Y es que leo mucho más que esta o la otra administración solo consumirán “electricidad verde”, y muy poco que consumirán mucha menos electricidad. Que debería ser el punto de partida.
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